¿Cuánto me dan por la estrella y la luna?
¿Cuánto me dan por el Niño y la cuna?
Éste es un Niño sin padre ni abuelo,
éste es un Niño nevado del cielo.
¿Cuánto me dan, que lo vendo barato,
cuánto me dan, que lo doy sin contrato?
Éste es el Niño que mamaba ahora.
Ríe despierto y en durmiendo llora.
Casi de balde la flor del mercado.
¿Cuánto me dan, que lo doy regalado?
Éste es el Niño verano en invierno.
Éste es el Niño que aniña lo eterno.
¿Cuánto me dan, que lo doy sin subasta?
¿Cuánto me dan por la fruta en canasta?
Éste es el Niño que viene a dar guerra,
viene a dar paz por amor de la tierra.
¿Cuánto me dan? Por moneda no quede.
Una lágrima sola que tiemble y que ruede.
Éste es el Niño de la rifa loca
que todos le juegan y a todos les toca.
¿Cuánto me dan por la buena fortuna?
¿Cuánto me dan por el Niño y la cuna?
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Gerardo Diego, poeta español de la Generación del 27, escribió poemas en una amplia gama de formas, del romance y el soneto hasta la poesía creacionista. Enriquece las formas tradicionales con imágenes inesperadas y retruécanos conceptuosos: Éste es el Niño verano en invierno / ¿Cuánto me dan, que lo doy regalado?
El villancico está compuesto por endecasílabos dactílicos pareados. El estilo del poema evoca la escena tradicional de los mercaderes de una feria, tiene un aire medieval, se asemeja a los recitativos de El Retablo de Maese Pedro de Manuel de Falla, que pone música al célebre pasaje de El Quijote. El ritmo dactílico de regularidad monótona reproduce la cadencia de los pregones. Los versos (salvo dos) llevan acento en la primera sílaba, lo cual permite atacar con sonoridad el pregón y destacar el sonsonete machacón del pregonero.
Gerardo Diego fuerza las palabras. Construye el verbo aniñar, que no existe en español. Usamos el adjetivo aniñado y el pronominal aniñarse, no el verbo activo. Tampoco la expresión nevado del cielo, que viene de la tradicional llovido del cielo. Las imágenes son sorprendentes, paradójicas. Presentan el contraste del mercado y los contratos (te doy para que me des) con el juego de azar de una rifa en la que todos los que apuestan salen ganando. Es una fortuna, una felicidad, una locura que incluye a todo el mundo.
Pero hay una apuesta que no puede ser eludida en esta rifa: Una lágrima sola que tiemble y que ruede. Este verso es de trece sílabas, pero las dos primeras casi no suenan, quedan como en sordina por el ritmo dactílico del poema, igual que el segundo del siguiente par, que es de doce.
Este villancico puede ser un comentario de Isaías: ¡Oh, todos los sedientos, vengan por agua, y quienes no tienen plata, vengan, compren y coman, sin plata, y sin pagar, vino y leche! (55,1). La presencia de Dios en la historia es el Admirabile commercium que canta la liturgia, el intercambio en el que Dios nos lo da todo a cambio de… nada… una lágrima sola…
Las imágenes son de Domenico Ghirlandaio (1449-1494): Adoración de los pastores (1485) en la Basílica de la Santa Trinidad, Florencia. Adoración de los magos (1487) en la Galleria degli Uffizi, Florencia. Adoración de los magos y los inocentes (1485-1488) en el Hospital de los Inocentes, Florencia. [F Q]
Diciembre 2013
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