Jacinda Ardern, Primera Ministra de Nueva Zelanda, se ha ganado el reconocimiento de sus conciudadanos y del mundo entero por su calidad humana y su sabiduría política. Tiene 40 años, comenzó su aventura pública a los 17 en el Partido Laborista; asumió por primera vez el cargo que ostenta a los 37 años, cuando su antecesor, Andrew Little, le pidió que lo reemplazara. Con una votación minoritaria de los laboristas en 2017, ella logró formar una coalición de gobierno con otros partidos minoritarios. En la reciente elección de 2020, los laboristas ganaron la mayoría de escaños del Parlamento.
Jacinda ha tenido un papel decisivo en la contención del coronavirus. Con amabilidad, compasión y firmeza, se hizo cargo del ataque terrorista contra la comunidad musulmana el 15 de marzo de 2019, en las mezquitas Al Noor y Linwood Islamic Centre de la ciudad de Christchruch, Nueva Zelanda Sur. Un año después visitó la Isla Fiyi para rendir honor a tres musulmanes de ese país que murieron en el atentado. Publicamos el discurso que pronunció en la Mezquita Lautoka el 27 de febrero de 2020. [Suprimí algunos párrafos F.Q.]
E ngā mana, e ngā reo, e ngā iwi, e ngā rau rangatira ma.
Autoridades de distintas lenguas y grupos, líderes.
Tēnā koutou katoa. / Saludos a todos ustedes.
Ni sa bula vinaka. / Saludos cordiales.
As-salaam alaikum. / La paz sea con ustedes.
Es un privilegio estar hoy aquí. Gracias por recibirnos en su casa de oración. Gracias por su calidez. Gracias por acogernos como lo harían con su familia.
Al acercarnos al primer aniversario del ataque terrorista en Christchurch contra la comunidad musulmana de Nueva Zelanda, nos embarga un sentimiento profundo. Quiero recordar a los hijos de Fiyi asesinados en esta tragedia: al Imam Hafiz Musa Patel, a Ashraf Ali Razat y Ashraf Ali. Eran sus hijos, ahora son también familiares nuestros. Expresamos nuestro amor a su familia y sus amigos, y a todos ustedes, sus hermanos y hermanas musulmanes, que guardan recuerdos dolorosos hasta el día de hoy.
Si bien nunca llegaré comprender su dolor, guardo muchos recuerdos de ese día y de los siguientes. Recuerdo haber visitado el salón donde se reunieron después del ataque cientos de miembros de la comunidad musulmana.
Entre ellos estaba la Señora Patel. Recuerdo haber hablado con Usted ese día cuando buscaba desesperadamente a su esposo, su Imam. Recuerdo que hablé con Usted cuando regresaba, y sentí dolor al ponerla en manos de una persona de la Cruz Roja para que la auxiliara y asistiera.
Quiero decirles también que acabo de conocer a la familia de Ashraf y a su nieto. Siento que han perdido a un mentor y a un amigo. Sepan que Nueva Zelanda lleva a Asharaf en sus corazones y que Ustedes tienen ahora un hogar en allá.
Quiero honrar a Hafiz Khan y a la Liga Musulmana de Fiyi. Gracias por convocarnos en memoria de quienes perdieron la vida. As-salaam alaikum.
Hoy es un día muy importante para nosotros, neozelandeses. Deseábamos estar aquí para agradecer a todos personalmente, agradecerles ser amigos de Nueva Zelanda, agradecerles su comprensión y apoyo, y reconocer los importantes vínculos entre la comunidad musulmana de Fiyi y la de Nueva Zelanda, que ya existían desde antes y ahora son más fuertes.
Cuando asistí a un memorial poco después de los ataques, sentí que no tenía palabras. Estaba conmovida por la generosidad de la fe islámica. En ese momento de gran dolor la comunidad abrió sus mezquitas y nos recibieron con un sencillo saludo: As-salaam alaikum. La paz sea con ustedes.
Frente al odio y la violencia, la comunidad musulmana en Nueva Zelanda, y en todo el mundo, tenía todo el derecho a expresar su dolor y enojo. Con todo, eligieron el amor. Eligieron abrir sus corazones para que todos nos doliéramos con ellos y con ustedes. Eligieron abrir los brazos y abrazarnos. Eligieron consolarnos a la vez que nosotros quisimos consolarlos a ustedes. Expresaron esto con unas sencillas palabras: As-salaam alaikum. La paz sea con ustedes.
Nos sentimos afligidos por estas palabra, que nos unieron como país en un momento en que un ataque estremeció nuestros valores fundamentales. Un ataque que fue malintencionado y por motivos raciales e ideológicos.
Quiero hablar hoy sobre nuestro compromiso de trabajar para garantizar que estos ataques jamás vuelvan a ocurrir. Nuestro compromiso es erradicar las causas subyacentes y la ideología de estos ataques cobardes. Nuestro compromiso es promover los valores que comparte la gente de Fiyi y la gente de Nueva Zelanda: amabilidad y compasión. Defender estos valores debe estar en el centro de nuestros esfuerzos para contrarrestar el extremismo violento.
La libertad de expresión es un derecho humano fundamental. En Nueva Zelanda lo custodiamos apasionadamente. Pero nadie tiene derecho a crear y compartir en la red contenido terrorista y extremista violento. Este llamado a la acción ahora cuenta con el respaldo de 48 países, tres organizaciones internacionales y ocho proveedores de servicios en la red.
Después de los ataques, el primer ministro Bainimarama pidió de inmediato a todos los fiyianos de cualquier origen y creencia que se unieran a él en un empeño: donde quiera que estés y allí donde te encuentres con alguien que aliente el racismo o el odio, sea en la red o en persona, dile algo. Dile esto: «Sé la voz del amor. Sé la voz del cambio».
Nosotros también nos hacemos responsables de ello: esforzarnos por trabajar como nación para abordar las causas de raíz de la intolerancia, a fin de construir comunidades resilientes e inclusivas, capaces de rechazar esas ideologías del odio. Nuestra propuesta reside en definitiva en un concepto simple, que no está confinado por fronteras, que no se basa en la etnia, el poder político o legal, ni en las formas de gobierno. Reside en nuestra común humanidad.
En Nueva Zelanda valoramos y celebramos la diversidad. Somos una nación de 200 etnias y 160 lenguas. Muchos de ustedes, quizás todos, tienen familia o relaciones en Nueva Zelanda. Nosotros celebramos la diversidad y la inclusión. Nos enorgullecemos de ser personas abiertas y pacíficas.
Pero hemos reflexionado a fondo sobre el hecho de que el 15 de marzo ese ataque terrorista sucedió en nuestro país. A pesar de celebrar la diversidad, nos queda un trabajo por hacer para fortalecer a la sociedad de neozelandesa. No somos perfectos.
Esto implica construir sociedades que incluyan a todas las religiones, razas y géneros, y donde todas las culturas tengan un lugar, se respeten los derechos humanos. Estos son los valores de bondad, justicia y compasión de Nueva Zelanda.
Al esforzamos por crear una sociedad con esta inspiración, hemos de aprender el ejemplo de la comunidad musulmana en Nueva Zelanda: ante una violencia tan brutal, ayudó a nuestra sociedad neozelandesa a responder con compasión. Recordaremos su saludo potente: As-salaam alaikum. La paz sea con vosotros.
Recordemos también las palabras del primer rey maorí hace más de 150 años:
«Kotahi te kohao o te ngira e kuhuna ai te miro ma, te miro pango, te miro whero»
«En la aguja solo hay un ojo para ensertar hilos blanco, rojo y negro».
Y que nunca olvidemos a los que hemos perdido.
As-salaam alaikum. La paz sea con ustedes.
Vinaka vakalevu. Gracias, muchas gracias.
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