EVANGELIO DOMINICAL

Domingo 1º de Cuaresma


Botón homilético                                                                                               Francisco Quijano OP

 

Domingo 1º de Cuaresma (22.2.2015): Marcos 1, 12-15

El Espíritu impulsó a Jesús a retirarse al desierto. ¿Qué lugar es este?

● Allí donde te encuentras a solas contigo y decides qué quieres ser.

● Donde descubres que eres un don para ti y te aceptas con gratitud.

● Donde te acechan tus ambiciones y egoísmos y luchas contra ellos.

● Donde el Espíritu te inspira y tú buscas seguir sus inspiraciones.

● Donde escuchas a tu prójimo y se te conmueve el corazón.

● Donde se decide tu destino, como Jesús decidió el suyo por ti.

 

 

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Claves para la homilía                                                                           Julián Riquelme OP
 

Domingo 1º de Cuaresma: Mc 1, 12-15

Contexto. - Palestina, año 30: Después que Jesús recibió el bautismo de Juan, fue a meditar su ministerio al desierto de Judea, que se encuentra en la ribera del río Jordán. - Roma, año 70: Esta catequesis invita a los perseguidos a hacer una experiencia interior para encontrarse con Dios y con su Enviado Jesucristo (cf. Dt 32,10; Os 2,16-20).

Sentido. En el Evangelio aparecen dos temas:

La tentación en el desierto (Mc 1,12-13). El relato contiene tres elementos:

La experiencia: Después de su bautismo, el Nazareno es impulsado por el Espíritu Santo a profundizar su proyecto mesiánico (Mc 1,12). Según el Evangelio de Marcos, en el desierto Jesús busca el descanso de la oración (Mc 1,35), se libera por un tiempo de la gente (Mc 1,45), tranquiliza a sus discípulos (Mc 6,31), y a veces le siguen las turbas (Mc 8,4).

La opción: “Cuarenta días” es un tiempo simbólico, pues durante cuarenta años guió Dios a Israel en su caminar por el desierto (Dt 8,2); y cuarenta días camina por el desierto el profeta Elías, fortalecido con el alimento de los ángeles, hasta llegar al monte Horeb (1 R 19,1-8). El mismo Jesús elige y decide experimentar un tiempo de soledad y de búsqueda, de lucha y de drama, en el que descarta obstáculos y trata de hacer suyo el mejor camino para acompañar a su pueblo. Durante este tiempo, Cristo es tentado por Satanás, que es el acusador de los seres humanos ante Dios, se empeña por esclavizarlos en el temor, y les insinúa caminos contrarios a su plenitud humana. Debido a esa búsqueda y al poder del Espíritu Santo, el Nazareno vence al Tentador (Mc 1,13abc).

La victoria: Jesús comienza a lograr la paz mesiánica universal, en que la naturaleza y los animales no perjudican, sino que entran en armonía con los seres humanos (cf. Is 11,6-9; 35,5-10; 65,25; Ez 34,23-28; Dn 6,23). La experiencia del desierto permite a Cristo abrirse a la confianza con Dios Padre, recibiendo más fuerza del Espíritu Santo. Desde ahora puede iniciar el ejercicio de su función mesiánica: maniatar al Fuerte (cf. Mc 3,27), y traer el Reinado de Dios (Mc 1,13dc; cf. 13,27).

El comienzo de la predicación de Jesús en Galilea (Mc 1,14-15). Aquí se pueden detectar dos rasgos:

La cercanía del Reinado de Dios: La presencia del Dios vivo se aproxima a cada persona y a todo grupo humano: "El reino de Dios está cerca" (Mc 1,15b).

La invitación: La gratuidad de Dios exige seriedad. Pide rectificar el camino y la mentalidad: "Conviértanse" (Mc 1,15c); y abrir el corazón a la fuerza salvadora de Dios: "Crean en la Buena Noticia" (Mc 1,15d).