Botón homilético Francisco Quijano OP
Domingo 17º durante el año (27.7.2014): Mateo 13, 44-52
● ¿Quién actúa con sabiduría? El ama de casa, su marido, que sacan de sus haberes lo nuevo y lo viejo. ¿Qué sabiduría es esa siempre nueva y siempre antigua?
● Una sabiduría que se encuentra, paradójicamente, por sorpresa o por casualidad, como un tesoro escondido en el campo que un campesino descubre o una perla preciosa que llega a manos de un comerciante.
● Una sabiduría que viene de alguien de quien san Agustín decía que es una belleza siempre antigua y siempre nueva. Una sabiduría antigua que viene de Dios como un don que nos sorprende siempre por su novedad.
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Domingo décimo séptimo del Tiempo durante el año: Mt 13,44-52
● Contexto. ‒ Palestina, año 30: Empeñarse en descubrir el Reino de Dios sólo en el futuro y fuera de nosotros, es un camino equivocado que no conduce a la meta. ‒ Antioquía (Siria), año 80: El futuro Reino de Dios está principalmente en nuestro presente personal, produciendo alegría mesiánica en quienes lo encuentran (cf. 1 R 3,5-6ª.7-12).
● Sentido. Según las “parábolas del tesoro y de la perla”, el Reino de Dios es algo “oculto”, “escondido” y a la vez lo más valioso de la creación. En estas parábolas se puede subrayar los siguientes elementos:
♦ El Reino de Dios es absolutamente gratuito. Vale decir, es preexistente al hallazgo y al esfuerzo humanos: viene por libre iniciativa divina (El "tesoro está escondido en un campo”; a la perla se la “encuentra”). La realidad descubierta, está “dentro” de cada uno de nosotros; es el mismo Dios, presente en cada uno; es lo más hondo de la realidad que soy, y que son todas las otras criaturas. ‒ La tarea más importante es buscar el Reino de Dios en nuestra propia vida; no es un objetivo fácil, porque no se descubre por los sentidos ni por la razón, sino por la experiencia.
♦ El hallazgo del Reino de Dios genera una opción fundamental en los seres humanos. Esta opción permite reordenar la realidad presente hacia una prioridad central, y relativizar todo valor antes conocido (Los dos hombres “venden todo lo que poseen” y “compran” respectivamente el campo o la perla). ‒ La diferencia entre la experiencia del Reino de Dios y los valores terrenos consiste, en que el primero enriquece a quien lo encuentra y a los demás; mientras que lo segundo se consigue a costa de la pobreza para otras personas.
♦ La alegría en la parábola del tesoro (13,44b). El hallazgo produce alegría: el campesino se alegra porque va a ser rico. El Reino de Dios todo lo ilumina y ofrece una felicidad continuada. Los valores terrenos aportan una alegría pasajera y que, normalmente, se consigue con la tristeza de muchos. ‒ Es conveniente tener una escala de valores, presidida por la prioridad del Reino, la cual ayude a humanizar nuestro mundo; así podremos vivir y trabajar por la plenitud humana con optimismo.
• Rembrandt van Rijn (1606-1669): Parábolas de la perla (1627) y del tesoro escondido (1630)
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