PALABRA DEL MES

La religión, mapa de la vida humana plena
— por José Amando Robles

No sé quién fue el autor o la autora que comparó la religión con un mapa de la vida humana plena o espiritualidad, pero su expresión ha hecho fortuna, de manera que en poco tiempo ha pasado ya a ser de uso común y anónima. También es conocida la parábola de Tony de Mello, que pudiera tomarse como una explanación de la religión mapa. Alguien, según Tony de Mello, tuvo la suerte de recorrer el Amazonas y la experiencia fue tan impactante en él que, de vuelta a su comunidad, queriendo incitar a otros a hacer lo mismo, no se le ocurrió otra cosa que hacer un mapa del río, el mejor que pudo, con sus lugares y aspectos más importantes, y colocarlo en un lugar público para que todos lo viesen.

La idea fue “exitosísima”. El mapa fue muy visitado y su impacto fue tal que muy pronto se convirtió en un lugar de culto. Sus convecinos nunca habían visto nada igual. Muchos vieron en el mapa un tótem, rezaban ante él, se ponían de rodillas, lo adoraban, hacían celebraciones, se llevaban trocitos del mismo a sus casas, hasta que tuvieron que protegerlo con un vidrio, no sin antes sacarle copias fidedignas para que cada quien, a bajo costo, pudiera llevarse una copia a sus casas y lugares de trabajo. El mapa presidía todo, pero nadie iba al Amazonas. Su mismo éxito lo hacía innecesario. Contra la voluntad de su creador, el mapa y él mismo se convirtieron en un sustituto de la experiencia espiritual, sustitución que con el tiempo fue creciendo más y más.

El sentido de la parábola no puede ser más obvio, y su comparación con la religión, incluida la religión cristiana, también. Es obvio como la religión, medio y mapa de espiritualidad, medio y guía para vivir una vida humana plena, con frecuencia históricamente, socialmente y personalmente, se ha convertido en un sustituto y, como sustituto, en un fin. Ello explica por qué hablando en términos cuantitativos o de proporción, sea más frecuente, abunde más, la religión que la espiritualidad. Un intelectual muy honesto, como era Antonio Gramsci, observaba que los santos tipo Francisco de Asís no eran frecuentes en el cristianismo y por ello con una gran admiración los llamaba “monstruos”, en el doble sentido de seres humanos muy grandes pero raros, es decir pocos.

No es extraño. Las religiones, pensemos en la religión cristiana mayoritaria en Occidente, significan y son construcciones maravillosas, de un gran contenido moral y religioso, muy teológicas, casi divinas, de manera que es muy tentador quedarse en ellas. Muy tentador, porque se presentan “directamente” ligadas a la voluntad de Dios, “directamente” reveladas por él. Y muy fácil, porque es mucho más fácil creer verdades y cumplir preceptos que trabajarse a sí mismo, es más fácil creer que Jesús es el Hijo de Dios que hacer la experiencia que él hizo. Por ello es muy fácil quedarse en ellas, venerarlas, adorarlas, incluso interiorizarlas, más fácil que tomarlas como un mapa o guía para el trabajo sobre sí mismo, para el desarrollo y cultivo de la propia interioridad, de todo el ser de uno.

La religión, creer en las verdades y vivir moralmente de acuerdo a ellas, no es malo. ¿Cómo va a ser malo si durante milenios ha sido camino hacia la misma espiritualidad? Pero es insuficiente, no basta. Además, es uno de los aspectos que está haciendo crisis. Como hace crisis un mapa si se lo toma como sustituto de la realidad. La religión, con sus verdades y exigencias, es un mapa para llevarnos a vivir aquello de que habla, en la religión cristiana la vida de Jesús, su experiencia, nunca para sustituir esta. Es un mapa y guía para explorar, realizar y vivir la dimensión más plena del ser humano, el Dios que somos. 

 

Noviembre 2016