Lecturas: Isaías 5,1-7 / Salmo 79,9.12-16.19.20 / Filipenses 4,6-9 / Mateo 21,33-46
Botón homilético - Francisco Quijano
• La parábola de los viñadores homicidas tiene carga profética expansiva (como granada de fragmentación, permítase la comparación): el relato mismo, su sentido histórico, su aplicación a Jesús, su significado actual.
• El relato es dramático in crescendo: se inspira en escenas de violencia que provienen de las revueltas de campesinos galileos contra latifundistas extranjeros.
• La primera interpretación es de Jesús: los viñadores homicidas son las autoridades judías de su tiempo que quisieron apoderarse de la viña del señor y de sus frutos. La viña pasará a otras manos.
• El sentido cristológico es obra de las primeras comunidades cristianas: el hijo del dueño de la viña asesinado es Jesús, piedra desechada por las autoridades judías, que Dios reivindica resucitándolo para ponerlo como piedra clave de una humanidad nueva.
• El sentido actual recae en nosotros: ¿Seremos como las autoridades judías a quienes se descarta para entregar la viña a otros? ¿Aceptaremos a Jesús como piedra angular de una humanidad nueva? ¿Queremos esa humanidad nueva fundada en Jesús?
• Esta parábola, como las demás, queda abierta a nuestra interpretación. La piedra angular en la construcción de una humanidad nueva es Jesús: ¿Construiremos sobre esa piedra o la desecharemos?
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• Sentido Estamos ante la “alegoría de los viñadores homicidas”, donde, a cada elemento metafórico, corresponde un elemento real. He aquí los ejes principales del relato:
• Elementos de la alegoría. En el texto, la "viña" es el antiguo pueblo de Israel; el "dueño" representa a Dios, que es el único Señor de la vida humana y de la tierra; los "viñadores" simbolizan a los líderes religiosos judíos de entonces; los "servidores" son figura de los antiguos profetas; y el "hijo" es el Mesías Jesús.- Separar a Dios de los seres humanos, es crear ídolos externos, que propician el individualismo y no el crecimiento comunitario.
• Dos procesos en crecimiento. Por un lado, Dios extrema los cuidados para con su pueblo (a la "viña" le construye un "cerco", un "lagar", y una "torre de vigilancia"); desea intensificar la vivencia de la Alianza (doble envío de "servidores"); y decide hacerse especialmente presente en medio de los suyos a través de su hijo Jesús. Por otro lado, el pueblo se aleja de su Dios, principalmente a causa de los dirigentes injustos (violencia contra los "servidores" y asesinato del "heredero" de la viña). ‒ Si en nuestro interior descubrimos alguna queja contra Dios, no hemos entendido nada de lo que Dios es para nosotros, y nuestra relación con Dios es inadecuada.
• Diálogo al final de la alegoría. Cristo formula dos preguntas a la conciencia de sus interlocutores: Desea el arrepentimiento y la conversión de ellos. Así quienes tienen mentalidad judía no seguirán frustrando la vocación del pueblo: Anunciar el Mesías a todas las naciones (cf. Mt 21,40-42; Lc 2,32). ‒ Cuando en nosotros falta la autocrítica, podemos confundir indebidamente los derechos de Dios con nuestros propios derechos.
• Actualización: ¿Y nosotros? Como nuevo Pueblo del Señor, los bautizados y bautizadas somos hoy la "viña" elegida, cuidada, amada. Se espera de nosotros frutos del Amor, de justicia, de misericordia, de lealtad y de solidaridad, porque vive entre nosotros Jesucristo, el Mesías, el Ungido de Dios. Su Reinado no está encadenado a ninguna nación, raza o esquema de vida de un pueblo, sino que debe abrirse permanentemente a los otros (cf. Mt 21,43; 2 Tm 2,9). ‒ Nuestra misión es buscar el bien de los seres humanos.
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