SEMANA XXXIII: EVANGELIOS

Lunes: «Jesús, hijo de David, ten compasión de mí»


Evangelio de San Lucas 18,35-43

• Jesús había tomado la decisión de subir a Jerusalén para consumar su misión. Dice a sus discípulos: «Miren, estamos subiendo a Jerusalén y se cumplirá en el Hijo del hombre lo que escribieron los profetas» San Lucas comenta: «Ellos no entendieron nada, el asunto les resultaba oscuro y no comprendían lo que les decía» (18,31.34).

• Al acercarse a Jericó, ciudad muy antigua cerca de Jerusalén, un ciego al lado del camino se entera del paso de Jesús por el bullicio de la gente. Grita: «Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí».

• Jesús se detiene, pide que se lo acerquen, le pregunta: «¿Qué quieres que te haga?». «Señor, que recobre la vista». «Recobra tu vista, tu fe te ha salvado». El ciego recobró la vista y siguió a Jesús.

• El contraste entre la incomprensión de los discípulos cuando Jesús les anuncia su destino final y la recuperación de la vista del ciego, revela el sentido de estos dos episodios.

• Los discípulos no ven ni entienden lo que Jesús les dice. El ciego ve quién es Jesús y lo sigue. Este contraste es también el de nuestra experiencia: vivimos en el claroscuro de la fe, entendemos a medias a Jesús, nos desconcierta su palabra, se nos oscurece el sentido de la vida.

• Pese a ello, como el ciego de Jericó, podemos seguir a Jesús aun tropezando por no ver bien el camino. Eso hicieron, finalmente los discípulos después de encontrarse con Jesús resucitado y haberse convertido y adherido a él.

• Los cristianos antiguos de lengua griega tomaron la súplica del ciego de Jericó, Bartimeo, como una forma muy simple de orar, mientras se va de camino, la llamaron «oración de Jesús», en realidad no oración suya sino súplica a él.

• Esta oración, repetida de forma pausada, transforma el corazón. Se la conoce también como «oración del corazón». Forma parte de la tradición de maestros de vida espiritual del oriente, que recoge muchas enseñanzas de los siglos IV a XV en un escrito llamado Filocaliaφιλοκαλíα, que significa «amor a la belleza».

 

Lectura: I Macabeos 1,10-15.41-43.54-57.62-64

• Los dos libros de los Macabeos relatan la gesta heroica de los miembros de esa familia judía, celosa de su religión y tradiciones, contra la tiranía de un rey griego, Antíoco Epífanes, que impuso su religión pagana y sus costumbres helénicas al pueblo judío entre los años 175 y 164 aC. Lo más grave que hizo este rey fue profanar el Templo de Jerusalén erigiendo en su altar una estatua de Zeus.

 

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Reflexión: Julián Riquelme

Contexto - Palestina, año 30: Antes de entrar a Jericó aparece esta sanación, que retrata la situación de los discípulos al final de la evangelización de Jesús en Galilea. - Grecia, año 80: En medio de la persecución, los seguidores del Resucitado necesitan mayor claridad para adherir mejor a la persona de Jesús, experimentar el Reinado de Dios y seguir el camino del servicio por amor.

• Sentido El Evangelio es una catequesis post pascual con muchos símbolos. El tema del relato es “El ciego de Jericó”. Su estructura contiene estos ejes:

• El ciego y la gente (18,35-37). Jesús ha hecho el tercer anuncio de su Pasión (18,31-34); los Doce ven, pero no profundamente: son como ciegos. Ahora se encuentran antes de entrar a Jericó, camino a Jerusalén. Ellos son como el mendigo, que está sentado “al borde del camino”: Esperan el Reinado de Israel y no el Reinado de Dios. A Jesús lo imaginan como un Mesías político nacionalista. Menos mal que escuchan a la gente: Al oír que pasaba mucha gente, (el ciego) preguntó qué sucedía; le respondieron que pasaba Jesús de Nazaret”. Lección: Hay ceguera en una comunidad “cristiana”, cuando es nacionalista e ignora las necesidades de los pobres.

• Los gritos de auxilio y el llamamiento (18,38-40a). “Hijo de David”: El mendigo ciego sigue intentando superar su situación. Inicialmente el ciego manifiesta una confesión mesiánica nacionalista. “Los que iban delante lo reprendían para que se callara”: Pretenden silenciar los gritos del ciego, porque su nacionalismo les produce molestia. Sin embargo, la súplica reiterada del ciego es señal de la maduración de su fe. “Jesús se detuvo y mandó que se lo trajeran”. Ahora el mendigo asume su segunda actitud: Pone su esperanza en el Nazareno, que anuncia y hace presente el Reinado de Dios mediante su Pascua, su muerte y resurrección. Moraleja: El mendigo ciego, que antes esperaba al falso “Mesías davídico”, ahora se acerca al auténtico Jesús.

• La actitud de Cristo y el seguimiento (18,40b-43). Cuando lo tiene a su lado, le pregunta “¿Qué quieres que haga por ti?”. Jesús no sobreprotege, sino que busca que el necesitado tome la iniciativa. “Señor, que yo vea otra vez” (en griego “Kyrie”): El ciego desea ver al verdadero Mesías, que manifiesta el Reinado de Dios. Este es el centro del relato. No se trata de alcanzar una visión física, sino de una visión humanamente madura y teológica. Recupera la vista, tu fe te ha salvado”: El objetivo final es la adhesión a Jesús y el seguimiento. La fe-confianza es la que libera, permite “ver” a Jesús y “seguirlo” hacia Pascua.  Mensaje: La fe en Jesús es capaz de iluminar el corazón de los seres humanos, que están ciegos y a obscuras, por distintos motivos.

Semana XXXIII: Martes (aquí)