Lecturas: Génesis 3, 9-15. 20 / Salmo 97, 1-4 / Romanos 15, 4-9 / Lucas 1, 26-38
Botón homilético – Francisco Quijano
• Un díptico. Génesis 3: relato en blanco y negro, entre sombras, envuelto en oscuridad. Lucas 1: relato en colores tenues, transparencias, radiante.
• Dos escenas vivas, diálogos. Génesis 3: se escucha un murmullo, una voz nítida, una respuesta huidiza, escusas, pretexto, temor, vergüenza. Lucas 1: un saludo feliz, sorpresas, preguntas expectantes, respuestas serenas.
• ¿Qué estás viendo y escuchando? Un mito sobre nuestra condición humana, ella y yo, sospechas, desencuentros, traiciones. Una aparición sobre nuestro futuro, sencillez, ella acoge una palabra y la hace suya, preñada de Dios. El Edén y el Paraíso.
• Estos son los relatos que presenta de la liturgia de la Solemnidad de Inmaculada Concepción: contraste entre nuestra humanidad maltrecha y nuestra humanidad nueva. Irrumpe en nuestra historia perturbada Dios mismo para otorgarnos gracia y paz.
• María es de nuestra raza, ella es la portadora en su seno del Dios-con-nosotros. Ella es primicia de nuestra raza purísima por gracia de Dios.
• «El Espíritu Santo vendrá sobre ti... el Santo que va a nacer será llamado Hijo de Dios». Uno que no es de los nuestros, que es Otro, el Creador, se hace nuestro en ella. Una historia nueva comienza para nuestra humanidad.
• Esta es la alegría que celebramos en la Solemnidad de la Purísima Concepción de María. El anticipo de lo que será nuestra humanidad, dicho con este soneto de Gerardo Diego (1896-1887):
Estirpe de David, nïeta nueva,
para ti, Niña mía, ya no rigen
condenas heredadas, ni te afligen
obligadas pensiones de la gleba.
Tú eres la paz del cielo, iris que prueba
el impalpable oriente de tu origen.
El Padre y el Espíritu te eligen
Purísima Excepción ‒ ¡salve! ‒ de Eva.
Para que encarne el Hijo en tu flor trémula
es justo y digno que tu carne émula
traiga a la vida olor de paraíso.
Y que desde el no ser al ser se intime
hinchiendo su inocencia que la exime:
toda interior fulgor, nácar sumiso.
Alfredo Castañeda (1938-2010): Cuadro del Templo de la Anunciación en el Centro Universitario Cultural de la Ciudad de México.
Lee un Sermón de la Inmaculada de Herbert McCabe OP aquí.
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Claves para la homilía – Julián Riquelme
► Contexto - Palestina, año 1: La madre de Jesús era de Galilea, lugar de los pobres y despreciados (cf. Lc 22,59). - Grecia, año 80: Jesús es más grande que el Bautista, y María es más grande que Isabel. Ella es la “madre de mi Señor” (Lc 1,43).
► Sentido El texto trata de la "Anunciación del Señor". Todo el relato describe una teofanía o manifestación de Dios Padre, ante quien María manifestó su fidelidad y disponibilidad, su capacidad de entrega. El trozo del Evangelio se puede dividir así:
• Llegada del Ángel (Lc 1,26-27). El Angel Gabriel (hb. gabrî'ël: "hombre de Dios" o "Dios se ha mostrado fuerte", cf. Dn 8,16; 9,21-27), significa un enviado de Dios; también puede simbolizar a quien evangeliza. María es saludada como “llena de gracia”.- Dentro de cada uno de nosotros, constituyendo el núcleo de nuestro ser, está el Amor de Dios, que quiere comunicarse a todos los seres humanos. Todo lo bueno que hay en nosotros es de Dios; lo que no es tan bueno, es nuestro, porque somos creaturas. Lo bueno podemos desplegarlo y permitir que llegue a plenitud.
• Diálogo entre el Ángel y María (Lc 1,28-38ª). El linaje o descendencia de David recibió la misión de hacer presente la Promesa para bien de todas las naciones (cf. 2 S 7,12-16; Sal 2,7-9; 88/h89/4-5; 109/h110/1s; Is 9,5-6; 55,3). A la Virgen, que está vinculada de alguna manera con el linaje de la Promesa, se le va a pedir la colaboración en el Proyecto del Dios de la vida. Su Hijo, Jesús, el Mesías, propiciará la libertad de todos los pueblos de la tierra (cf. Sal 71/h72/5; Is 9,5-6; 11,1.10; Ez 34,23-24; Dn 7,14; Mi 4,7).- La grandeza de María está encerrada en una sola palabra: “Fiat” = “Hágase”. Lo que celebramos es la respuesta de María al Amor de Dios. Nosotros también podemos descubrir lo divino en todo ser humano.
• Partida del Ángel (Lc 1,38b). La ausencia del Mensajero divino produce un silencio, un vacío, para meditar en el Amor que Dios Padre tiene por todos y cada uno.- Descubramos en nosotros lo que hemos descubierto en María. La fuerza de Dios, que estuvo en María para que el Hijo de Dios tomara carne, humanidad, en ella (Lc 1,35; cf. Gn 1,2; Ex 13,22; 19,16; 24,16; Sal 16/h17/8; 56/h57/2; 139/140/8), esa misma fuerza está en nosotros, los bautizados y bautizadas, para que propiciemos que la Palabra de Dios esté en nuestra historia, en nuestros ambientes, en nuestro mundo. El camino es la fidelidad a Dios, encontrada en la fidelidad a uno mismo, y manifestada en el servicio a nuestros prójimos.
• Alonso López de Herrera OP (Valladolid, 1580 - Zacatecas, México, 1648): Pintura de la Inmaculada Concepción
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