EVANGELIO DOMINICAL

Domingo 30º durante el año


Lecturas: Jeremías 33, 7-9 / Hebreos 5, 1-6 / Marcos 10, 46-52

Botón homilético – Francisco Quijano

• Escenario bullicioso. Jesús sale de Jericó rodeado de un gran gentío. Un mendigo ciego a la vera del camino se entera de que anda por ahí y se pone a gritar: «¡Jesús, hijo de David, ten piedad de mí!» Muchos lo reprenden para que se calle. Él insiste más fuerte: «¡Hijo de David, ten piedad de mí!»

• Jesús se detiene y les dice: «¡Llámenlo!» ¿Y qué sucede? Los que pedían al ciego que se callara le dicen: «¡Ánimo, levántate, que te llama!» Como quien dice: «¡Échale ganas, te está llamando!»

• Sorprendente. El alboroto del gentío en torno a Jesús, como enjambre de periodistas y fotógrafos que envuelve a celebridades del espectáculo y la política, se calma. No solo eso, hay un cambio de actitudes: muchos que callaban al ciego ahora le dan ánimos.

• ¿Qué ha pasado aquí? Este episodio es como una parábola acerca de la oración y la fe. Dos pequeños libros que estuvieron de moda hace unas décadas, la Filocalia (Amor de lo bello) y Relatos de un peregrino ruso, recogen la tradición oriental sobre la oración del siglo IV al siglo XIX.

• ¿Qué nos enseña esta tradición tan antigua? Algo que está ahora de moda con la práctica del yoga y los ejercicios de respiración para apaciguar nuestro espíritu. Estos monjes y devotos descubrieron lo que se llama la “oración de Jesús” o la “oración del corazón”.

• Si quieres encontrar paz, sosiego y profundidad en tu vida, repite, murmurándola o en silencio, esta oración: «¡Jesús, hijo de David, ten piedad de mí!». Hazlo una y otra vez de forma acompasada, aspirando y expirando, sintiendo los latidos de tu corazón.

• Escucharás entonces que Jesús te dice: «¡Ven, deja tus preocupaciones, ponte en paz contigo y conmigo!» Descubrirás también que vas a recuperar una visión más profunda de tu vida, de las personas con quienes convives, de quienes te piden ayuda. Esa de la eficacia de la oración del ciego Bartimeo.

• Este milagro es, por cierto, en el Evangelio de Marcos, el último que realiza Jesús antes de entrar en Jerusalén para la etapa final de su vida. Es también símbolo de quienes ven a Jesús y lo siguen: «Al instante él recobró la vista y le seguía por el camino», dice el Evangelista.

• Bartimeo: Ilustración del Codex Egberti (980-983)

 

Lecturas: Jeremías y Hebreos

• Jeremías tiene palabras de reproche y de consuelo. Él, en su vida, experimento desolación y consolación. En su tiempo hubo una profunda renovación religiosa del pueblo, vivieron también la desgracia de la conquista y el exilio.

• En ese tono y modalidad de dicha y desdicha hay que leer a este gran profeta, que fue fiel a su misión y también reclamó al Señor haberlo escogido como profeta.

• El autor del escrito A los Hebreos sigue unas formas de argumentar ajenas a nuestra mentalidad, recursos de razonamientos rabínicos, por atención a sus destinatarios.

• El eje de la argumentación es que Jesús abroga por completo el sacerdocio de la Antigua Alianza, y se erige como el Único Sacerdote, es decir, mediador entre Dios y la humanidad.

• Y entonces, ¿qué decir de los «sacerdotes» católicos –los evangélicos hablan de «pastores»–, son o no sacerdotes? El sacerdocio católico es un sacramento del único sacerdocio de Cristo.

 

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Claves para la homilía: Julián Riquelme

• Contexto - Palestina, año 30: En el camino de Jericó a Jerusalén, aparece esta sanación, que resume la actitud de los discípulos al final de la evangelización de Jesús en Galilea, antes de entrar en la capital. - Roma, año 70: En medio de la persecución, los seguidores del Resucitado necesitan mayor claridad para ver mejor el camino del servicio por amor, que permite experimentar el Reinado de Dios.

• Sentido El Evangelio es una catequesis post pascual con muchos símbolos. El tema del relato es “El ciego de Jericó”. Su estructura contiene estos ejes:

• La caravana y el ciego (10,46). La comitiva del Nazareno se encuentra con el ciego Bartimeo al abandonar Jericó. El mendigo está sentado “junto al camino”: no puede seguir a Cristo, porque “no ve”. Bartimeo es el símbolo de los marginados, está fuera del camino, tirado en la cuneta, sin poder moverse, escuchando cómo los demás pasan y dependiendo de ellos. Lección: Hay ceguera en una comunidad “cristiana”, cuando es nacionalista y cuando en su peregrinar abandona a los pobres.

• Los gritos de auxilio y el llamamiento (10,47-50). “Hijo de David”: El mendigo ciego no se resigna. Sigue intentando superar su situación, a pesar de la oposición de la gente. Inicialmente el ciego manifiesta una confesión mesiánica nacionalista. “Lo reprendían para que se callara”: La multitud pretende silenciar los gritos del ciego, porque su indigencia les produce molestia. La primera actitud de la caravana es excluir al mendigo: No quieren saber nada de los problemas de Bartimeo. Consideran que la situación en que se encuentra el mendigo, no tiene derecho a protestar ni a gritar. Debe aguantar y callarse. Sin embargo, la súplica reiterada del ciego, señal de la maduración de su fe, logra que se detenga el cortejo de Jesús. “Llámenlo”: En menos de una línea se repite por tres veces el verbo “llamar”. Ante la orden de Cristo, la caravana asume la segunda actitud: Colaboran con el Señor. Así la llamada antecede al seguimiento. “Arrojando su manto, se puso de pie de un salto, y fue hacia Él”: Al menor síntoma de acogida, el ciego tira el manto y da un salto. El mendigo antes andaba a tientas y con cuidado. Ahora confía, aunque no ve. El manto representa la búsqueda del Reinado de Israel: éste era el refugio que había arrebozado al ciego hasta el momento, y que ahora se había convertido en un estorbo. Ahora el mendigo asume su segunda actitud: Pone sus esperanzas en Jesús, que anuncia y hace presente el Reinado de Dios. Moraleja: El mendigo ciego, que antes esperaba al falso “Mesías davídico”, ahora se acerca al auténtico Jesús.

• La reacción del Nazareno y el seguimiento (10,51-52). “¿Qué quieres que haga por ti?”: Jesús no sobreprotege, sino que busca que el necesitado tome la iniciativa. “Que yo pueda ver”: El ciego desea ver para “caminar” con Él. Este es el centro del relato. No se trata de alcanzar una visión física, sino de una visión humanamente madura y teológica: Ver el camino, para poder seguir al Señor. El camino del amor al prójimo, que permite participar del Reinado de Dios. “Vete, tu fe te ha salvado”: El objetivo final es la adhesión a Jesús y el seguimiento. La fe-confianza es la que libera, permite “ver” a Jesús y “seguirlo”: “Y lo siguió por el camino”. Mensaje: La fe en Jesús es capaz de iluminar el corazón de los seres humanos, que están ciegos y a obscuras, por distintos motivos.

Santos Apóstoles Simón y Judas (aquí)