Lecturas: Deuteronomio 26,1-2.4-10 / Salmo 90,1-2.10-15 / Romanos 10,5-13 / Lucas 4,1-13
Botón homilético — Francisco Quijano
⦁ Las tentaciones de Jesús. En la Leyenda del Gran Inquisidor, Dostoievski intuyó que en estas tres preguntas o tentaciones se condensa la historia de la humanidad, sus contradicciones.
⦁ ¿Qué preguntas? Si eres el hijo de Dios, transforma estas piedras en pan… Si me adoras, te daré todo el poder… Si te arrojas desde lo alto del templo, Dios te protegerá…
⦁ ¿Cómo responde Jesús? No solo de pan vive el hombre… Solo al Señor adorarás… No tentarás al Señor, tu Dios… Respuestas transparentes acerca de lo que está en juego.
⦁ ¿Y qué está en juego? Qué es lo que te hace vivir. Quién pretendes ser. A quién crees manipular… Saber quién eres tú y quién es él, qué es tu humanidad y qué es él…
⦁ ¿Quién responde a ellas? El primogénito de una humanidad nueva: uno que vive de amor antes que de pan, que sirve en vez de dominar, que juega su libertad sin doblez ni manipulación.
⦁ Así lo dice san Agustín: «En Cristo tú eras tentado, porque él tomó de ti la carne, tú de él la salvación; él de ti la muerte, tú de él la vida, él de ti la tentación, tú de él la victoria. Reconócete tentado en él y reconócete vencedor en él».
• Sobre la Leyenda del Gran Inquisidor y las tentaciones de Jesús leer aquí
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Claves para la homilía – Julián Riquelme
► Contexto Palestina, año 30 y siguientes: Jesús es tentado repetidamente por los seres humanos durante su vida terrena: Las multitudes saciadas quieren hacerlo rey (Jn 6,15), los jefes judíos lo invitan a salvarse bajando de la cruz (Lc 23,35). Grecia, año 80: Los seguidores de Cristo, en ese ambiente, son puestos a prueba invitándoles a salirse de su camino y a oprimir a otros.
► Sentido La escena de la “prueba” o “tentaciones en el desierto” es una recapitulación de la experiencia de Cristo, puesta en los inicios de su ministerio. La tentación es una instigación o estímulo, que induce a oprimir de alguna manera a las otras personas, y no a propiciar su liberación. Esto es equivocar el camino, que favorece la Venida del Reino de Dios. El amor al prójimo debe ser el centro de nuestras opciones, pues todos somos hijos del mismo Padre, y porque en la relación con las otras personas se alcanza la plenitud de nuestro crecimiento humano. Según el texto de San Lucas, la tentación se manifiesta de tres maneras:
⦁ Cambiar una piedra en pan (Lc 4,2b-4). Es decir, buscar el propio interés, y no hacer un viaje a la propia interioridad para liberarse y liberar (cf. Dt 8,3; Ex 16).- Imaginar que sólo saciando mis instintos o necesidades materiales, estoy amando y liberando a las personas. Debo plantearme la pregunta del Génesis: “Caín, ¿dónde está tu hermano?” (Gn 4,9). Jesús se alimenta de la Palabra viva de Dios, y multiplica los panes para alimentar a la gente.
⦁ Adorar a Satán (Lc 4,5-8). Esto es, pretender el “poder y la gloria”, a través de abusos, mentiras e injusticias, lo cual es una idolatría del poder opresor, inspirado por el “demonio” (cf. Dt 6,10-15; Ex 23,23-33).- En términos actuales, significa centrarse en algún aspecto de la vida humana y absolutizarlo, oprimiendo y olvidando la solidaridad. El Reino de Dios no se impone, se ofrece con amor. Jesús adora al Dios de los pobres, débiles e indefensos.
⦁ Tirarse desde una altura (Lc 4,9-12). Lo cual equivale a utilizar el espacio religioso para conseguir el éxito fácil y la ostentación. Querer manipular a Dios y a la gente para que se realice mi propia voluntad. También la mentalidad milagrista, que no respeta los ciclos naturales de las creaturas (cf. Dt 6,16; Ex 17,1-7).- Poner a Dios al servicio de mi vanagloria, popularidad y fama. Jesús no actúa así: Él está en medio de los suyos como el que sirve.
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