Lecturas: Eclesiástico 3,19-21.30-31 / Sal 67,4-7.10-11 / Hebreos 12,18-19.22-24 / Lucas 14,1.7-14
Botón homilético - Francisco Quijano
• Almuerzos, comidas, cenas son expresión de comensalidad: se invita a la familia, a los amigos y vecinos. En los banquetes se distingue a los invitados: hay listas, no cualquiera participa, hay lugares de privilegio, se coloca a la gente por afinidades.
• Jesús subvierte estos convencionalismos sociales. No rehúye las invitaciones ni la comensalidad: disfruta comer y banquetear con sus amistades, con fariseos, con publicanos y pecadoras. Comer con toda clase de gente es nota distintiva de su trato.
• Si esa es su actitud, también lo son sus palabras. La parábola de hoy hace ver a los invitados que se apresuran a ocupar los puestos principales su ridiculez, el anfitrión puede decirles: «Déjale el lugar a este – y tendrás que ir a ocupar avergonzado el último puesto».
• No te tomes por otra persona, no pretendas ser quien no eres, no ocupes el lugar que no te toca. Es bochornoso que te lo hagan ver o que tú de pronto lo descubras delante de todos.
• Esta enseñanza se desprende del evangelio. Pero Jesús no estaba interesado en enseñar buenos modales de mesa ni a moderarse para no quedar mal ante los demás.
• Jesús subvierte de raíz el entramado social. No con una parábola sino directamente, le dice al anfitrión: «Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, hermanos, parientes y vecinos ricos. Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos».
• Jesús anticipa así la parábola de los invitados al banquete de boda, que es símbolo del Reino de Dios (continuación del Evangelio de hoy). Como los invitados rehusaron asistir, el anfitrión dijo a su servidor: «Sal pronto a las plazas y calles de la ciudad, trae aquí a pobres, mancos, ciegos y cojos».
• Una dimensión ineludible del Reino de Dios anunciado por Jesús, y de su trato con la gente que anticipa este reinado, es salir del círculo familiar, de amistades y vecinos, para acoger a otras personas; es más, acoger a personas marginadas y excluidas.
• «De forma exclusiva y paradójica, el evangelio señala un orden de prioridad: la fiesta con los desamparados y desfavorecidos prevalece sobre las relaciones familiares y los convencionalismos sociales. Esta verdadera caridad no se expresa en términos de limosna, sino de fiesta: la expresión “gran banquete” se emplea precisamente para la invitación a los desventurados» - comenta François Bovon.
• Antonio Casanova y Estorach (1847–1896): El rey san Fernando da de comer a los pobres el Jueves Santo
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Claves para la homilía - Julián Riquelme
► Contexto Palestina, año 30: Los sábados, después de la reunión de la sinagoga, los pudientes invitaban a almorzar a alguna persona importante, para así presumir ante los demás invitados. En ese día, Jesús acababa de sanar a un enfermo de hidropesía, con lo cual se ha ganado la oposición general de los fariseos (Lc 14,1-6). Grecia, año 80: La dinámica del Reino exige la humildad y la gratuidad en el compartir humano.
► Sentido Tema del Evangelio: “La invitación de Dios, modelo de las relaciones humanas”. En el texto se pueden subrayar, por lo menos, tres aspectos:
• Circunstancia (Lc 14,1.7). El Nazareno observa el comportamiento infantil de los asistentes al banquete. De las normas de conducta social, pasa a anunciar el Reinado de Dios, a través de dos parábolas. La parábola es una comparación, que invita a encontrar un significado más profundo.
• Búsqueda de los primeros puestos (Lc 14,8-11). La primera parábola, basada en una verdad de la sabiduría popular hebrea, llama a cultivar la humildad de esos convidados (cf. Pr 25,6-7). La humildad o sencillez es reconocer que somos creaturas, con posibilidades de ser más, y con limitaciones, rechazando todo orgullo, vanidad, jactancia, vanagloria, soberbia, altivez, arrogancia etc. ¡Ojo con la falsa humildad! Es un orgullo larvado. Ella puede ser de dos maneras: a) la estratégica, que es humillarse para lograr la alabanza de los demás, que de otro modo no la tendríamos; b) la enfermiza, que es la de las personas con baja autoestima, sin deseo de salir de esta situación. Por entre la pasividad y la mentira, camina la humildad. Jesús es humilde porque se ha humillado (Flp 2,6-11).
• Elección de invitados (Lc 14,12-14). La segunda parábola está dirigida al anfitrión de la comida. En esta parábola, Jesús contrapone lo que se estila hacer en la tierra a la hora de invitar, y la actitud de Dios cuando convoca a participar en el banquete del Reino. Cristo recomienda cultivar la actitud de la gratuidad, esto es, dar sin esperar nada a cambio, sino sólo el crecimiento personal de cada invitado, y de todos ellos. Por tanto, en las relaciones humanas hemos de propiciar preferentemente la vida, el amor y la libertad de todos, en lugar de buscar para nosotros el poder, la riqueza, el prestigio y el placer. Sí, a una nueva escala de valores; no, a la retribución efímera de estos ídolos.
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