EVANGELIO DOMINICAL

Solemnidad de Santa María, Madre de Dios


Lecturas: Números 6,22-27 / Salmo 66,2-3.5.6.8 / Gálatas 4,4-7 / Lucas 2,16-21

Botón homilético - Francisco Quijano

El mundo, todo lo que existe, la multitud de criaturas humanas, nuestra historia, todo ello es bendición de Dios. Bene dicere, bien decir: palabra buena, eficaz, crea cosas buenas, hace bien escucharla, colma de bondad.

Así entendían su vida los israelitas hace siglos, la bendición de Dios los acompañaba: «El Señor te bendiga y te proteja, haga resplandecer su rostro sobre ti y te conceda su favor, te mire con benevolencia y te conceda la paz» (Nm 6, 24-26).

Nuestra historia parece ser otra cosa: un mentís a la bendición de Dios. Pero hay una garantía de que la bendición de Dios es indefectible. De ello habla san Pablo: «Al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer… para hacernos hijos de Dios» (Gal 4, 4-6).

Al ser circuncidado como cualquier judío, el hijo es esta mujer recibió el nombre de Joshua, Jesús, que significa Yahvé salva. Él entra en nuestra historia, comparte nuestra vida, a fin de recrearla y conducirla a la plenitud de Dios. «Jesucristo es el mismo ayer, hoy y por todos los siglos» (Hb 13, 8).

 Esta visión de nuestro mundo, nuestra historia y nuestras vidas, como una indefectible bendición de Dios es un misterio, no es fruto de intuiciones nuestras. Ver las cosas así es, ello mismo, una bendición. Lucas nos invita a adentrarnos en este misterio con la madre de Jesús: «María, por su parte, guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón».

• Bartolome Esteban Murillo (1617-1682): La Virgen y el Niño

 

• O •

 

Claves para la homilía - Julián Riquelme

Contexto  Palestina, año 1: Se considera a los pastores como gente perdida, alejada y manchada, por no observar las leyes ceremoniales. Grecia, año 80: La comunidad cristiana no puede quedar encerrada en el legalismo judío, sino que tiene que abrirse a los pobres y a los paganos.

Sentido  El Evangelio se refiere a loa “Ocho primeros días de Jesús”. El texto se puede dividir en tres partes:

• Ida de los pastores al pesebre (Lc 2,16). Ellos deciden ir a Belén, porque son personas necesitadas, que esperan un Mesías y creen en la Palabra de Dios, comunicada por los Ángeles. En Belén contemplan un hecho esperanzador: “Encontraron a María, a José y al recién nacido acostado en el pesebre” (Lc 2,16b). - Encontrarse con Jesús es el fundamento de nuestra fe cristiana.

• Proclamación de los pastores y su retorno (Lc 2,17-20). Inspirados en la Palabra de Dios, quienes cuidan rebaños en el campo, al ver al niño, afirman sentidos nuevos: según ellos, amanece la aurora de una nueva humanidad. Quienes los escuchan se extrañan, se sorprenden y se asombran. Los pastores retornan con más optimismo a sus labores diarias, porque ven la victoria de Dios Padre y de su Cristo, y porque se sienten apoyados por una fuerza divina en su peregrinar. - María es Madre de Dios, porque antes de concebir a Cristo en su seno, aceptó colaborar con el Amor de Dios Padre para la salvación de todos. La comunidad cristiana ha de reavivar en su corazón y en su acción, la misión liberadora de Jesús.

• Imposición del nombre de “Jesús” (Lc 2,21). El Niño tiene apenas ocho días, y es llevado al templo. Se celebra su circuncisión, como es costumbre en Israel. Esta celebración tiene una triple finalidad: 1ª Darle un nombre, que ha de coincidir con su vocación o misión, y que en este caso lo indicó el Ángel (Lc 1,31c); 2ª Incorporar inicialmente al párvulo a la pertenencia del pueblo; 3ª Comprometer a los padres en ayudar en la vocación del hijo. - El nombre de Jesús quiere decir “liberador”. Con ello se alude a Moisés, que fue liberador del pueblo de Israel, contra la opresión faraónica. La fe cristiana sólo se comprende desde un serio compromiso de humanización, en todos los aspectos.

⦁ Andrea Mantegna (1431-1506): Madonna col Bambino dormiente