Lecturas: Sofonías 3, 14-18 / Isaías 12, 2-6 / Filipenses 4, 4-7 / Lucas 3, 10-18
Botón homilético – Francisco Quijano
• Navidad, ¿cómo disponerse a celebrarla? Con actitudes sencillas que consolidan la vida familiar y la vida civil.
• Se esperaba al Mesías. ¿Qué responde Juan a la gente? Compartan lo que tienen con los demás. ¿Qué dice a los recaudadores? No reciban sobornos. ¿Y a los policías? No extorsionen. Todas ellas virtudes cívicas que cortan de raíz con dos lacras sociales: la desigualdad y la corrupción.
• Se esperaba en el siglo VI aC el reinado de Dios. ¿Cómo sostenía esta esperanza el profeta Sofonías? Regocíjate, ciudad de Sion, festeja exultante, Jerusalén. Gozo, alegría, júbilo son expresiones que levantan el ánimo.
• Un salmo de fecha desconocida celebra al Santo de Israel en medio de su pueblo: «¡El Señor es mi fuerza y mi canción, Él es mi salvación!» El canto, expresión de júbilo y alabanza, de gratitud y acción de gracias.
• Pablo exhorta a vivir siempre alegres, a no afligirse por nada, a presentarse ante el Señor en oración. Ser reconocidos por la bondad. Recuerda que la paz de Dios, que supera todo pensamiento, es la guardiana de nuestros corazones.
• Vivir todas estas actitudes y expresiones en familia y en la vida cotidiana es la mejor forma de esperar la venida del Mesías. Son ya fruto de su presencia entre nosotros con su bautizo en Espíritu Santo y fuego.
Claves para la homilía – Julián Riquelme
► Contexto – Palestina, año 30: La gente es víctima de la dominación política de los romanos, y de la opresión religiosa y legalista de los fariseos y saduceos. – Grecia, año 80: El Bautista es el “Precursor”; y Jesús es el Mesías. Ambos se preocupan del bien del prójimo a través del compartir, pero con distinta motivación, debido a la distinta imagen de Dios que cultivan.
► Sentido El Evangelio presenta la “Misión de Juan Bautista”. Esta puede ser la estructura o división del texto:
• Convocatoria del Precursor (Lc 3,2b-3). “En el desierto”: Aunque hijo de sacerdote, el Bautista deja atrás el Templo y opta por el desierto para encontrarse con el Dios Vivo. Juan predica un bautismo como signo de un cambio definitivo, para toda la vida. Al sumergir a la gente en las aguas del Jordán, este bautismo simboliza una nueva travesía de este río, para entrar en la Tierra Prometida. Los israelitas hicieron este paso al final del Éxodo, según las leyendas (1200), y después del Exilio de Babilonia (538). El Precursor pide a quienes le escuchan una determinada conducta, que no se refiere al cumplimiento de normas legales, como hacían los fariseos, sino a actitudes interiores en relación con el prójimo. Esto es un avance sobre la mentalidad oficial.- Para el Bautista, la espiritualidad que no se preocupa de la vida de todos los demás, no es la espiritualidad que Dios quiere.
• Diálogos sobre la conversión (Lc 3,10-14). “¿Qué debemos hacer?” La pregunta es una prueba de la sinceridad de quienes se acercan a Juan. En la conversación con la gente, con los publicanos y con los soldados, el Bautista indica que la aceptación del Reinado de Dios, exige despojarse de la actitud de discriminación y de la del privilegio. Para él, el Reinado de Dios germinará en una humanidad fraterna, donde nadie reclame para sí la posesión de un plus a costa de la indigencia de los otros.- Si la sinceridad me permite “tocar fondo” en alguna adicción o esclavitud, o me quedo en el abismo, o trato de superarme. Jesús está dispuesto a ayudarme.
• Anuncio de la venida del Mesías (Lc 3,15-18). “El pueblo estaba a la expectativa, y se preguntaban si Juan no sería el Mesías”. Muchos así lo creyeron, incluso después de su martirio. El Evangelista redacta el texto según la fe cristiana: Jesús es el Mesías; Juan es su Precursor inmediato. La motivación del uno y del otro cambia radicalmente, según la imagen de Dios que cultivan: El Bautista afirma que la aceptación por parte de Dios es la meta; el Nazareno dice que esto es el punto de partida. El Precursor llama a actuar correctamente para ser aceptados por Dios; Jesús invita a descubrir el amor, que es Dios dentro de nosotros, y, a obrar conforme a las exigencias de esa presencia. El objetivo de Juan es escapar a la ira de Dios; el del Nazareno es imitar a Dios en su entrega con total generosidad.- Reconocer lo que Dios es para nosotros, obliga a ser como Él.
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