EVANGELIO DOMINICAL

Domingo 21º durante el año


Lecturas: Isaías 22,19-33 / Salmo 137,1-3.6.8 / Romanos 11,33-36 / Mateo 16, 13-20

Botón homilético - Francisco Quijano

• La confesión de fe de Pedro en Cesarea plantea la pregunta sobre el fundamento de la comunidad de seguidores de Jesús. Esa roca sólida sobre la cual se construye la iglesia, ¿es Pedro? ¿es la fe de Pedro? ¿es Cristo Jesús?

• De Cristo Jesús se dice en Efesios (2, 29-21): «Edificados sobre el cimiento de los apóstoles, con Cristo Jesús como piedra angular, todo el edificio bien trabado, crece por él hasta ser santuario consagrado al Señor».  

• No es Pedro la roca, no son los apóstoles el cimiento: es Cristo Jesús, resucitado de entre los muertos, fundamento de la entera comunidad cristiana, que incluye a todos los que confiesan su fe en él, agrupados en las distintas denominaciones cristianas.

• Este fundamento único, Cristo, comunica a sus apóstoles, con Pedro a la cabeza, la solidez de su triunfo sobre la muerte. Dios lo resucita de entre los muertos para que su vida inmortal sea garantía de vida eterna para la humanidad.

• Pedro, y nosotros con él, pese a nuestras debilidades y poca fe, hemos sido constituidos, por gracia de Dios, como piedras vivas de esta construcción espiritual, la iglesia, que es signo e instrumento de la comunión con Dios y entre nosotros como humanidad.

• En ello radica la dicha suprema de nuestra frágil condición humana. La declaración de Jesús en favor de Pedro se extiende a nosotros también: «Dichoso tú, Simón, porque esto no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo».

• Estamos inmersos en el inefable Misterio de Dios que proclama san Pablo: «¡Qué abismo de riqueza es la sabiduría y ciencia de Dios! ¡Qué insondables son sus juicios y qué irrastreables sus caminos!» (2ª lectura). Por la fe en Jesús resucitado tenemos como Pedro acceso a ese Misterio de la Vida Divina.

• La Iglesia existe para ser portadora de la fe en ese Misterio infefable de Dios: su amor derramado en la humanidad y en la creación entera. Eso es lo que se llama instinto de la fe, como el instinto que guía a los animales a sus fines sin que ellos sepan cómo.  

• La dicha de la humanidad que Jesús quiere para todos, nuestra dicha última, la felicidad a la que estamos llamados, es la comunión en Dios, que ahora, frágilmente, vivimos en la fe de quienes caminamos en comunión con él.

 

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Claves para la homilía - Julián Riquelme
 
• Contexto - Palestina, año 30: El Jesús histórico pensaba que primero vendría la renovación de todo el pueblo de Israel (Mt 10,6), y posteriormente, en el futuro, ocurriría la entrada de los gentiles o paganos en el Reino de Dios (Mt 8,11). - Antioquía (Siria), año 80: La confesión de fe en Cesarea de Filipo invita a adherir a la persona de Jesús como Mesías, e intenta definir cuál es la misión de la Iglesia.

• Sentido El tema cental del Evangelio es: “Jesús interroga a sus discípulos sobre su persona”. En tiempos de Jesús y de la Iglesia primitiva, se constata una fiebre nacionalista extrema, en algunos judíos, especialmente en el movimiento zelota. Los autores de los Evangelios no quieren que al Nazareno le llamen Mesías, pues los nacionalistas lo esperan como un Emperador de toda la Tierra. Por eso, cuentan que Jesús se retira a Cesarea de Filipo, lugar de paganos o extranjeros (Mt 16,13). El texto puede dividirse en tres partes:

• ¿Quién es Jesús? (Mt 16,13-17). a) La gente: Aunque existan varias opiniones, nadie cree que el Nazareno sea un personaje excepcional en la historia de Israel; la gente entiende a Jesús como un gran profeta; lo estiman, pero no descubren la novedad que aporta su persona y misión. b) Los discípulos: "Y ustedes, ¿quién dicen que soy?"; según el relato, Pedro responde en nombre de los discípulos: "Tú eres el Mesías, el hijo de Dios vivo"; el discípulo aparece pronunciando palabras decisivas, capitales y reveladas sobre el Maestro, que son post pascuales. c) El elogio a Pedro: Durante la vida terrena del Nazareno, Pedro no pudo decir a Jesús que era el Mesías, el Enviado de Dios, el Ungido; sólo después de la resurrección del Maestro, los discípulos tomaron consciencia del Mesianismo del Nazareno; además, antes de esa experiencia, la idea de “hijo de Dios” era la del Antiguo Testamento: expresaba una especial cercanía a Dios y se aplicaba al rey, a los ángeles e incluso a pueblo judío en su conjunto. La narración dice que Jesús felicita a Pedro, quien se ha dejado mover por la iniciativa gratuita de Dios Padre, y ha hablado en nombre del grupo. La intención de esta felicitación es doble: Una, subrayar cuál es la fe de la Iglesia; otra, hacer de Pedro un principio de unidad de los demás apóstoles y de los bautizados y bautizadas.- A las comunidades cristianas y a cada bautizado, les ayuda a crecer personalmente y en la fe, el hacerse esta pregunta: “¿Quién es Jesús para mí?”

• La misión de la Iglesia (Mt 16,18-19). Jesús no pudo decir a Pedro, “sobre esta piedra edificaré mi Iglesia” (ekklesian = asamblea); porque a Jesús nunca le pasó por la cabeza el fundar una Iglesia; lo que quiso hacer con su predicación, fue purificar la religión judía de todas las adherencias que la hacían incompatible con la verdadera imagen de Dios. Después de la experiencia de la resurrección de Cristo, la Iglesia está fundamentada sobre la fe en Jesús Mesías. Por otra parte, el texto: “Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos. Todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo" (Mt 16,19), se complementa con este otro trozo del mismo Evangelio: “Si tu hermano peca contra ti, anda y corrígelo en privado. Si te escucha, habrás ganado a tu hermano. Si no te escucha, busca una o dos personas más... Si se niega a hacerles caso, dilo a la comunidad. Y si tampoco quiere escuchar a la comunidad, considéralo como pagano o publicano. Les aseguro que todo lo que ustedes aten en la tierra, quedará atado en el cielo, y lo que desaten en la tierra, quedará desatado en el cielo” (Mt 18,15-18). Ambos textos, con leguaje rabínico, se refieren al tema del “Pecado”: “Pecado ” en la Biblia es oprimir a los otros; también dejarse oprimir; y no buscar vías para salir de la opresión (cf. Jn 20,23).- Es misión de toda la Iglesia, sus comunidades y sus pastores, unidos por la misma fe en Jesús Mesías, ayudar a superar las esclavitudes personales y sociales.

• Secreto mesiánico (Mt 16,20). Esta prohibición es de la primitiva comunidad, no de Jesús. Va dirigida a los destinatarios del Evangelio de Mateo. La situación de persecución, tanto por los romanos como por los judíos, exige de aquella comunidad cristiana, ubicarse en su contexto, tener tacto y cultivar la pedagogía: hablar abiertamente de Jesús como Mesías, de la misión de la Iglesia y de la apertura a los gentiles puede provocar reacciones violentas (cf. Mt 7,6).- No se puede hablar de Jesús sólo a nivel teórico. Hay que identificarse con Jesús y hacer nuestra su vivencia de Dios y su práctica en relación al prójimo.

• Rafeal Sanzio (1483-1520): Jesús entrega a Pedro las llaves, 1515