EVANGELIO DOMINICAL

Domingo 15º durante el año


Botón homilético                                                                                              Francisco Quijano OP

Domingo 15º durante el año (16.7.2017) Romanos 8, 18-23; Mateo 13, 1-23

● La metáfora de la palabra de Dios que se siembra como una semilla sugiere veladamente que la palabra germina en los corazones con la fuerza vital de una semilla. Es una forma de aludir al dinamismo vital del Espíritu de Dios.

● Así es. La palabra de Dios, anunciada y escuchada en la predicación, leída en las Escrituras, solo produce fruto gracias al impulso vital del Espíritu Santo: instinctus fedei, instinctus Spiritus Sancti, así lo llaman los teólogos clásicos: instinto o inspiración de la fe o del Espíritu Santo.

● Esa moción del Espíritu suscita y activa nuestra propia libertad –sin que ello implique coerción– a través de la cual la palabra produce fruto. En esto, la metáfora de la semilla se queda corta: la palabra fructifica no de manera automática, sino en virtud de nuestra respuesta libre a la moción del Espíritu.

● Esa respuesta es variable. Así –siguiendo con la metáfora de la siembra– tenemos la semilla que cae en el camino o en un pedregal o entra zarzas o en buena tierra. El sembrador siembra la palabra, y esta fructifica de distinta manera en los oyentes.

● Otra metáfora –carta a los romanos– presenta la acción vital del Espíritu como una obra de gestación: la creación entera sufre dolores de parto, y nosotros con ella gemimos, esperando que se realice plenamente nuestra condición de hijos e hijas de Dios.

⦁ Pieter Brueghel el Viejo (1525-1569): Parábola del sembrador, 1557

 

 

Claves para la homilía                                                                                              Julián Riquelme OP

◙ Contexto ► Palestina, año 30: Lo principal de la parábola fueron “el sembrador” y “la semilla”, para animar a los seguidores de Jesús a predicar sin calcular la respuesta de antemano. ► Antioquía (Siria), año 80: Se insiste en la disposición de los receptores, dando importancia a las condiciones de la tierra, que de por sí es buena, pero puede tener impedimentos externos que no dejan crecer la semilla.

◙ Sentido La "Parábola del sembrador". Una parábola es una historieta contando un hecho de vida. Sin embargo, contiene una intuición básica, que, al descubrirla, es como un chispazo, que ilumina desde dentro al oyente, permitiéndole interpretar la realidad y captar personalmente el mensaje central: "¡El que tenga oídos, que oiga!". Así las parábolas estimulan, con cierto humor, a pensar por sí mismos a los sujetos, para que las personas lleguen a cuestionarse los principios ideológicos, las premisas, los presupuestos, que les impiden profundizar en el sentido de la vida. Al final, Cristo no explica la parábola, sino que insinúa cómo está operando el secreto de ella en la vida de los discípulos (Mt 13,10-23).

● En la parábola del sembrador, la verdadera “semilla”, es lo que hay de Dios en nosotros, es decir, todo lo que hay de bueno en nosotros. Porque lo malo es nuestro.

● Dios se da a todos y a cada uno de nosotros, no como un producto elaborado, sino como semilla, que cada uno tiene que dejar fructificar.

● La meta de la creación es la armonía de todo el universo, en el cual se incluye la humanización. Esto exige el amor entrega hacia el prójimo.

● El secreto de esta parábola es: Dios está siempre presente en el caminar de la gente. Sin embargo, el corazón de las personas es el escenario de un combate a favor o en contra de que fructifique la presencia de Dios en nosotros.

● El fruto es una nueva manera de relacionarse con Dios, consigo mismo, con los demás y con las cosas.

● En tiempos de Jesús y de las primeras comunidades cristianas hay, por lo menos, tres fuerzas adversas al germinar de la semilla en la vida de los seguidores del Señor:

— La mentalidad legalista de los escribas y fariseos (“las aves del cielo” o “los pájaros”).

— Las persecuciones imperiales a causa del Evangelio (“el sol”).

— Los inmediatismos o pragmatismos frente al diario vivir (“las espinas”).

⦁ Jean-François Millet (1814-1875): Las espigadoras, 1857