EVANGELIO DOMINICAL

Domingo 16º durante el año


Botón homilético                                                                                             Francisco Quijano OP

Domingo 16º durante el año (23.7.2017) Mateo 13, 24-43

● Tres parábolas que invitan a tener una mirada atenta y penetrante, un corazón complaciente y apacible ante la propia vida, la vida de los demás, los acontecimientos convulsos de nuestro mundo.

● Cuando la cosas no van bien, cuando los demás nos molestan, cuando los sucesos contradicen nuestras expectativas de bien y justicia, de una humanidad mejor, el nerviosismo, la acidez y la ira se amparan de nosotros. Querríamos poner todo en orden de un santiamén.

● ¿Tendría Jesús esa tentación? Seguramente: el relato evangélico dice que fue tentado por el éxito espectacular inmediato, el poder político, la debilidad de halagar y satisfacer a las multitudes. Pero venció estas tentaciones.

● La parábola del trigo y la cizaña expresa su paciencia frente a lo adverso y lo que se oponía al reinado de Dios. Así lo enseñó también cuando dijo: «Su Padre que está en los cielos hace salir el sol sobre buenos y malos, y llover sobre justos e injustos».

● Las parábolas de la semilla de mostaza y la levadura en la masa expresan su indeclinabe paciencia y esperanza del crecimiento del reinado de Dios – su presencia viva – en medio de la gente.

● Esas han de ser nuestras actitudes, sostenidas por una confianza inquebrantable en la eficacia de la palabra de Dios – comparada en otras parábolas con una semilla – producirá su fruto en nosotros, en los demás y en nuestra humanidad. 

 

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Claves para la homilía                                                                      Julián Riquelme OP
 
● Contexto. ‒ Palestina, año 30: Frente a la impaciencia mesiánica, Jesús enseña la necesidad de convivir con el diferente.  ‒ Antioquía (Siria), año 80: El deseo de los cristianos por participar en el futuro Reino del Mesías, puede llevarlos sentirse elegidos y superiores, excluyendo a otras personas en el presente.

● Sentido. La parábola del trigo y la cizaña es conocida también como la parábola de la tolerancia. En ella se distinguen tres partes:

♦ El trigo y la cizaña en el campo (13,24-26). El sembrador siembra buena semilla en su campo, la cizaña tiene un origen muy distinto. Según la mentalidad popular de la época, hay un enemigo del ser humano empeñado en que no alcance su plenitud. Para otros textos de la Biblia, no existe “ese otro enemigo”, porque Dios es el único Creador y Liberador. El mal y el sufrimiento no tienen una explicación profunda. A lo máximo que se puede llegar es a una descripción, que habla de que somos criaturas en evolución con metas y anhelos y con limitaciones y fallos. ‒ El ser humano, buscando su crecimiento como individuo, arruina a veces su plenitud como colectividad humana. Esto exige salir del egoísmo y asumir la actitud de solidaridad.

♦ La primera reacción de los peones (13,27-28). El pueblo judío de entonces se cree elegido y superior a todos los demás pueblos y razas. Además, los fariseos preguntan: ¿Por qué Jesús come con los publicanos y los pecadores (Mt 9,11)? Por su parte, los discípulos cuando ven a uno que expulsa demonios en nombre del Maestro, tratan de impedírselo, porque no pertenece al grupo (cf. Mc 9,38-39). ‒ A veces catalogamos a las personas en dos categorías excluyentes: buenos y malos; incluso nuestros teólogos han llegado a afirmar erróneamente “Fuera de la Iglesia no hay salvación”.

♦ La respuesta del propietario (13,29-30). La “clave” o “punto de inflexión” de la parábola se encuentra en las palabras del dueño del campo: “Dejen que crezcan juntos hasta la cosecha”. La cizaña es una hierba muy parecida al trigo, y no se puede distinguir de él hasta que no produce el fruto. Pero, aunque se distinga una de otra, al intentar arrancarla, sin querer, se puede arrancar el trigo, porque las raíces de ambas plantas están completamente entrelazadas. No sólo en la sociedad, sino también en cada uno de nosotros coexisten juntos cizaña y trigo. El mensaje de fondo es: mirémonos por dentro lo bueno y lo malo que tenemos, tratemos de no ser sectarios y propiciemos el crecimiento de la humanización a todo nivel. ‒ Lo que hay de trigo en cada uno de nosotros, se puede transformar en cizaña, y lo que tenemos de cizaña se puede transformar en trigo. Además, la falta de comprensión y aceptación del otro con sus fallos, es lo que aleja de la pertenencia al Reino de Dios. Finalmente, esta visión no puede llevarnos a ser cómplices de las injusticias sociales: para superarlas hay otros caminos, como los tribunales civiles.

 

• Jules Dupré (1811-1889): La cosecha