Lecturas: I Reyes 19,1-8 / Efesios 4,30-5,2 / Juan 6,41-51
Botón homilético: Francisco Quijano
• La multiplicación de los panes es el signo con el que se inicia un itinerario de fe: Jesús siente compasión por la gente que necesita comer. Esta es una invitación a ser solidarios con las personas necesitadas. Pero esa muchedumbre necesita algo más sin apercibirse de ello: una vida plena.
• Jesús anuncia a esa gente un horizonte nuevo de vida, les dice: «Trabajen no por un alimento que perece, sino por un alimento que dura y da vida eterna, el que les dará el Hijo del hombre».
• Nuestro cuerpo necesita alimento para vivir, quienes pasan hambre lo necesitan aún más. Pero nuestra vida es mucho más y necesita mucho más que bienestar corporal. Necesitamos apoyo, reconocimiento, compañía, amistad, ternura.
• ¿Quién puede darnos eso que necesitamos para ser felices y hacer felices a los demás? Mi Padre es quien se lo da –dice Jesús: «El pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al mundo».
• Al deseo que sienten de ese alimento que perdura sin que sepan cómo, Jesús les responde: «Yo soy el pan de la vida: el que viene a mí no pasará hambre, el que cree en mí no pasará sed».
• Dios es nuestra riqueza, solo él satisface nuestros deseos. «Nadie ha visto al Padre –dice Jesús– solo el que ha venido de Dios» Quienes lo escuchan no creen: «¿No es este el hijo de José?».
• Jesús invita a mirar más allá: «Les aseguro, quien cree tiene vida eterna». Jesús, el mistagogo, abre un nuevo horizonte en nuestro itinerario de fe: «Este es el pan que ha bajado del cielo, para que quien lo coma no muera».
• Antes de su resurrección, ni sus discípulos ni la gente sabían cómo sería ese pan de la vida que es Jesús. Él lo insinúa con estas palabras: «Quien come de este pan vivirá para siempre, y el pan que yo voy a dar es mi carne para la vida del mundo».
• En la Última Cena se revela el misterio de la carne de Jesús: «Tomando el pan, dio gracias, lo partió y se lo dio diciendo: ―Esto es mi cuerpo, que se entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía».
• Al celebrar la Eucaristía, recordamos la consigna del relato de Lucas que proviene de las comunidades de Palestina y Siria, conservado Antioquía: «Hagan esto en memoria mía».
Lecturas: I Reyes y Efesios
• Este relato de la huida de Elías, amenazado de muerte por la reina Jezabel, es una peregrinación al monte Horeb o Sinaí, donde tendrá un encuentro con el Señor. Hay que leer todo el relato (c. 19).
• En la primera parte de su recorrido, Elías padece una desesperanza profunda, dice: «¡Basta, Señor! ¡Quítame la vida, que yo no valgo más que mis padres!»
• Un ángel lo toca y le dice: «¡Levántate y come!» «Miró Elías –continúa el relato– y vio a su cabecera un pan cocido sobre piedras y un jarro de agua».
• Esta historia legendaria es un símbolo velado de otro pan que el Señor nos ofrece. Él también nos dice: «Tomen y coman, esto es mi cuerpo, entregado por ustedes».
• La exhortación de Pablo a los efesios pone de relieve la acción del Espíritu Santo para consolidar el amor fraterno. Alude también a Cristo, que se entrega como ofrenda y sacrificio por nosotros.
• Esta exhortación se relaciona claramente con el fruto de la celebración eucarística: la amabilidad, la compasión, el perdón que nos debemos unos a otros, para seguir el camino del amor.
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Claves para la homilía: Julián Riquelme
• Contexto - Palestina, año 30: A la gente le cuesta aceptar el Evangelio que proclama Jesús. - Jerusalén, año 100: Acercarse a Cristo, que murió y está resucitado, trae Vida Nueva al mundo.
• Sentido Todo el Discurso del Pan de Vida tiende a dar confianza, ánimo, y fortaleza a los oyentes. El trozo bíblico de hoy, ofrece, al menos, tres subtemas:
• Pan (6,41-43). Invitación a no murmurar contra el Evangelio. La expresión “pan” significa a la vez el alimento diario, la actitud de servicio de Jesús, la persona de Cristo, el Evangelio, y la eucaristía. Los judíos critican al Maestro de Nazareth por haber dicho: "Yo soy el pan bajado del cielo". No pueden compaginar esta afirmación mesiánica con su origen familiar sencillo. Lección: El Señor llama a superar las actitudes defensivas, aceptando su amistad.
• Regalo (6,44-48). Gratuidad de la vida y de la resurrección. Jesús continúa: “Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre; y Yo lo resucitaré en el último día; el que cree tiene Vida eterna; Yo soy el pan de Vida”. El Padre se preocupa de la vida de todos, y revela en nuestro interior a Cristo, quien tiene el poder de resucitar. Moraleja: Si adherimos por la fe al Maestro de Nazareth, comenzaremos a caminar al interior de un mundo nuevo.
• Alimento (6,49-51). Asimilación de Cristo como alimento de vida. El Señor termina con estas palabras: “Sus padres, en el desierto, comieron el maná, y murieron. Yo soy el pan vivo bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá eternamente; y el pan, que Yo daré, es mi carne para la Vida del mundo”. Jesús comunica la vida de modo definitivo, pleno e indestructible. Mensaje: Nuestra tarea es ir alimentándonos de Cristo, para vencer las resistencias que producen muerte.
Semana XIX – Lunes (aquí)
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