En los años 50 del siglo pasado, circulaban en México unas historietas con el título Vidas Ilustres. Se compraban en puestos de periódico. Pasaron por esas ediciones Madame Curie, Luis Pasteur, Goya, Dostoievski, Florencia Nightingale y muchas más, curiosamente pocas mujeres. Eran historietas para niños con monitos, que presentaban vidas valiosas. Eso que dice el Papa Francisco de la trama de vidas heroicas, que avivan la imaginación y animan a enfrentar situaciones difíciles con la fortaleza del amor.
En el portal de espiritualidad Adorar en espíritu y verdad, hay una sección con ese propósito: Vidas y Aventuras. Personas cuya trayectoria invita a cultivar el espíritu de aventura. Sarah Gilbert es una de estas personas que dan ánimos para emprender aventuras que valen la pena. ¿Quién es ella?
Cuando se informó que una vacuna contra el Covid podría estar lista en septiembre, Sarah Gilbert, vacunóloga de la Universidad de Oxford, salió a escena después de años de trabajar en silencio.
Sarah, de 58 años, madre de trillizos, es especialista en vacunas contra la influenza y otros virus. Inteligente y estudiosa, obtuvo de niña las mejores calificaciones. De familia de músicos, tocaba el oboe en la orquesta de su colegio. A los 17 años descubrió su vocación, la biología, que estudió en la Universidad de East Anglia.
En la Universidad de Hull del norte de Inglaterra, obtuvo un doctorado. Trabajó dos años en el Biocentro de Leicester, y luego en la compañía de biotecnología Delta, donde aprendió la fabricación de medicamentos. En 1991, consiguió un puesto postdoctoral en la Universidad de Oxford, en el campo de la genética, los parásitos y la malaria, que la llevó a trabajar en el desarrollo de vacunas. En 1994 consiguió un puesto de alto nivel en Oxford. Sus hijos trillizos nacieron en 1998, lo cual complicó su vida, pudo salir adelante con la ayuda de su cónyuge. Esto es lo que cuenta:
«Es muy difícil equilibrar trabajo y vida personal. Parece imposible cuando no tienes apoyo. Tuve tres hijos. Las tarifas de la guardería eran más altas que mi salario, así que mi compañero tuvo que sacrificar su carrera para cuidar a nuestros hijos. Solo tuve 18 semanas de baja por maternidad. Tenía que cuidar tres bebés prematuros, fue muy estresante».
Al enterarse de una enfermedad respiratoria en Wuhan en Año Nuevo, Sarah no tenía idea de cómo se propagaría el virus: «No sabíamos lo que era al comienzo. Conversaba con mis colegas de que apenas se diera a conocer la secuencia haríamos algo, lo probaríamos en ratones y mostraríamos lo que podíamos hacer». Los científicos chinos publicaron la secuencia genética del Covid-19 el 10 de enero. Sarah y su equipo se pusieron de inmediato a trabajar: «El primer desafío que tuvimos fue el financiamiento, porque teníamos poco dinero y el proyecto creció, necesitábamos más dinero».
En abril hubo un acuerdo con el laboratorio AstraZeneca que puso el dinero junto con otros benefactores. Resuelto el financiamiento, había que acelerar la investigación y las pruebas. Esto dice Sarah: «La preocupación ahora es que estamos haciendo esto con mucho menos tiempo que el que nos toma normalmente. Estamos haciendo todo a la vez. Nada de esto es nuevo para nosotros, solo que ahora hacemos varias cosas al mismo tiempo».
Esta vacuna es la primera en entrar en fase 3, más de 10 mil voluntarios en Brasil y Sudáfrica ya han recibido dosis. Entre ellos se encuentran sus trillizos de 21 años, estudiantes de bioquímica que en abril ingresaron al proyecto. Sobre esta decisión dice Sarah: «Realmente no lo discutimos en familia, yo no pasaba mucho tiempo en la casa. Sabemos que hay efectos adversos, pero sabemos también la dosis que hay que usar, porque hemos hecho esto antes muchas veces. Obviamente, estamos haciendo una prueba segura, no estamos preocupados».
Sarah se levanta a las 4 de la mañana casi todos los días «con un montón de cuestiones en mi cabeza». Trabaja en casa unas horas, luego va en bicicleta a su laboratorio, donde trabaja hasta entrada la noche. El equipo de trabajo, que eran unos cuantos investigadores en enero, son ahora 250.
Sarah y su equipo piensan tener resultados en septiembre. Cuando le preguntaron si el mundo enfrentaría el invierno (boreal) sin vacuna, contestó optimista: «Espero que podamos ajustar ese cronograma e ir a su rescate».
Relación con datos de Reportajes de La Tercera y algunos diarios digitales [F. Q.]
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