EVANGELIO DOMINICAL

Domingo 14º durante el año


Lecturas: Zacarías 9,9-10 / Salmo 144,1-2.8-11.13-14 / Romanos 8,9.11-13 / Mateo 11,25-30

Botón homilético – Francisco Quijano

• Jesús oraba con mucha frecuencia, es más, vivía impregnado de la presencia del Padre en su vida y acciones. Los evangelistas lo recuerdan en pasajes significativos, como el de este Evangelio.

• Como dice san Juan Crisóstomo, «una oración que no cosiste en palabras, sino más bien en un deseo de Dios, en una piedad inefable, que no procede de los hombres, sino de la gracia divina».

• En Jesús no era solo deseo, era fruición y gozo de su Padre en él y de él en su Padre, esa realidad divina que llamamos Espíritu Santo. En el pasaje paralelo del Evangelio de hoy, san Lucas dice: «En aquella ocasión, con el júbilo del Espíritu Santo, dijo: –Te alabo, Padre...».

• «Te alabo, Padre»: la alabanza es la forma de oración que sintoniza mejor con la realidad de Dios. Es admirarse y maravillarse de quién es Él, igual que uno se maravilla ante una buena persona, una buena acción, cualquier realidad muy bella.

• Alabanza y fruición van juntas. Eso es Dios y se manifiesta como Espíritu de Gozo y Júbilo. Todo ello, esta sintonía que hay en Dios, a la cual corresponde la sintonía de nuestra alabanza, me lo imagino como la afinación última de una orquesta antes de la interpretación: el oboe da la nota LA, que va pasando a todos los demás intrumentos. 

• Esa misma experiencia de gozo la vive Jesús al contemplar cómo su mensaje del Reinado de Dios es acogido por la gente sencilla, por los que poco valen a los ojos del mundo, pero son como la niña de los ojos en la complacencia y el querer del Padre para con ellos.

• Esta alabanza de Jesús bien puede ser modelo de nuestra oración: gozarse en el Espíritu del Padre, de su amor y bondad. Gozarse de su amor en las demás personas, su vida, sus acciones. Es una forma de oración de grandes vuelos, amplia, abarcadora.

 

• O •

 

Claves para la homilía -  Julián Riquelme

• Contexto - Palestina, año 30: Los habitantes de Corazaín, Betsaida y Cafarnaúm no aceptan el mensaje del Reino, que Jesús comunica, porque los escribas y los fariseos oprimen a los sencillos con su interpretación de la Ley de Moisés (613 mandamientos). - Antioquía (Siria), año 80: La Ley de Moisés no hay que interpretarla para oprimir, sino para liberar, porque una de las principales tareas de Jesús fue liberar a los seres humanos de todas las esclavitudes.

•  Sentido El Evangelio describe la "Presencia de Jesús entre la gente sencilla" con tres trazos bien definidos:

•  Agradecimiento a Dios, porque los sencillos aceptan el Evangelio (Mt 11,25-26). “Te alabo, Padre”: El motivo de la acción de gracias es porque los más “pequeños” acogen el Reinado de Dios; los “pequeños” son la gente sencilla, no calculadora, quienes no tienen doblez ni segundas intenciones; los “sabios” y los “prudentes” son la elite religiosa, que, priorizando la Ley como un absoluto, desprecian y consideran malditos e incapaces a los sencillos; “Sí, Padre, porque así lo has querido”: Dios no hace acepción de personas en cuanto a la “revelación”, porque Él es Amor y plena gratuidad (cf. Hch 10,34; Rm 2,11). • Si queremos que Dios Padre se manifieste en nuestra experiencia, debemos despojarnos de la soberbia, el orgullo y la prepotencia, y revestirnos de la humildad, la sencillez y el sentido de igualdad básica con los otros.

•  Reconocimiento de la cercanía entre Jesús y Dios (Mt 11,27). La frase “Todo me ha sido dado por mi Padre” coincide con la afirmación de Cristo Resucitado “Yo he recibido todo el poder en el cielo y en la tierra” (Mt 28,18), lo cual manifiesta que estamos ante una catequesis post pascual; “Nadie conoce al Hijo sino el Padre”: en hebreo, el verbo “conocer” indica cercanía, familiaridad, comprensión, entrega mutua y la relación íntima entre un varón y una mujer: en suma, Jesús siente en su interior el gran Amor de Dios Padre por todos los seres humanos (cf. Sal 138/h139); “Nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquél a quien el Hijo se lo quiera revelar”: la única manera de conocer a Dios es aproximarnos al Señor Jesús (cf. Mt 6,9-13). • Tanto en la lectura de la Biblia, como en la meditación, el estudio y la pastoral, debemos acercarnos cada vez más al Jesús histórico, para experimentar a Dios como Padre.

•  Invitación a relacionarnos con Jesús (Mt 11,28-30). Cristo, Sabiduría de Dios, convoca a los afligidos y agobiados por las leyes y “tradiciones humanas”, a tomar el “amor a los otros” como lo más importante de la vida (cf. Si 6,19-28; 51,23-27). La imagen de “yugo” se aplicaba a la Ley, que, tal como la imponían los fariseos, era insoportable. Por su parte, Jesús propone un “yugo” para desplegar todas las posibilidades de plenitud de cada ser humano. • Cuando la gente se acerca al Evangelio y lo relaciona con la vida, las limitaciones permiten avanzar en el camino hacia una meta, que está más allá de lo que imaginamos.

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