Botón homilético Francisco Quijano OP
Domingo 17º durante el año (30.7.2017) Mateo 13, 44-52
● Es una fortuna que le caiga a uno en las manos una joya preciosa (perla, diamante, zafiro, rubí, esmeralda, coral). Es afortunado encontrar un tesoro enterrado en un campo.
● Fortuna: de eso hablan estas parábolas. ¿Qué fortuna es esa? La palabra tiene triple sentido: es casualidad, algo fortuito; es también suerte, ventura; y es riqueza, bienes. En los tres sentidos podemos entender el significado de estas parábolas.
● Es casualidad, algo fortuito que no depende de nuestra voluntad ni de nuestros deseos, es Dios que irrumpe en nuestras vidas, su reino o reinado que Jesús anuncia mediante parábolas. A esta casualidad se le llama también providencia de Dios, o con un neologismo: diosidencia. Es Dios que llega felizmente.
● Es suerte, ventura: la llegada de alguien a nuestra vida, una persona que nos conmueve, nos abre horizontes insopechados, nos enriquece. El paradigma humano de este encuentro es una pareja que “hace química”, o cuando se congenia en una amistad. Eso es Dios también en nuestras vidas.
● Es también fortuna, riqueza. Las parábolas presentan esta dimensión que pone en juego nuestra libertad: es una “diosidencia” que Dios irrumpa en mi vida, es una gran ventura… ¿Y que voy a hacer yo con eso? A responder esta pregunta invitan estas dos parábolas.
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● Sentido. Según las “parábolas del tesoro y de la perla”, el Reino de Dios es algo “oculto”, “escondido” y a la vez lo más valioso de la creación. En estas parábolas se puede subrayar los siguientes elementos:
♦ El Reino de Dios es absolutamente gratuito. Vale decir, es preexistente al hallazgo y al esfuerzo humanos: viene por libre iniciativa divina (El "tesoro está escondido en un campo”; a la perla se la “encuentra”). La realidad descubierta, está “dentro” de cada uno de nosotros; es el mismo Dios, presente en cada uno; es lo más hondo de la realidad que soy, y que son todas las otras criaturas. ‒ La tarea más importante es buscar el Reino de Dios en nuestra propia vida; no es un objetivo fácil, porque no se descubre por los sentidos ni por la razón, sino por la experiencia.
♦ El hallazgo del Reino de Dios genera espontáneamente una opción fundamental en los seres humanos. Esta opción permite reordenar la realidad presente hacia una prioridad central, y relativizar todo valor antes conocido (Los dos hombres “venden todo lo que poseen” y “compran” respectivamente el campo o la perla). ‒ La diferencia entre la experiencia del Reino de Dios y los valores terrenos consiste, en que el primero enriquece a quien lo encuentra y a los demás; mientras que lo segundo se consigue a costa de la pobreza para otras personas.
♦ La alegría en la parábola del tesoro (13,44b). El hallazgo produce alegría: el campesino se alegra porque va a ser rico. El Reino de Dios todo lo ilumina y ofrece una felicidad continuada. Los valores terrenos aportan una alegría pasajera y que, normalmente, se consigue con la tristeza de muchos. ‒ Es conveniente tener una escala de valores, presidida por la prioridad del Reino, la cual ayude a humanizar nuestro mundo; así podremos vivir y trabajar por la plenitud humana con optimismo.
• Rembrandt van Rijn (1606-1669): Parábolas de la perla (1627) y del tesoro escondido (1630)
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