Carlo Acutis nació en Londres, el 3 de mayo de 1991 y murió de leucemia fulminante en Monza el 12 de octubre de 2006. Sus padres, Andrea Acutis y Antonia Salzano, una destacada familia en el mundo financiero italiano, regresaron a Milán poco después de su nacimiento.
Desde niño, Carlo mostró una gran devoción por la Eucaristía, recibió la Primera Comunión a los siete años y desde ese día participó diariamente en la Santa Misa. Tenía igual devoción a la Virgen María y rezaba cotidianamente el rosario.
Fue un chico apuesto, de carácter vivaz, muy sociable, con cualidades que podrían haber hecho de él muy hombre capaz de personalidad encantadora.
En testimonio de su madre:
«Era muy simpático, todo el mundo lo buscaba, era muy querido, muy generoso con sus amigos, los ayudaba con las tareas, se preocupaba de los niños más pequeños y los ayudaba. En verdad, sus amigos lo apreciaban, valoraba mucho la amistad. Evidentemente, donde era posible, siempre con tacto, nunca dejaba pasar la oportunidad de dar testimonio de su amor por Jesús ».
Era conocido por defender a los chicos de su escuela que sufrían acoso, especialmente niños con discapacidad. Cuando los padres de un amigo se estaban divorciando, Carlo hizo lo posible para incluirlo en la vida familiar de los Acutis. Tenía confianza con la servidumbre doméstica, acompañó a un empleado hindú en su conversión y su bautismo. Fue catequista desde muy joven.
«Era experto en computadoras –decía su madre–, leía textos de ingeniería informática, dejaba a todos estupefactos. Ese don lo ponía al servicio del voluntariado y lo utilizaba para ayudar a sus amigos. Su gran generosidad lo llevaba a preocuparse por todos: los extranjeros, los discapacitados, los niños, los mendigos. Estar cerca de Carlo era estar cerca de una fuente de agua fresca».
El padre Roberto Gazzaniga SJ, encargado de la pastoral del Instituto León XIII, recordó así la excepcional normalidad del jovencito Carlo Acutis, que llegó allí en el curso 2005-2006:
«Estar presente y hacer que el otro se sienta presente fue una nota que pronto me llamó la atención en él. Era tan bueno, tan dotado que todos lo admitían naturalmente, pero nos despertaba envidia ni celos ni resentimiento. Con la bondad y autenticidad de su persona, Carlo desvirtuaba esa rencillas que tienden a rebajar el perfil de quienes están dotados de cualidades sobresalientes». «Carlo nunca ocultó su opción de fe, aun en conversaciones y discusiones con compañeros de clase se mostraba respetuoso de las posiciones de los demás, sin renunciar a la franqueza de declarar y dar testimonio acerca de los principios inspiradores de su vida cristiana. Lo suyo era el fluir de una interioridad cristalina y festiva, que unía el amor a Dios y a las personas en una corriente gozosa y verdadera. Podríamos señalarlo y decir: Aquí tenemos un joven y un cristiano feliz y auténtico».
Carlo Acutis fue declarado beato el 10 de octubre de 2020 por el Papa Francisco en Asís, donde se encuentran sus restos. Quizá se le declare patrono de los cibernautas.
Decía: «Nuestro meta debe ser lo infinito, no lo finito. El infinito es nuestra patria. Nos han esperado siempre en el cielo» «Todos nacen siendo originales pero muchos mueren como fotocopias».
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