EVANGELIO DOMINICAL

Domingo 25º durante el año


Botón homilético                                                                                            Francisco Quijano OP

 

Domingo 25º durante el año (20.9.2015): Santiago 3,16-4,3; Marcos 9,30-37

● Jesús les enseñaba que iba a ser entregado, que lo iban a matar, que resucitaría. Ellos no entendían nada, discutían quién era el más grande. A la pregunta de Jesús de qué hablaban, se quedaron callados.

● ¿Qué líos se traían estos discípulos? Lo que bulle en el corazón humano: ambiciones –dice Santiago– y si no se consigue lo que se desea, violencia; envidia, y si no se alcanza lo que se pretende, más violencia.

● Así está herido el corazón humano, ¿quién y cómo lo sana? El que quiera ser el primero, hágase el servidor de todos. Y luego una parábola viva: un niño, que en tiempos de Jesús, era nadie, una molestia. «Quien recibe a uno de estos pequeños, me recibe a mí, al Padre que me envió».

● Nuestro corazón empieza a sanar cuando recibimos a quienes son nada, cuando aprendemos la sabiduría que viene de lo alto, pacífica, conciliadora, llena de misericordia, dispuesta a hacer el bien.

 

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Claves para la homilía                                                                     Julián Riquelme OP
 

Domingo 25º del Tiempo durante el año: Marcos 9, 30-37

◙ Contexto. Palestina, año 30: Jesús quiere pasar desapercibido, porque ahora está dedicado a preparar más profundamente a sus discípulos, para que formen una comunidad. • Roma, año 70: Se instruye a los seguidores de Cristo sobre las exigencias del Reinado de Dios, en medio de la persecución, que los desconcierta y asusta.

◙ Sentido. El tema del pasaje bíblico es “Instrucciones de Jesús subiendo a Jerusalén”. El texto muestra, por lo menos, tres aspectos:

● Segundo anuncio de la Pasión (Mc 9,31). Esta es una catequesis post pascual. En ella el Señor aparece enseñando con mucha claridad, el sentido de su propio Mesianismo, a los discípulos. Él les comunica que prevé un final violento (Mc 9,31); recurre a la imagen y a la suerte del "Hijo del hombre", término aquí con contenido más cercano al Siervo Sufriente de Isaías 52,13-53,12 que a Daniel 7: Habla así de un Mesías desapegado de todo poder de dominación; y se refiere también a la resurrección: “Tres días después de su muerte, resucitará". • El Misterio Pascual de Jesús, es decir, el acontecimiento de su muerte y la experiencia de su resurrección, ilumina el itinerario de los discípulos de Cristo en todos los tiempos y lugares.

● Tendencia a la incomprensión: Discuten quién es el más importante (Mc 9,32-34). Los discípulos no asumen en plenitud la enseñanza de Jesús. Intuyen que sus pensamientos son distintos a los del Maestro, y les da miedo preguntar. Los discípulos esperan un gran triunfo, inspirados en un concepto político imperialista del Reino de Dios. No quieren entender, porque, para ellos, la muerte, sin experimentar el Reinado de Israel sobre las naciones, significa el fin de sus pretensiones mesiánicas. Por eso, actúan neciamente, buscando posiciones de dominio y de poder, ejercidas por ellos mismos, mientras el Nazareno camina como Profeta del Amor, confiado en Dios Padre. • Sólo la experiencia pascual, permite comprender el sentido de la Cruz.

● Enseñanza: El que quiera ser el primero, debe hacerse servidor de todos (Mc 9,35-37). Jesús hace una fuerte invitación al seguimiento: Llama a ser el “primero”, pero por un camino distinto al que los Doce pretenden elegir. Cuando se habla del “niño” (gr. “pais” – “paidos”, en un códice con artículo), probablemente el texto se está refiriendo a un niño concreto, que está delante, ahí en la casa, y no a cualquier niño; se trataría del niño o muchacho de los mandados, el último en la escala familiar, el último de los que se dedican a servir. “Abrazándolo”: identificándose con la actitud de ese niño, prefiriendo ser como ese niño. “Me recibe a mí y al que me ha enviado”: Identificarse con el más pequeño de los esclavos que sirven, es asumir la actitud de Jesús, reflejando la actitud de Dios para con todos. • Los seguidores de Cristo deberíamos ser los “primeros” y los “únicos”, en el no oprimir, sino en el ponernos al servicio de los demás.