EVANGELIO DOMINICAL

Domingo 14º durante el año


Botón homilético                                                                                               Francisco Quijano OP

Domingo 14º durante el año (8.7.2018)  Marcos 6, 1-6

Podemos conocer muchas cosas: unas son necesarias para la vida; otras, para desempeñar un oficio o una profesión; otras son cultura que nos enriquece. Y otras son esenciales para centrarnos en la nuestra existencia.

¿Quién eres tú con quien comparto la aventura de vivir? ¿Quiénes las personas que conforman mi círculo familiar en quienes confío? ¿Quiénes mis amistades? ¿Quiénes esos hombres y esas mujeres que me han enseñado y me enseñan a vivir? ¿Quién soy yo?

La gente de Nazaret creía conocer bien a Jesús, habían convivido con él desde niño hasta que salió del pueblo. Pero cuando regresa, al oírlo enseñar, se asombran: «¿De dónde ha sacado este todo eso? ¿Qué sabiduría es esa que le han enseñado? ¿De dónde tamaños milagros que salen de sus manos?»

Nada de eso encajaba con la convivencia que había tenido con él, no cuadraba con su madre, sus hermanos y hermanas. Su gente estaba desconcertada.

El trato con otras personas nos deparara sorpresas. Pretender que conocemos bien a los demás es ilusorio. Por ser lo que somos, personas abiertas a una aventura, la de la vida, dueñas de nuestra libertad y nuestros actos, con un destino que no está predeterminado, somos un misterio.

Más aún, lo somos por ser reflejo, imagen, semejanza de otro misterio, el de nuestro Creador: «Dios creo al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creo, varó0n y mujer los creo». En el amor mutuo de varón y mujer, este misterio se vive en una aventura compartida.

Si así sucede con nosotros, criaturas humanas, cuanto más con Jesús. Su misterio nos sobrepasa, requiere de nosotros una disposición a acogerlo tal como se nos va presentando. Esa es la aventura de la fe, bajo la guía misteriosa del Espíritu que guiaba a Jesús en el anuncio del reinado de Dios.

Monasterio de Visoki Dechani, Serbia: Fresco de Jesús en la sinagoga de Nazaret

 

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Claves para la homilía                                                                            Julián Riquelme OP
 

Contexto • Palestina, año 30: Nazareth es un lugar pequeño e insignificante (Cf. Jn 1,46). Probablemente los nazarenos no valoran su propia vida, sino que son dependientes de lo que viene de fuera: de la capital Jerusalén, y de la enseñanza de los escribas del Templo. • Roma, año 70: Los cristianos de la capital del imperio tienden a deprimirse y a sentirse con baja autoestima, debido a la persecución.

Sentido Algunos llaman a este trozo bíblico “La Visita de Jesús a Nazaret”; otros lo denominan “Cristo es rechazado en su patria chica”. En el texto se pueden señalar, entre otros, estos aspectos:

Los discípulos siguen al Señor (6,1-2ª). El Maestro aprovecha la oportunidad para predicar en la sinagoga durante el culto del sábado. Los discípulos son testigos de la actitud de los parientes, los paisanos, y “los de fuera” ante los milagros y la palabra de Jesucristo.

Jesús es motivo de escándalo para los nazarenos (6,2b-3). Cristo no se presenta en medio de los suyos como un "superhombre", sino como una persona sencilla, y en solidaridad con los otros. El Mesías de Dios se revela únicamente como un hombre normal y corriente.

El asombro del Señor ante la incredulidad de la gente (6,4-6). Para realizar "milagros" o cambios en las personas, el Maestro necesita que ellas tengan fe. Así como el poder de Jesucristo es nuestra salvación, así nuestra incredulidad es su impotencia.

Bartolomé Esteban Murillo (1618-1682) La Sagrada Familia del pajarito, c.1650