EVANGELIO DOMINICAL

Domingo 6º durante el año


Lecturas: Eclesiáticoo 15,15-20 / Salmo 118,1-2.4-5.17-18.33-34 / I Corintios 2,6-10 / Mateo 5, 17-37

Botón homilético – Francisco Quijano

• «Él puso ante ti el fuego y el agua: hacia lo que quieras, extenderás tu mano. Ante los hombres están la vida y la muerte: a cada uno se le dará lo que prefiera». Así presenta el predicamento de la libertad un sabio judío del siglo II aC.

• «Han oído que se dijo a los antepasados: No matarás, No cometerás adulterio, No jurarás falsamente». «Yo les digo: No te violentes contra otro, no te apropies del amor de tu prójimo, no engañes a los demás». ¿Pretende Jesús imponer leyes más rigurosas? ¿Con qué autoridad?

• El sermón de la montaña, al cual pertenece el evangelio de hoy, comienza con una proclamación acerca de la felicidad: «Felices los pobres de espíritu, los afligidos, los pacientes, los misericordiosos, los de corazón puro, los agentes de paz, los perseguidos por la justicia».

• Feliz quien está en sintonía con estas declaraciones. Lo es quien extiende su mano al agua refrescante de la felicidad. Lo es quien prefiere la vida, la fidelidad en el amor, la verdad.

• Las leyes o el amor, las normas o la espontaneidad, los preceptos o la autenticidad, los méritos o la gratuidad, cumplir para quedar bien o desbordar generosidad. En algún momento se presentan estos dilemas acerca de nuestra conducta.

• En el plano social, la cuestión es más aguda: frente desórdenes, abusos, delitos, crímenes, violencia, hay quienes claman: mano dura. Otros dicen: no, educación, cultura, personas conscientes; sin esto, la acción policiaca, los jueces y las cárceles son inútiles.

• San Pablo lleva la cuestión a un dilema teológico: el hombre no se justifica por las obras de la ley, sino por la fe en Jesucristo. Tomás de Aquino contrapone la ley antigua escrita en lápidas con la gracia nueva del Espíritu derramada en los corazones.

• Comoquiera que se enuncie esta paradoja, la clave es Jesús, liberador de la humanidad, que nos transforma íntegramente, haciendo de nosotros criaturas nuevas. El signo definitivo de esta transformación es su triunfo sobre la muerte: la resurrección.

•¿Y si prevalece la violencia, el daño a la integridad de las personas, el asesinato, el abuso sexual, la depredación lasciva, el engaño, la mentira, el fraude? A eso hay que decirle: No rotundo, y ponerle alto.

• Cosimo Rosselli (1439-1507): El Sermón de la Montaña, Capilla Sixtina.

 

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Claves para la homilía - Julián Riquelme

Contexto  Palestina, año 30: Los escribas y fariseos cumplían escrupulosa y externamente la Ley, y acusaban a Jesús de no observarla. ► Antioquía (Siria), año 80: Cristo es más que Moisés, porque no vino a abolir la Ley o los Profetas, sino a darles un cumplimiento más plenamente humano (Mt 5,17).

 Sentido El Evangelio contiene "Las primeras enseñanzas del Sermón del Monte". Jesús afirma: “Si la justicia de ustedes no es superior a la de los escribas y fariseos, no entrarán en el Reino de los Cielos” (Mt 5,20). Toda ley tiende a propiciar la vida de las personas en un grupo humano, sin embargo en el mismo momento de ser promulgada queda obsoleta, anticuada. Cristo quiere que inscribamos el criterio esencial de toda ley en nuestros corazones, para cultivar actitudes interiores orientadas a actualizar relaciones justas con los prójimos: invita a superar la letra de las leyes para hacer nuestro su espíritu. Por eso, presenta varias antítesis entre las leyes del Antiguo Testamento y la experiencia del Reino de Dios, es decir, ofrece varios ejemplos de reinterpretaciones, que se detallan a continuación:

• Antítesis sobre el 5° Mandamiento: “Ustedes han oído que se dijo a los antepasados: «No matarás, y el que mata, debe ser llevado ante el tribunal». Pero Yo les digo que todo aquel que se irrita contra su hermano, merece ser condenado por un tribunal” (Mt 5,21-22; cf. Ex 20,13). No sólo se arremete contra los prójimos con un arma; se los puede herir también con actitudes, gestos, palabras e indiferencias. En resumen: No tratar con ira al hermano para no matarlo desde su interior. ⦁ Cada uno de nosotros siempre tendríamos que estar diciéndonos: “Se dijo a los antepasados…. Pero Yo les digo”; así conoceríamos mejor las exigencias de nuestro propio ser y las de los demás; se ensancharía nuestra conciencia; y nuestra práctica humanizaría el entorno y el mundo.

• Antítesis sobre el 6° Mandamiento: “Ustedes han oído que se dijo: «No cometerás adulterio». Pero Yo les digo: El que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón” (Mt 5,27-28; cf. Ex 20,14). Jesús no se refiere aquí a los pensamientos pasajeros, que surgen en el varón cuando ve a una mujer bella, o en una mujer cuando ve a un varón buen mozo, pues son naturales, sino al entretenerse en ese deseo, que, tarde o temprano, se pretende realizar. En suma: No maquinar proyectos de adulterio, porque destruyen la pequeña o gran felicidad de otra familia. ⦁ Si bajáramos hasta el fondo de nuestro ser, descubriríamos allí la presencia de Dios, y hallaríamos su voluntad, que convoca a respetar los proyectos de vida de las otras personas.

• Antítesis sobre el 2° Mandamiento: “Ustedes han oído también que se dijo a los antepasados: «No jurarás falsamente, y cumplirás los juramentos hechos al Señor». Pero Yo les digo que no juren de ningún modo. Cuando ustedes digan «sí», que sea sí, y cuando digan «no», que sea no. Todo lo que se dice de más, viene del Maligno” (Mt 5,33-34a.37; cf. Ex 20,7). No llamar a Dios como testigo a través del juramento, porque su presencia está en cada uno de los hermanos y hermanas, dando el crecimiento a la comunidad; para Cristo, donde hay confianza no es necesario el juramento (Mt 5,34ª). Además, conviene decir únicamente el «sí» o el «no», porque, al fin y al cabo, equivalen a un juramento al pronunciarlos quienes tratan de vivir la misma práctica de Jesús (Mt 5,37). En síntesis, evitar la doblez y cultivar la rectitud de corazón. ⦁ Cuando descubrimos la voluntad de Dios no deberíamos cumplirla por temor al castigo, porque el temor es propio de los esclavos; tampoco buscar principalmente el premio, porque es convertir a Dios en deudor nuestro: Dios es Amor y nuestra práctica ha de imitar a Dios. “El que ama ha cumplido la ley” (Rm 13,8). “Ama y haz lo que quieras” (San Agustín).

⦁ Arcabas: Reconciliación