VIDAS Y AVENTURAS

Don Lorenzo Servitje: Compromiso social desde la empresa
— por Antonio Maza Pereda

Falleció el 3 de febrero pasado uno de los empresarios más destacados de América Latina, Don Lorenzo Servitje. Nacido en 1918, en México, hijo de emigrantes catalanes, queda huérfano y se hace cargo de una pequeña cadena de panaderías en la Ciudad de México. En 1945 crea la empresa Panificación Bimbo, S. A.

Don Lorenzo crea su empresa con un producto que, para la época, era muy avanzado: el pan de caja. Muchos decían que su producto no tendría éxito, dado el gran aprecio que tenemos los mexicanos por el pan artesanal, comprado prácticamente al momento de las comidas, y en una variedad impresionante de presentaciones, diferentes en cada región. Don Lorenzo vio lo que otros no veían: un país en rápida transformación, con acelerada industrialización y la incorporación de mujeres al mercado laboral que hacía necesario el tener medios prácticos para la alimentación de los hogares.

70 años después el Grupo Bimbo, con el esfuerzo de Don Lorenzo y el magnífico equipo que hizo con su hermano Roberto, llevaron a la empresa a ser la panificadora más grande del mundo, con presencia en 22 países de América, Europa y Asia y ventas anuales por más de 10,000 millones de dólares en el año 2015.

Sin embargo, con ser una historia de negocios extraordinaria la de Don Lorenzo, lo más importante fue su enfoque en la sociedad, que siempre estuvo presente en todos sus actos. Un creyente ferviente en la necesidad de la colaboración y el desarrollo del gremio empresarial, formó parte de una generación que creó organizaciones empresariales que tuvieron y siguen teniendo una amplia influencia en el país. Preocupado por la situación precaria del sector Rural, creó y dirigió la Fundación Mexicana para el Desarrollo Rural.

Un apasionado promotor de la Doctrina Social Cristiana, fundó la Unión Social de Empresarios Mexicanos (USEM) y el Instituto Mexicano de Doctrina Social Cristiana (IMDOSOC) del que fue presidente vitalicio, con el propósito de difundir la Doctrina Social Cristiana y demostrar que es posible aplicarla en empresas concretas y ser exitosos como empresarios.

Tal vez una faceta menos conocida fue la de ser probablemente el filántropo más importante de México. Nunca fue un hombre que buscara los reflectores; sus aportaciones a causas sociales han pasado mayormente desconocidas, porque él no quiso hacer gala de su filantropía. He sabido de muchas organizaciones de distintos tipos, que se han beneficiado de las aportaciones que él y su empresa hicieron. En concreto, recuerdo la Fundación León XIII, destinada a promover el desarrollo de comunidades indígenas marginadas.

Todo este recuento de la vida de un gran empresario Latinoamericano se queda necesariamente corto. Probablemente varios libros no alcanzarían a hacerle justicia a este hombre prodigioso.

Su combinación de cualidades, las de negocios, las de dirigente gremial y las de hombre preocupado por las cuestiones sociales, son un resumen de lo que debería esperarse de todos los seglares católicos. Porque, en mi opinión, debería esperarse que seamos personas relevantes en lo profesional, en lo gremial y en lo social. Yo no recuerdo a Don Lorenzo predicando de otro modo que no fuera con el ejemplo. Y esto nos muestra un estilo muy importante y muy necesario: contribuir, como seglares católicos, en nuestras sociedades. Claramente, él lo logró al transformar realidades muy diversas, con su modestia y su empuje.

Lo extrañaremos, Don Lorenzo. Nos quedaremos un poco huérfanos sin su presencia. Pero, seguramente, ya lo extrañaban en nuestra Patria Celestial. Ojalá podamos, con la misericordia de Dios, tener la oportunidad de volverlo a ver.

 

Marzo 2017