EVANGELIO DOMINICAL

Domingo 19º durante el año


Lecturas: Sabiduría 18,5-9 / Salmo 32,1.12.18-20 / Hebreos 11,1-2.8-19; Lucas 12,32-48

Botón homilético - Francisco Quijano

Hay dos formas dispares de enfrentar el futuro: acumulando bienes con el propósito de asegurarlo como si fuéramos sus dueños (el ricachón de la parábola hace ocho días) o confiando en Dios de quien hemos recibido la vida. Esta confianza no es providencialismo irresponsable.

El Padre ha decido darnos el reino. ¿Qué don es este? En el pasaje anterior Jesús habla de la confianza en Dios: «No anden buscando qué comer o qué beber, no se angustien... El Padre sabe que lo necesitan… Busquen su reino y recibirán lo demás por añadidura».

El futuro de quienes ponen su confianza en Dios es el tesoro inagotable de la fe: garantía de los bienes que se esperan, certeza plena de las realidades que no se ven. Somos peregrinos en este mundo, no moradores. Somos administradores de nuestra vida, no sus dueños.

La Carta a los Hebreos presenta a Abraham como ejemplo de fe y confianza en Dios: abandonó su patria en pos de la promesa de Dios: tendrás una multitud de descendientes, tendrás una tierra nueva.

Eso es lo que Dios promete –y él siempre cumple sus promesas– a quienes se ponen en sus manos: una vida nueva, inimaginable, de bienes que sacian el deseo profundo de felicidad. ¿Qué bienes son esos? Todo lo que te hace crecer en amistad con los demás.

El Reino es vivir en amistad con Dios y con los demás. Se te ha confiado ese Reino, crece en amistad, comunícala a los demás, repártela entre quienes la necesitan. Ese es el tesoro inagotable que nadie puede robar y la polilla no lo corroe.

⦁ Peregrino da Cesena: Abraham e Isaac camino al Monte de la Promesa (grabado entre 1490-1520)

 

• O •

 

Claves para la homilía - Julián Riquelme

 Contexto  Palestina, año 30: En la subida a Jerusalén, Jesús exige a sus discípulos buscar por sobre todo el Reino de Dios.  Grecia, año 80: Se llama a no tener miedo, sino confianza en Dios, porque en Él no hay futuro, sino un continuo presente, lleno de Amor.

 Sentido El tema del Evangelio es “Dios no viene de fuera, sino de dentro”. En el texto se pueden distinguir los siguientes aspectos:

• Invitación a estar siempre en búsqueda (Lc 12,35). La búsqueda tiene como finalidad encontrar el “tesoro escondido”, que hay dentro de cada uno de nosotros: Es el Reino de Dios, es decir, Dios mismo como fundamento de nuestro ser. Él ya se ha dado todo previamente, y ha regalado su amor a cada uno de nosotros. Tener “ceñidas las vestiduras” significa “andar con ropa de trabajo”: Esta búsqueda es muestro trabajo principal, todos los otros quehaceres son importantes, pero subalternos. Por otra parte, cuando el texto habla de las “lámparas encendidas” llama a trabajar de noche, en la oscuridad, sin miedos ni temores, porque Dios ya está caminando con nosotros, desde nuestra interioridad. Así no le tendremos miedo ni a la muerte.

• Parábola del patrón que vuelve de una boda (Lc 12,36-38). Primero: Hay que estar prontos, dispuestos, siempre listos para abrirle a Dios las puertas de nuestro corazón: Él es un don total, incondicional y permanente. Segundo: En la noche se producirá el encuentro personal con el Dios vivo: “Él mismo recogerá su túnica, los hará sentar a la mesa y se pondrá a servirlos”. Además, en la Pasión, Jesús afirma. “Yo estoy entre ustedes como el que sirve” (22,27). Cuando descubrimos a Dios, sirviéndonos desde nuestro interior, no hay miedo a la “noche”, y llega la felicidad, el sentido de la vida, y la experiencia de la mejor de las fiestas.

• Parábola del ladrón (Lc 12,39-40). Se invita a discernir los procesos históricos, a cultivar la consciencia de lo que ocurre, a defender la vida de nuestros prójimos cuando está amenazada. Así nuestro peregrinar presente, tiene pleno sentido por sí mismo. Lo que proyectamos para el futuro, está ya aquí y ahora a nuestro alcance. Aquí y ahora, me es posible vivir la eternidad, ya que puedo conectarme con lo que hay de Dios en mí y comunicarlo a los demás. Aquí y ahora puedo alcanzar mi plenitud y ayudar a otros a encontrarla, porque, unidos a Dios, lo tenemos todo al alcance de la mano. En este contexto, se supera el temor al futuro, y, si se actúa con responsabilidad, el desarrollo humano ciertamente va a crecer y un nuevo día va a amanecer.