Este poema de Luis Felipe Vivanco (1907-1975) tiene visos de ser una colección de proverbios, como algunos de ese libro de la Biblia. Por ejemplo, estos pareados antitéticos:
Respuesta amable aplaca la ira,
palabra hiriente aviva el enojo.
Más vale ración de verdura con amor,
que carne de vaca con rencor.
Más vale pan duro con paz,
que casa llena de festines y peleas.
Las sentencias antitéticas de Vivanco descansan en la convicción de que son las personas el centro y el sentido de las instituciones. La Constitución Gaudium et spes del Concilio Vaticano II dice: «El principio, el sujeto y el fin de todas las instituciones sociales es y debe ser la persona humana, la cual, por su misma naturaleza, tiene absoluta necesidad de la vida social» (n. 25). Vivanco no incluye el dicho de Jesús: «El sábado se hizo para el hombre, no el hombre para el sábado», pero es obvio que sus antítesis están inspiradas en el dicho evangélico.
No se hizo el hombre para la bandera
sino la bandera para el hombre.
No se hizo el recluta para el sargento
sino el sargento para el recluta.
No se hizo el mozo para la disciplina militar
sino la disciplina militar para el mozo.
No se hizo el soldado para el capitán
sino el capitán para el soldado.
No se hizo la brigada para el general
sino el general para la brigada.
No se hizo el pueblo para el ejército
sino el ejército para el pueblo.
No se hizo el hombre para la ciudad
sino la ciudad para el hombre.
No se hizo el obrero para la fábrica
sino la fábrica para el obrero.
No se hizo el niño para el maestro
sino el maestro para el niño.
No se hizo el enfermo para el médico
sino el médico para el enfermo.
No se hizo la mano para el guante
sino el guante para la mano.
No se hizo el pueblo para el que gobierna
sino el que gobierna para el pueblo.
No se hizo el que trabaja para el sindicato
sino el sindicato para el que trabaja.
No se hizo el hombre para la historia
sino la historia para el hombre.
No se hizo el hombre para el sexo
sino el sexo para el hombre.
No se hizo el hombre para el consumo
sino el consumo para el hombre.
No se hizo el hombre para la propaganda
sino la propaganda para el hombre.
No se hizo el libro para el editor
sino el editor para el libro.
No se hizo el arte para la galería
sino la galería para el arte.
No se hizo el lector para el periódico
sino el periódico para el lector.
No se hizo el seglar para el cura
sino el cura para el seglar.
No se hizo el cuerpo para el alma
sino el alma para el cuerpo.
No se hizo el pecado para la gracia
sino la gracia para el pecado.
No se hizo el católico para la misa
sino la misa para el católico.
No se hizo el cristiano para Cristo
sino Cristo para el cristiano.
No se hizo la criatura para Dios
sino Dios para la criatura.
En resumidas cuentas
se hizo el hermano para el hermano
y se hizo el hombre para el hombre.
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Responsable de la publicación:
Francisco Quijano