EVANGELIO DOMINICAL

Domingo 31º durante el año


Lecturas: Deuteronomio 6, 2-9 / Hebreos 7, 23-28 / Marcos 12, 28-34

Botón homilético: Francisco Quijano

• Dos judíos que llevan en su corazón lo esencial de su religión se encuentran. Jesús y el letrado habían sido educados en lo fundamental de la fe: Dios es el Único Señor; y en el centro de su práctica: amarlo a Él y al prójimo.

• Eso vivían las familias judías genuinas: «Escucha, Israel… estás palabras quedarán en tu memoria, las inculcarás a tus hijos, hablarás de ellas en casa y en camino, acostado y levantado…» La religión judía es vivir en alianza con el Único y con quienes compartimos la misma humanidad.

• Estos dos judíos se reconocen en las palabras que repetían todos los días: «Shemá, Israel. Escucha, Israel». Uno dice al otro: «Has respondido bien, maestro, no hay otro Dios fuera de él, amarlo y amar al prójimo vale más que todos los holocaustos y sacrificios».

• El otro admite que su interlocutor habla con sabiduría, y lo felicita: «¡Tú no estás lejos del Reino de Dios!». Jesús anunciaba el Reinado de Dios, su presencia en medio de la gente. Muchos no lo entendieron ni aceptaron. Este judío sabio, sí.

• En las tradiciones religiosas de los pueblos, Dios se hace presente. Su presencia es perceptible por quienes viven lo esencial de nuestra relación con Él: Dios es el Único Creador, Padre de todos, nosotros somos hijos e hijas suyas en alianza de amistad con Él.

• Inculcar estas convicciones en la familia, conservarlas en la memoria, hablar de ellas día y noche, en casa y fuera de casa, en la escuela y el trabajo, entre amistades y vecinos, con nacionales y extranjeros, con ricos y pobres… Esto es lo esencial no solo de la religión, lo es también de nuestra condición humana.

• El pasado día 31 de octubre las Iglesias de la Reforma celebran justamente la Fiesta de la Reforma. Más allá de las causas que provocaron la división de la única Iglesia de Cristo, hemos de cultivar el diálogo ecuménico encaminado a reconstituir su unidad.

• Esta unidad, lo dice el Concilio Vaticano II en la Constitución Lumen gentium, es «como un sacramento –es decir: señal e instrumento– de la íntima unión con Dios y de la unidad de todo el género humano», que es el destino final al cual la humanidad ha sido convocada.

 

Lecturas: Deuteronomio y Hebreos

• Si nosotros, cristianos, grabamos en nuestro corazón y rezamos con frecuencia estas palabras: «Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino…»

• Los judíos llevan grabadas en su corazón y rememoran todos los días estas palabras: «Escucha, Israel: el Señor, nuestro Dios, es el único Señor. Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas».

• Ambas oraciones expresan lo esencial de la fe en estas dos religiones monoteístas y de la práctica de las buenas obras.

• «Él –Jesús– no tiene necesidad, como los otros sumos sacerdotes, de ofrecer sacrificios cada día, primero por sus pecados, y después por los del pueblo. Esto lo hizo de una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo».

 

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Claves para la homilía Julián Riquleme

• Contexto - Palestina, año 30: En tiempos de Jesús, el judaísmo oficial interpreta la Ley de Dios, dentro de un esquema de muchas normas: 613 mandamientos, de los cuales 365 son prohibiciones y 248 son prescripciones positivas. Se discute también cuál es el principal mandamiento. - Roma, año 70: A los seguidores de Jesús les cuesta mucho amar a todo prójimo, pues están siendo perseguidos.

• Sentido El Evangelio trata del “Mandamiento principal”. Se puede dividir así:

• Inicio de un encuentro (12,28-31). La pregunta del escriba es la de una persona de buena voluntad. La respuesta del Nazareno cita a la tradición deuteronomista, que es más abierta a los extranjeros: Manifiesta que el amor y la justicia son el camino de acceso a Dios (cf. Dt 6,4-5; Lv 19,18-34). El Señor hace del amor un mandamiento, esto es, convierte el amor en un asunto de justicia; en otras palabras: Dios manda amar a los otros, sean judíos o extranjeros; por eso, tienen derecho a ser amados. Lección: Si hay un solo mandamiento, que une amor a Dios y al prójimo, tiene que existir un solo pecado, porque en la raíz de todo pecado hay falta de amor.

• Reacción del escriba (12,32-33). El interlocutor aprueba la vinculación, que Jesús hace de los dos mandamientos. Además, al repetir lo dicho por el Nazareno, agrega: “(Esto) vale más que todos los holocaustos y todos los sacrificios". De esta manera, explicita el sentido de la fuente utilizada por Cristo: El culto no tiene valor en sí, si no se relaciona estrechamente con el amor a los otros (cf. Dt; Lv; Am 5,21-15; 1 S 15,22; Sal 40/V39/7-9). Pregunta: ¿Hay verdadera relación fraternal entre los miembros de la comunidad a la que pertenezco?

• Elogio y final de las discusiones (12,34). El Señor reconoce la verdad, que brota de labios del escriba, y lo felicita. Finalmente, según el Evangelista, las controversias terminan en un silencio; pues las palabras de Jesús sobre la centralidad del Amor, son definitivas en la Nueva Alianza. Mensaje: Dios es amor y el amor de Dios se derrama entre los seres humanos cuando amamos como Cristo nos amó o cuando nos reunimos para proclamar la primacía de Dios.

Semana XXXI Lunes (aquí)