Lecturas: Isaías 60,1-6 / Salmo 71,2.7-8.10-11.12-13 / Efesios 3,2-3.5-6 / Mateo 2,1-12
Botón homilético – Francisco Quijano
• «Vimos su estrella en Oriente y hemos venido a adorarlo». Magos, videntes, expertos en artes adivinatorias, sabios, astrólogos, ¿qué representan estos personajes entrañables de los evangelios?
• Somos nosotros, humanidad, en búsqueda de sentido, nosotros acicateados por tres cuestiones clave: hacia dónde vamos, de dónde venimos, quiénes somos.
• Vemos una estrella, presentimos el misterio al que apuntan estas preguntas, nos damos múltiples respuestas. Venimos de lejos con el enigma de nuestra existencia y nuestras aspiraciones, que son dones de oro, incienso y mirra.
• Oro: representa el poder de emperadores y reyes, ha sido la divisa por excelencia del comercio. Incienso: significa el culto a la divinidad. Mirra: es signo de muerte, se usa para embalsamar cadáveres.
• Estos Sabios de Oriente rinden homenaje a quien tiene la clave de nuestras interrogaciones, él que ostenta no el poder sino el servicio, él que es Dios humanizado, él que vence por su resurrección a la muerte.
• ¿Cómo termina esta búsqueda? «Al ver la estrella se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa y vieron al niño con María, su madre». Así es la Epifanía – Manifestación – del Señor.
Adoración de los magos
Jerónimo Bosch (1450-1516)
Claves para la homilía – Julián Riquelme
► Contexto - Palestina, año 1: En el Evangelio aparece el Niño Jesús con María, su madre (Mt 2,11). - Antioquía (Siria), año 80: Los cristianos de origen judío, al escuchar el relato de los Magos, entendían que Jesús traía la Sabiduría de Dios a la tierra, y, por tanto, era un nuevo Salomón y más grande que ese rey (1 Co 1,24).
► Sentido El Evangelio narra la “Adoración de los Magos al Niño rey de los judíos”. Es una enseñanza basada en el episodio de la visita de la reina de Saba a Salomón, que decía: Un día se presentó en Jerusalén una reina anónima, venida de un lejano país llamado Saba; había oído hablar de la fama del rey israelita, quería conocerlo y admirarlo personalmente (1 R 10,1-13). Mensaje: De manera semejante, unos Sabios extranjeros fueron los primeros en descubrir el secreto escondido en el Niño de Belén (cf Mt 12,42). Las partes del relato son:
• Llegada de los Magos de Oriente a Jerusalén, guiados por una estrella, buscando al Niño rey de los judíos (Mt 2,1-2). Esos “Magos” no eran personas que realizaban trucos de magia, sino unos estudiosos de las ciencias secretas, unos investigadores del curso de las estrellas, algo así como los científicos de la época; estos personajes anónimos viajaron a Jerusalén desde un lejano país de Oriente (Mt 2,1; cf 1 R 10,1); como representantes del saber, buscaban al rey de los judíos para adorarlo (Mt 2,2; cf 1 R 10,1.9); los guió una estrella y llegaron planteando un enigma difícil de resolver (Mt 2,2; cf 1 R 10,3).- Dios no excluye a nadie de su Amor, por eso quiere hablar a todos los seres humanos en el lenguaje de sus propias culturas, o esquemas de vida: los Magos lo descubrieron a través de sus estudios astronómicos.
• Herodes y Jerusalén actúan como necios (Mt 2,3-8). a) Tienen miedo a perder el poder (Mt 2,3): están asustados por la posible aparición de un rival al trono de los herodianos; b) El poder religioso de la época asesora al Tirano (Mt 2,4-6): los sumos sacerdotes y los escribas pudieron enterarse de la presencia del Mesías, descifrando las profecías de las Sagradas Escrituras, pero, como su clave de interpretación estaba ligada al poder, permanecieron ciegos; c) Herodes trata de manipular a los Magos (Mt 2,8): para ello usa la hipocresía.- El desapego y la humildad son los caminos que permiten romper la esclavitudes, y respirar la libertad.
• Encuentro de los Magos con el Niño, ofrecimiento de regalos y regreso (Mt 2,9-12). Aquellos Sabios hallaron respuesta a su enigma, a su pregunta fundamental: se encontraron con la persona anhelada (Mt 2,8-10; cf 1 R 10,3); ofrecieron al Niño rey los regalos que le traían: oro, incienso y mirra (Mt 2,11; cf 1 R 10,10); Después de adorar al Niño, regresaron a su país y desaparecieron de la historia (Mt 2,12; cf 1 R 10,13).- Aunque las Palabras del Evangelio pueden resultar desconcertantes, hay que aceptarlas con confianza, porque el Mesías comunica la Sabiduría de Dios.
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