EVANGELIO DOMINICAL

Domingo 1º de Adviento


Lecturas: Isaías 2,1-5 / Salmo 121,1-2.4-5.6-7.8-9 / Romanos 13,11-14 / Mateo 24,37-44

Botón homilético – Francisco Quijano

• Tres imágenes extrañas no ayudan hoy en día a comprender el sentido del Adviento: el diluvio universal que es un mito bíblico, la muerte que irrumpe súbitamente, un ladrón que actúa por sorpresa. ¿Qué sentido tienen?

• Veámoslo de otra forma. Las tres suponen que la gente está ocupada en sus asuntos, empeñada en sacar adelante los afanes de todos los días, no hay nada más que hacer.

• Pero, ¿de veras no hay nada más que hacer? ¿No hay nada nuevo que esperar? ¿Estamos tan hechos a lo acostumbrado que nada nos sorprende?

• Estas preguntas conciernen a la propia vida y a la vida que compartimos en sociedad. En 1992 Francis Fukuyama publicó un libro: El fin de la historia. Suponía que la democracia liberal y el mercado habían terminado con las ideologías, las guerras y las tensiones.

• ¿Y qué ha pasado? Que el ejercicio de la libertad humana ha vuelto a poner muchas cosas de cabeza, a sembrar zozobra, a desestabilizar países, a cuestionar instituciones que se creían sólidas.

• ¿Por qué no tomar estos hechos, que no son mitos, para interrogarte sobre lo que ocurre en nuestra historia y nuestra vida personal? ¿Acaso lo que ves en lo que te apasiona o te defrauda una dimensión que se te escapa?

• Adviento quiere decir: ¡Despierta, sacúdete la modorra, abre los ojos! La vida, la historia, tu libertad y la de los demás te deparan siempre algo nuevo.

• Unos 730 años antes de Jesús, el profeta Isaías imaginaba una utopía: «De las espadas forjarán arados, de las lanzas, podaderas. No alzará la espada pueblo contra pueblo, no se adiestrarán para la guerra».

• Ilustración de la Biblia Germánica, publicada en 1483, 1000 a 1500 copias.

 

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Claves para la homilía - Julián Riquelme

 Contexto  Palestina, año 30: Jesús imaginaba la llegada el Reino y el final de los tiempos como algo inminente, porque Él aceptaba en cierto modo la corriente apocalíptica. Siria, año 80: Para la comunidad, la llegada del Reino fue una realidad en la Muerte Pascual de Jesús, y la Segunda Venida se fue diluyendo porque veían que no se cumplía (cf. Mt 28,20).

 Sentido El Evangelio contiene una "Invitación a recibir a Cristo en nuestras vidas”. El Nazareno usa un lenguaje apocalíptico (revelación), esto es, alimenta la esperanza de sus seguidores, en la persecución, a través de imágenes del Antiguo Testamento y de la vida, que no entienden los policías. En el texto se pueden distinguir tres partes:

• Tomar conciencia de nuestras posibilidades (Mt 24,37-39). La “Venida del Hijo del hombre” comenzó a ocurrir cuando Caifás obligó a Jesús a que dijera si era o no el Mesías. Su respuesta fue: “Tú lo has dicho” (Mt 23,63ª; cf. 26,63-66; cf. Sal 110,1; Dn 7,13). A partir de ese momento, Cristo inició su reinado en el cielo, en la tierra y en el abismo. En el Evangelio de hoy el Maestro habla a sus discípulos que antes del diluvio la gente se reía de Noé por la construcción del arca y permanecían cautivos en lo pragmático, en lo inmediato, en lo organizativo cotidiano: comer, beber y casarse; no se daban cuenta que Dios siempre los había amado a ellos y a todos los seres humanos (Gn 6,5-9,17). De semejante manera, ahora ni Judea, ni Galilea, ni Samaría se percatan de que la entrega voluntaria de Jesús en su Pasión es el símbolo de que Dios Padre ama a todos los seres humanos. • El Jesús histórico, viviendo a fondo su vida, desplegó todas las posibilidades encerradas en su experiencia humana, y propuso esta misma meta para todos.

• Cultivar la libertad desde nuestro interior (Mt 24,40-41). El Señor describe la vida laboral agrícola: Dos varones siembran y cosechan trigo en el campo, mientras dos mujeres muelen el grano para obtener harina y pan en su casa. La lección que quiere inculcar es que no basta con trabajar cotidianamente; se necesita algo más: recibir a Jesús como el Mesías, aceptar su persona de manera libre: “uno será llevado y el otro dejado…., una será llevada y la otra dejada” (24,40b.41b). • El fallo está en vivir enredado en el consumismo. Para que haya encuentro en el Amor, tiene que haber libertad personal.

• Vivir la responsabilidad personal (Mt 24,42-44). La parábola del amo de casa vigilante pide propiciar el crecimiento y la madurez humana, porque la Presencia de Cristo en nuestras vidas no ha de ser temida, sino deseada. Él permite a cada persona y a todos los grupos, pasar de condiciones menos humanas a condiciones más humanas, y comunica la vida definitiva. Velar, vigilar y “estar siempre listos” es escuchar la Palabra de Dios, leer los signos de los tiempos, y disponerse para sentir las mociones del Espíritu Santo. • “Hablar con Dios o de Dios” (Santo Domingo de Guzmán). En cualquier momento puedo encontrarme con su Amor, y comunicarlo a los demás con obras y palabras.

• Ilustración del Apocalipsis de Bamberg, manuscrito del siglo XI.