EVANGELIO DOMINICAL

Domingo 33º durante el año


Botón homilético - Francisco Quijano

Lecturas: Malaquías 3,19-20 / Salmo 97,5-9 / II Tesalonicenses 3,6-12 / Lucas 21,5-19

Dos maneras de ver el fin del mundo: el evangelio de este domingo (Lc 21) y del que viene (Lc 23). Hay que leer ambos uno a la luz del otro.

Lucas 21: habla del colapso del Templo de Jerusalén. «No quedará piedra sobre piedra». Así fue, el Evangelgio de Lucas es posterior a la destrucción del templo en el año 70.

Lucas 23: proclama la muerte de Jesús crucificado, reducido a la impotencia absoluta. «Si tú eres el Mesías, sálvate a ti mismo y a nosotros». Jesús no hace nada para salvarse.

Lucas 21: Jesús advierte: habrá engaños, usurparán mi nombre; habrá guerras y revoluciones; persecuciones, cárcel, traiciones y muerte contra sus seguidores.

Lucas 23: las autoridades judías y los soldados se burlan de Jesús, un malhechor crucificado con él lo insulta. Jesús no dice nada ni hace nada.

Lucas 21: una promesa de Jesús brilla como garantía en medio del caos. «Ni un cabello de su cabeza perecerá. Si se mantienen firmes, conseguirán la vida».

Lucas 23: un malhechor crucificado dice: «Señor, cuando llegues a tu Reino, acuérdate de mí». Jesús responde: «Yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso».

• ¿Qué te dice este cuadro en dos paneles acerca de nuestra historia y nuestro destino? Prueba a buscar una respuesta… Yo insinuaré una en el botón homilético del domingo que viene.

• Gustavo Doré (1832-1883): Los cuatro jinetes del Apocalipsis

 

• O •

 

Claves para la homilía - Julián Riquelme

 Contexto  Palestina, año 30: Al llegar Jesús a Jerusalén, se piensa que la crisis de entonces se solucionaría con una Transformación Mundial hecha por Dios. Esta Transformación traería una Paz permanente. Todo ello se describía con imágenes apocalípticas. Grecia, año 80: Se mantienen las imágenes apocalípticas, pero se destaca que lo importante es la fe, el testimonio y la constancia, ahora y desde nuestro interior, para evangelizar.

 Sentido El Evangelio trata de “la esperanza cristiana en medio de los conflictos”. Usa un lenguaje apocalíptico. "Apocalipsis" significa "revelación", para animar la esperanza de los pobres. Las imágenes se toman principalmente del Antiguo Testamento, para que las interpreten los seguidores de Jesús y no sus perseguidores. El texto muestra tres ejes principales:

• La Palabra de Cristo anunció que la Transformación Mundial ya comenzó en Jerusalén (Lc 21,5-6). El Maestro aceptaba la belleza del Templo, pero rechazaba su complejo montaje humano, porque tergiversaba la imagen de Dios, su Padre, frente a los sencillos; Jesús anunció su destrucción (21,6). En efecto, aquel Santuario se había convertido en la primera potencia social, económica, cultural, religiosa y política de la región. El Templo de Jerusalén fue destruido en el año 70, lo cual, para los judíos, significaba el “fin del mundo”, porque era impensable la existencia de Israel sin el Templo. Los seguidores de Jesús interpretaban el doloroso hecho como el término de la Antigua Alianza; y, por tanto, había que buscar la germinación de la Nueva Alianza en otros ámbitos humanos (Jr 31,31; Lc 22,20). ⦁ Los “templos” y “capillas” no son para darnos seguridades. La verdadera felicidad y el sentido de la vida sólo pueden darla la confianza en Dios y la fe en la Palabra de Cristo.

• La Transformación se expande desde Judea, al mundo y al cosmos (Lc 21,7-11). Los interlocutores de Jesús le preguntan por el “cuándo” y por el “cómo”, porque no captan el fondo de su mensaje. Pero Cristo responde con la Transformación Mundial que ya va a comenzar definitivamente (cf. 22,70). Su consigna a los discípulos es que no los engañen los falsos mesías ni las calamidades ni los conflictos. Para subrayar que la historia está en las manos de Dios y que no hay nada que temer, la descripción de los conflictos se hace con este orden: comienzan en lo local (21,8-9), siguen a nivel internacional (21,10), y afectan finalmente al cosmos (21,11). ⦁ Actualmente los seres humanos estamos causando mucho daño a nuestros semejantes y al mismo planeta Tierra, nuestra casa común. Es responsabilidad nuestra buscar en consciencia caminos de solución.

• “Ahora” el testimonio y la constancia son muy necesarios en medio de estas Transformaciones (Lc 21,12-19). Con las expresiones “antes de todo eso”, Jesús se refiere al momento actual, al presente, al “ahora”; no le interesan las especulaciones sobre el futuro. Así ante un arresto y juicio injustos por la humanización (“a causa de mi Nombre”), el mismo Cristo en ese “ahora”, testimoniará, a través de nosotros, con una sabiduría inédita (Lc 21,12-15; Hch 6,10). También en el caso de la traición por parte de la propia familia y del odio generalizado, debido a la opción por la dignidad humana (“a causa de mi Nombre”), el Señor pide reaccionar con confianza en el Padre (“ni siquiera un cabello se les caerá de la cabeza”) y con el esfuerzo de la constancia ("Gracias a la constancia salvarán sus vidas") (Lc 21,16-19). ⦁ Todas las promesas de futuro, que se hacen en nombre de Dios, son falsas, porque Dios no tiene futuro. Profundizar “ahora” en la realidad de nuestro propio ser, es el único camino para darnos cuenta de que Él está siempre con nosotros y de que podemos alcanzar la máxima plenitud, a pesar de nuestras limitaciones.

⦁ Alberto Durero (1471-1528): Los cuatro jinetes del Apocalipsis