Botón homilético Francisco Quijano OP
Domingo 19º durante el año (10.8.2014): Mateo 14, 22-33
● Jesús en medio de la tempestad: la clave de este episodio son los diálogos: ¡Es un fantasma! ¡Soy yo, no teman! ¡Mándame ir a tu encuentro! ¡Ven! ¡Señor, sálvame! Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?
● ¿Quién no ve en estas palabras entre Jesús y sus discípulos un reflejo de sus propias vivencias? Nuestra fe es, paradójicamente, frágil y firme. Frágil cuando nos parece que nos hundimos en nuestras debilidades, dudas, crisis. Firme cuando gritamos, suplicamos, imploramos, pedimos.
● Esa es la condición de la fe: vivir apoyados no en la propia experiencia, sino en la confianza en alguien que nos sostiene. Es una fe que se expresa en la confesión final de este episodio: ¡Verdaderamente, Tú eres el Hijo de Dios!
● En la Plaza de San Pedro, Juan Pablo II inauguraba con estas palabras su ministerio pastoral: ¡No tengan miedo! ¡Abran, abran de par en par las puertas a Cristo!
• Duccio di Buoninsegna (1255-1319): Jesús camina sobre el agua
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Domingo décimo noveno del Tiempo durante el año: Mt 14,22-33
● Contexto. ‒ Palestina, año 30: Los discípulos están malhumorados, porque, después de la multiplicación de los panes, Jesús no aceptó la propuesta de la gente de hacerlo rey. ‒ Antioquía (Siria), año 80: En medio de las crisis, la comunidad ha de orar, para descubrir el Mesianismo de Jesús, que no es de poder, sino el de compadecerse y compartir la vida con los demás, incluyendo a los paganos.
● Sentido. “El caminar de Jesús y de Pedro sobre las aguas” retrata el comienzo de una crisis de los discípulos, pues ellos esperaban un Mesías de poder, sin embargo el Nazareno opta por el compartir con sencillez la vida personal, con todos. El relato está lleno de símbolos, que comunican un mensaje post pascual. En el texto se pueden distinguir las siguientes partes:
♦ Si la comunidad se opone a compartir el pan con los paganos, no acepta a Jesús como Mesías, sino que lo confunde con un fantasma (14,24-27). La primera dificultad se refiere a la “imagen del Mesías”. La "barca" es símbolo de la comunidad, que se encuentra zarandeada, maltratada y azotada en las bases de su mentalidad. El "viento" son los temores y las dudas, que dificultan la travesía de los discípulos hacia el compartir el pan también en tierra extranjera. Los discípulos temen que Jesús no sea el Mesías, porque no acepta ser proclamado rey y porque los envía a un país pagano (cf. 8,28; 14,22). Cuando Jesús camina hacia ellos sobre el agua se asustan, pues lo confunden con un fantasma, es decir, quieren quitarle toda realidad a su presencia: está en las nubes, no pisa la tierra; no responde a sus intereses y es incompatible con sus pretensiones. El mismo Señor los anima. Y se presenta como el Nazareno. ‒ ¡Qué difícil es salir de los esquemas de vida de nuestro propio pueblo! Usamos estos esquemas de vida para defendernos, y no para buscar el bien de todos los prójimos.
♦ Para reconocer a Jesús como Mesías, se necesita el auxilio del mismo Cristo (14,28-31). La segunda dificultad de los discípulos, simbolizada en la figura de Pedro, es la “duda presuntuosa frente al Mesías”. Les sigue costando aceptar al Enviado de Dios, compartiendo también el pan con los paganos. Pedro, jactancioso y autosuficiente, pide un gesto a Jesús para verificar su mesianismo; Cristo accede; el discípulo comienza a caminar sobre el agua en dirección a Jesús. Después, al notar la fuerza del viento, Pedro tiene miedo. Cuando mira hacia Jesús camina sobre el agua; cuando se preocupa por la violencia del viento, comienza a hundirse y grita: "¡Señor, sálvame!" (cf. Sal 18,5-18; 144,5-7). Jesús lo toma de la mano y le reprocha su incredulidad: Con este gesto y su palabra, el Señor da a entender que el Amor, que Él manifiesta, es algo absolutamente gratuito; que no depende de las fuerzas humanas, sino que es necesario orar para aceptarlo desde nuestro propio interior. ‒ Si oramos y tratamos de compartir nuestra vida con el prójimo, Cristo vendrá en nuestra ayuda para que maduremos nuestra fe.
♦ Si la comunidad acepta el mesianismo de Jesús, amanece la libertad para todos los pueblos (14,32-33). Finalmente, superadas estas dificultades, el Nazareno sube a la barca: llega la bonanza, la calma, la serenidad. Los discípulos se postran ante Él, y hacen una “confesión inicial” de Jesús como "hijo de Dios". La ausencia de artículo equivale a que Cristo es “el hombre libre”. ‒ Nosotros también podemos ser hijos, es decir “libres” y no esclavos.
• Vitral de la Catedral de Ely, Condado de Cambridge, UK
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