Evangelio de San Lucas 5,33-39
• Jesús se compara con un esposo que disfruta un gran festejo de bodas. Así avizora su misión: invitar a la humanidad a compartir y festejar la felicidad de Dios. ¿A quién se le ocurre ayunar en esa fiesta?
• Luego usa dos dichos que podemos entender como alusivos a esa fiesta: «Nadie corta un pedazo de un vestido nuevo para remendar uno viejo». «No se pone vino nuevo en odres viejos».
• Si te invitan a una boda, no vas con un vestido viejo y parchado. Te vistes elegante. Y en la boda disfrutas platillos deliciosos, brindas por los novios con un buen vino, platicas amigablemente con quienes están a tu lado en la mesa. Y luego, ¡viene el baile!
• Algo así se imaginaba Jesús que podría el Reinado de Dios: no una monarquía con sus instituciones, sino un festejo con toda clase de convidados. Esa será la comparación que usa en algunas de sus parábolas.
• ¡Mírate con que vestidos andas por la vida! porque te han invitado al banquete del Reinado de Dios. ¡Y si tomas unas copas para festejar, tanto mejor!
Lectura: I Corintios 4,1-5
• La propia conciencia no es un tribunal en el que somos juzgados, sino el santuario donde encontramos a Dios en lo secreto. De ello habla san Pablo cuando dice: «Mi conciencia no me reprocha nada, pero no por eso he sido declarado inocente».
• En nuestro encuentro con Dios en lo secreto, él nos envuelve en la ternura de su amor y solo así podemos vernos en transparencia y verdad. «Él pondrá al descubierto las intenciones del corazón y dará a cada quien la alabanza que merezca».
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Reflexión: Julián Riquelme
• Contexto - Palestina, año 30: Los discípulos del Bautista ayunan dos veces por semana: el lunes y el jueves (cf. Lc 18,12) y hacen oración; lo mismo realizan muchos fariseos. Por su parte, los discípulos de Jesús comen y beben. - Grecia, año 80: La actitud fundamental de los seguidores de Cristo manifiesta alegría, porque el tiempo de bodas se ha hecho presente. En el “ahora” el esposo es Jesús; el Reinado de Dios está germinando en la vida de los seres humanos. Por eso, carece de sentido el ayuno como actitud de espera y penitencia.
• Sentido El Evangelio trata de la "observancia del ayuno". En él se pueden distinguir las siguientes enseñanzas:
• Tiempos del Reinado de Dios: tiempo "de bodas" (5,33-34). Los escribas y los fariseos, que se acercan a Cristo para decirle que los discípulos del Bautista y los de los fariseos ayunan, mientras que los discípulos de Él comen y beben; lo hacen con un tono inquisitorio, de controversia y de reproche. Jesús responde con una pregunta, citando un proverbio popular: "¿Acaso se ayuna durante una boda?". Por lo demás, los profetas ya habían comparado la relación de Yahvé con su pueblo mediante el símbolo de la alianza matrimonial (cf. Os 2,14-20). Según esto, lo absoluto, que provoca la felicidad, es la comunión entre Cristo y los seres humanos; toda otra recomendación es para disponerse a que amanezca esta comunión. Lección: La penitencia cristiana está basada sobre la experiencia de que ya ha llegado la salvación.
• Los momentos difíciles pueden exigir un sufrimiento solidario (5,35). Las palabras de Jesús, que, en un primer momento, tienen una apariencia ascética, es decir, de práctica de perfección religiosa, no exigen ninguna ascesis concreta, sino que invitan a un compromiso doloroso, cuando se trate de hacer presente el amor de Dios entre quienes más sufren, o entre gente considerada pecadora. Moraleja: El verdadero sentido de la penitencia, según el Evangelio, es para propiciar la fraternidad y el amor al prójimo.
• Criterios para la relación entre los cristianos y otros grupos religiosos (5,36-39). En primer lugar, los seguidores de Jesús han de cultivar una actitud pluralista en el contacto con los grupos religiosos centrados en una ley o una costumbre; de lo contrario, puede producirse un distanciamiento mayor con ellos (Lc 5,36: Símbolo del remiendo). En segundo lugar, los discípulos de Cristo han de respetar a quienes poseen una mentalidad cerrada; de lo contrario, pueden atentar contra la libertad de esas personas; con todo, el vino añejo es el de Jesús y el de los cristianos, siempre que solidaricen con los pobres, como los profetas, para humanizarlos (Lc 3,37-39: Símbolo del vino). Mensaje: Cuando se vive y se lleva a la práctica el Evangelio, se descubre su novedad absoluta, creadora y transformante.
Semana XXII: Sábado (aquí)
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