Domingo 13º durante el año


Lecturas: I Reyes 19,16.19-21 / Salmo 15,1-2.5.7-11 / Gálatas 5,1.13-18 / Lucas 9,51-62

Botón homilético - Francisco Quijano

«Cristo nos liberó para ser libres, han sido llamados a la libertad» – Son palabras de san Pablo a los gálatas que suenan como proclama libertaria radical. ¿Es así? ¿Qué libertad es esa, si el cristianismo, en particular la iglesia católica, agobian con toda clase de mandamientos y prohibiciones? El pasaje evangélico de hoy ofrece una pista.

Jesús ha tomado la decisión firme de ir a Jerusalén donde habría de morir y ascender a Dios. Pasa por Samaría, se topa con el rechazo de la gente, Santiago y Juan quieren exterminarlos con fuego, Jesús se lo prohíbe.

Tres espontáneos aparecen. Uno quiere seguir a Jesús, este le dice que con él no encontrará reposo. Jesús invita a otros dos, ponen como pretexto para seguirlo los deberes familiares, pero Jesús les dice: no, ustedes síganme ya.

¿Hay una contradicción entre la soberana libertad de Jesús que se dirige a su destino y que pide lo mismo a quienes quieren seguirlo y, por otro lado, la calidez del hogar y de los lazos familiares? No la hay. Lo que Jesús pide con sus respuestas radicales es ir a la raíz de nuestra libertad.

Esa raíz es nuestra vinculación con él. En el Evangelio de San Juan, Jesús dice: «Si el Hijo les da la libertad, serán realmente libres». Este don de la libertad es el que nos permite repensar y rehacer toda nuestra vida a partir del amor, que es la vía regia de nuestra maduración como personas.

Otra vez Pablo: «Háganse servidores los unos de los otros por medio del amor, porque toda la ley se cumple en un solo precepto: amarás a tu prójimo como a ti mismo». El amor transforma nuestras relaciones infantiles de dependencia en libertad adulta de generosidad y entrega.
 

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Claves para la homilía Julián Riquelme

► Contexto - Palestina, año 30: Jesús habría sido rechazado alguna vez por los samaritanos. En efecto, existían antipatías mutuas entre samaritanos y judíos. Los samaritanos procedían de una mezcla de raza traída por las invasiones asirias, y tenían su propio templo en Garizín, paralelo al de Jerusalén. Por eso, los hebreos los consideraban impuros y herejes. Éstos les devolvían la enemistad. - Grecia, año 80: Se quiere subrayar que, en la aceptación del Evangelio como en el seguimiento de Jesús, son necesarias la libertad y la responsabilidad.

► Sentido: El texto, cuyo tema central es Libertad y Responsabilidad, contiene dos episodios o escenas de la subida del Nazareno a Jerusalén, a saber:

Mal recibimiento en un pueblo samaritano (Lc 9,51-56). Los discípulos aún no entienden las enseñanzas del Maestro. Su orgullo de raza no tolera que unos pobres samaritanos les rechacen. Además, su fanatismo por adorar a Dios en Jerusalén y su prepotencia por ser acompañantes del futuro Mesías, les hace creer que son propietarios de la verdad. En el "volverse" de Jesús hacia ellos, hay mucho de ironía y de decepción. Cristo los reprende, pues, para Él, el Evangelio del Reinado de Dios no se impone por la fuerza. En resumen, la libertad es uno de los fundamentos del ser cristiano.

Exigencias de la vocación de los seguidores de Jesús (Lc 9,57-62). Lucas recoge las exigencias y la grandeza del seguimiento en tres ejemplos. Los tres se basan en una firme convicción, que se expresa en una acción madura. El primero es un disponerse a seguir al Hijo del hombre con sencillez de vida, hasta que llegue el momento de sentarse con Él a la diestra de Dios (Lc 22,69). El segundo afirma, en toda su radicalidad, que lo urgente es el anuncio y el establecimiento del Reinado de Dios. El tercero, aludiendo a la vocación de Eliseo (1 R 19,16b.19-21), pide el compromiso inmediato y activo con la misión de Cristo. Detrás de estas tres expresiones late un solo principio: Ser cristiano es un gran reto para el ser humano, pues el servicio significa amar con responsabilidad a los otros.