Lecturas: Sabiduría 7,7-11 / Hebreos 4,12-13 / Marcos 10, 17-30
Botón homilético: Francisco Quijano
• El hombre corre, se arrodilla, pregunta: «Maestro bueno, ¿qué debo hacer?» Jesús le dice: «¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino solo Dios». En esta primera respuesta de Jesús se encuentra todo el sentido de este episodio.
• Luego, Jesús le dice qué mandamientos debe cumplir. Nótese que le indica mandamientos fundamentales que se refieren, todos, al amor al prójimo. Jesús no le dice: «Amarás al Señor, tu Dios....».
• El joven responde que los ha cumplido todos: no mata, no comete adulterio, no roba, no miente, no defrauda, honra a su padre y a su madre.
• Ese joven lo tiene todo: es bueno, cumplidor, tiene un futuro por delante; posee riquezas que son signo de la bendición de Dios; lo quieren, tiene buen nombre. Jesús lo mira con amor.
• De pronto una palabra inesperada de Jesús le abre un nuevo horizonte: «Una cosa te falta: Ve, vende lo que tienes, dalo a los pobres, tendrás un tesoro en el cielo, luego sígueme».
• Este episodio es una parábola en acción, una ventana que se abre sobre mi vida, mis logros y mis bienes, mis deseos, mis inquietudes. ¿Qué veo a través de esta ventana?
• Esta se abre a ese horizonte en el que se juega todo lo que somos y nuestro destino: la aventura impredecible de la gratuidad. Esta cualidad manifiesta que Dios es bueno, el único bueno.
• Una respuesta personal posible más allá de mis logros es la paradoja de ganar perdiendo. Se trata de un cambio de perspectiva en lo que he logrado y lo que tengo.
• El cambio está considerar, no tus logros, tus posesiones, tus virtudes, sino en aceptar lo que has recibido gratis. La gratuidad corresponde al horizonte infinito de la bondad de Dios.
• Frente a ese horizonte que se abre para vislumbrar la vida eterna, ¿qué respuesta nace gratuitamente en tu espíritu? ¿Qué sintonía encuentras en la bondad que hay en tu corazón con la bondad de Dios?
Lecturas: Sabiduría y Hebreos
• «Supliqué y descendió sobre mí el espíritu de la Sabiduría; la preferí a los cetros y a los tronos, y tuve por nada las riquezas en comparación con ella», dice un sabio judío del siglo primero antes de Cristo.
• Este sabio encontró en el arcano de su corazón el secreto de una vida buena, en sintonía con la bondad de Dios, el único bueno.
• «La palabra de Dios es viva, eficaz, más penetrante que espada de dos filos… pone al descubierto los más secretos pensamientos e intenciones», dice la Carta a los Hebreos.
• Seguir a Jesús es escuchar su palabra, aprender qué es en verdad lo bueno, quién es bueno de verdad. ¿Es posible este cambio? Jesús dice a sus discípulos, te dice a ti:
• «Es imposible para los hombres, mas no para Dios. Para Dios todo es posible. Si confías en su gracia, que es favor gratuito, será posible también para ti.
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Claves para la homilía – Julián Riquelme
• Contexto - Palestina, año 30: Muchos dirigentes judíos piensan que la riqueza es señal de bendición y premio por el cumplimiento de la Ley; además, consideran la pobreza como un signo del abandono y de la maldición de Dios. - Roma, año 70: Seguir a Jesús, en medio de la persecución, y a la vez buscar la seguridad en posesiones externas, no conduce al bien de los seres humanos, sino a un gran fracaso.
• Sentido El tema del Evangelio es “el seguimiento de Jesús y las riquezas”. En él se pueden detectar estos aspectos:
• Joven avaro (10,17-22). Solo Dios es absolutamente bueno; Jesús se considera como un ser humano, corriente, normal. El joven es al mismo tiempo de buena intención, pero avaro y codicioso. Los mandamientos que Cristo le recuerda, son los de la segunda tabla, es decir, los que se refieren al prójimo, no los que se refieren directamente a Dios. Esta enseñanza es exclusiva de Jesús. Para cualquier judío, los mandamientos importantes eran los de la primera tabla. “Solo te falta una cosa”: Al joven le falta seguir a Cristo, que es más que cumplir unos mandamientos; es buscar la plenitud personal y la de todos los seres humanos. El muchacho desea superarse, pero su corazón está demasiado amarrado. Le cuesta liberarse de las seguridades externas. El desenlace del encuentro es triste. Lección: El ideal de ser ricos cuesta sacrificio a muchos. Si se acepta la mirada del Señor, cambia nuestra vida: comenzamos a compartirnos nosotros mismos, como Jesús, y nuestra práctica permite que los pobres empiecen a ponerse de pie.
• Peligro de las riquezas (10,23-27). “¡Qué difícil será para los ricos entrar en el Reino de Dios!”: Las riquezas en sí no son buenas ni son malas. Ojalá todos tuviéramos lo necesario para vivir. Lo que impide alcanzar una meta verdaderamente humana, es la búsqueda de seguridad en la obtención de riquezas, o en el cumplimiento de la Ley. Ante lo que dice Jesús, los discípulos se sorprenden: “Entonces, ¿quién podrá salvarse?” (gr. “sôthênai” = subsistir): Se preguntan: ¿Quién podrá mantener una vida verdaderamente humana, si se opta por una vida sencilla y se abandona el ideal de ser ricos? Así cobra sentido la respuesta del Maestro: “Para los hombres es imposible, pero no para Dios”. Mensaje: Cuando las riquezas se convierten en un absoluto, y no se usan para que todos compartan la vida, ellas pasan a ser un impedimento para la humanización: incapacitan para oír la Palabra de Cristo y el clamor de los pobres.
Semana XXVIII – Lunes (aquí)
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