EVANGELIO DOMINICAL

Domingo 4º de Adviento


Lecturas: Miqueas 5,1-4 / Hebreos 10,5-10 / Lucas 1,39-56

• El nombre con el que se conoce el cántico de María, Magníficat, proviene del latín y este a su vez del verbo griego «μεγαλύνει» «megalýnei» que significa «exaltar» «engrandecer».  Lo que sigue es una lectura literaria del cántico.

• La primera estrofa se tensa entre dos polos: exaltación y grandeza de Dios, pequeñez y humillación de su esclava. Entre ambos, la alabanza vibra con intensidad de ánimo y corazón, como arpegios que afloran de las cuerdas de un arpa bien templada.

• En la segunda estrofa, la mirada y la voz de quien canta se concentran en ella: «Me dirán dichosa», «Él ha hecho por mí grandes cosas». Es como la voz de una mujer enamorada que se siente feliz de ser amada.

• Pero a la vez su mirada y su voz se descentran de ella, para fijarse en Él, en su nombre santo y en su misericordia para con la humanidad. La voz que canta se admira de sí y se siente feliz, más no queda arrobada en ella, sino en quien es el centro de su cantar.

• En la tercera estrofa, la voz despliega un canto épico de las proezas de Dios, su amado. Son acciones literalmente subversivas: poner las cosas exactamente al revés de como suelen estar.

• El Poderoso muestra todo el poder de su brazo: dispersa a los arrogantes, derriba de su trono a los poderosos, exalta a quienes no valen; deja a los ricos sin nada, sacia de bienes a los hambrientos.

• Estas acciones portentosas del Todopoderoso revelan que hay una felicidad, un gozo y una dicha, que son justamente una subversión de otra felicidad, otros gozos, otras dichas que no lo son.

• La última estrofa es un memorial de la misericordia, de las promesas y de la lealtad de quien gobierna la historia de la humanidad. Canta el cumplimiento de las promesas divinas en el arco de toda la historia de la humanidad.

• Si lo vemos en términos de género literario, el cántico de María comienza con tonalidades líricas y culmina con tonalidades épicas.

 

Lecturas: Miqueas y Hebreos

• Miqueas, contemporáneo de Isaías, proclma este oráculo en el mismo contexto que los oráculos de su contemporánes a propósito del Emmanuel, con la diferencia de que señala, no a la persona, sino a lugar donde nace: Belén.

• Belén es tradicionalmente la cuna del rey David. Puesto que Jesús es descendiente suyo, su nacimiento ocurren el la tierra natal del linaje davídico. José, de ese mismo linaje, acude a Belén para empadronarse con su familia, por orden del emperador romano.

• Con palabra del Salmo 39/40, la Carta a los Hebreos presenta la encarnación de la Palabra de Dios como un acto de obediencia, que se cumplirá cabalmente en la entrega de Jesús en la cruz para la salvación del mundo.

 

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Reflexión: Julián Riquelme

Contexto - Palestina, año 1: Probablemente el Bautista y Jesús no se conocieron ni en su infancia ni en su juventud, porque cuando son adultos, nada se dice sobre un supuesto parentesco entre ellos. Es más: El Bautista afirma que no conocía a Jesús (Jn 1,31.33). - Grecia, año 80: Como los seguidores del Bautista y los de Jesús no están totalmente unidos (Hch 19,1-7), Lucas crea un relato, en el que María visita a Isabel, y ambos niños se encuentren en el vientre de sus respectivas madres. Su mensaje es claro: Jesús es el Mesías, y Juan es su inmediato Precursor.

Sentido El Evangelio de la “Visitación de la Virgen María” se puede memorizar con tres palabras:

Alegría (1,39-41a). El Bautista salta de alegría en el vientre de su madre. María se levanta y va a casa de Zacarías e Isabel. Y, al estar estrechamente unida a Cristo, ella beneficia a otras personas, con su presencia y su saludo: propicia el encuentro entre Jesús y Juan Bautista. Es el único encuentro entre ambos en el Evangelio de Lucas. Por eso, el Precursor, antes de nacer, “saltó de alegría” en el vientre de su madre. De esta manera, Juan, antes de nacer, da testimonio de Cristo como superior a él, y Juan queda como inferior y subordinado. Jesús, ya desde el vientre de su madre, empieza su misión: Llevar a otros a descubrir los caminos, que conducen a la plenitud humana, y a la alegría de la experiencia de Dios. Lección: María colabora con Cristo.

Experiencia (1,41b-44). Isabel manifiesta su experiencia en este encuentro. La madre del Precursor, “llena del Espíritu Santo”, exclama admirada: “¡Tú eres bendita entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre!”. Y, desde la fe, agradece: “¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme?”, con lo cual ella también reconoce que el hijo de María es infinitamente superior al suyo. Moraleja: Todo personaje que conozcamos en nuestro peregrinar, por grandioso que sea, siempre será inferior a Jesús; y cualquier palabra, mensaje o propuesta, que encontremos, si humaniza, acerca a Cristo.

Felicitación (1,45). La Madre del Precursor felicita la fe de María. La Madre de Jesús, creyó en Él como el Mesías (Hch 1,14), por eso recibe aquí esta bienaventuranza: “Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor”. Según el relato de la Visitación, María se volvió a Nazaret justo antes de que naciera Juan, cuando Isabel más la necesitaba; o sea que ella solo fue donde Zacarías e Isabel, para que quedara en claro quién era el Mesías. Ella tiene una dignidad especial, como lo reconoce Isabel, porque es la “madre de mi Señor” (Lc 1,43). Mensaje: Nosotros también somos invitados a crecer en la fe, es decir, a cultivar la confianza sin límites en Dios, que siempre quiere lo mejor para los seres humanos. María es un arquetipo y modelo de nuestra fe.

Diciembre 23 (aquí)