EVANGELIO DOMINICAL

Domingo 5º de Pascua: «Quien me ha visto, ha visto al Padre»


Lecturas: Hechos 6,1-7 / Salmo 32,1-2.4-5.18-19 / I Pedro 2,4-10 / Juan 14,1-12

Botón homilético – Francisco Quijano

• Tres afirmaciones cabe destacar en estas palabras de Jesús en la última cena: el hogar de la humanidad; el camino para llegar a la casa del Padre; la identidad de Jesús y el Padre.

• «En la casa de mi Padre hay muchas moradas». El hogar de la humanidad es Dios. De Él venimos, al Él volvemos. ¿Cómo vislumbrar este misterio? Tal vez pensando en un Creador de todo lo que existe a cuyo seno volveremos. O quizá suponiendo que no somos una simple libélula perdida en el despliegue y repliegue del universo.

• Jesús dice que nos llevará a donde él esté, y que sabemos el camino. ¿Pero cómo saber el camino si no sabemos a dónde va? Jesús sí lo sabía. Dice san Juan: «Sabiendo Jesús que había salido de Dios y a Dios volvía se puso a lavar los pies de los discípulos».

• «Yo soy el camino, la verdad y la vida». Jesús es simultáneamente término, origen e itinerario. Es término: Él es vida en abundancia, vida divina. Es origen: Él es sabiduría que gobierna el universo entero. Es camino: Él es Palabra de Dios hecha carne, camino que une origen y término.

• Otro discípulo se sorprende: «Muéstranos al Padre y nos basta». Jesús ha convivido con sus discípulos, ha dejado entrever su misterio. ¿Quién es Él realmente?

• «Quien me ha visto a mí, ha visto al Padre» «Yo estoy en el Padre y el Padre está en mí» Dos afirmaciones francas de Jesús. Revelan quién es Él, su misterio, por qué es vida, verdad, camino. La identidad de Jesús y el Padre en el Amor es el misterio del universo: la Trinidad Divina, nuestro hogar.

 

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Claves para la homilía - Julián Riquelme

Contexto Palestina, año 30: En la Última Cena, los discípulos que caminaron con Jesús a Jerusalén están inquietos, porque no saben en qué terminará su seguimiento del Maestro. Jerusalén, año 100: La comunidad tiene dificultad para expresar la experiencia Pascual. Por eso, se la invita a la calma y a la confianza, basándose en la relación con Dios Padre.

Sentido El tema del Evangelio es: “Peregrinos hacia el encuentro con el Padre”. El texto se estructura así: •

• Admisión en el hogar del Padre (14,1-3). Cristo presenta a Dios como el "Padre" de una familia extensa y no reducida, que camina hacia un gran hogar: "En la Casa de mi Padre hay muchas habitaciones" (Jn 14,2). Desea que sus seguidores abriguen los mismos sentimientos que su Padre: de apertura ilimitada a todos. La meta de todo está en Dios. ⦁ La “habitación de Dios” tenemos que descubrirla cada uno aquí y ahora dentro de cada uno de nosotros. En la medida en que profundicemos la inhabitación del Padre en nosotros, seremos más abiertos con nuestros prójimos.

• Jesús, camino hacia el Padre (14,4-6). Aparecen muchos caminos ante nosotros: el camino del tener, del poder, del placer sólo material, de la Ley etc. Dado que Jesús posee la Vida, es verdad y es camino: Él es la vía, la senda, el único y auténtico Camino. ⦁ Cuando adherimos a Jesús y hacemos la experiencia de Dios como Padre, descubrimos que la perfección reside en la apertura a todos y en el servicio a cada uno. Se fortalecen entonces las relaciones fraternas en la tierra.

• Concreción de la meta y del camino (14,7-12). Felipe pide una manifestación de Dios como las narradas en el Antiguo Testamento; piensa que Jesús es un representante de Dios, no la presencia misma de Dios; no se ha enterado de que Dios es visible sólo en los “seres humanos”. La manifestación de Dios es dinámica: se muestra en Cristo y seguirá mostrándose en todo aquél que siga los pasos del Nazareno. ⦁ Liberar al ser humano es obra de Dios. Lo que un cristiano predica, tendrá siempre un valor relativo; lo que tiene un valor absoluto son las obras que ese cristiano realiza.

⦁ Anástasis: Mosaico bizantino de la Basílica de San Marcos en Venecia, 1180-1200

Canto de Resurrección del padre Orlando Torres escuchar (aquí)

Llorando en silencio de soledad,
se escucha el viento cantar;
el alba y su luz tocan mi dolor,
mi Señor ya duerme en paz.

El que hubo amado la vida dio,
abrazándose a una cruz;
el sepulcro es un lugar sin luz,
mi Señor ya despertará.

Llegando al final de mi caminar,
sentí resonar su voz;
me llamó a vivir, me llamó a anunciar;
mi Señor ya resucitó.

Resucitó, resucitó el Señor, ¡aleluya!
Una luz se ha encendido en la oscuridad,
una luz que no se apagará.

Resucitó, resucitó el Señor, ¡aleluya!
Hoy la muerte se queda clavada en la cruz,
es vencida por el amor.

Con mucho sentido de gratitud,
te alabo yo mi Señor,
por haber cambiado mi corazón,
por haberme devuelto la paz.

La gracia es un don de Dios que está en ti,
lo puedes ya despertar.
Con él llegarás hasta el Padre Dios,
con él viviremos en paz.

Resucitó, resucitó el Señor, ¡aleluya!
Una luz se ha encendido en la oscuridad,
una luz que no se apagará.

Resucitó, resucitó...