EVANGELIO DOMINICAL

Domingo 14º durante el año


Lecturas: Ezequiel 2,2-5 / II Cor 12,7-10 / Marcos 6, 1-6

Botón homilético – Francisco Quijano

• Podemos conocer muchas cosas: unas son necesarias para la vida; otras, para desempeñar un oficio o una profesión; otras son cultura que nos enriquece. Y otras son esenciales para centrarnos en nuestra existencia.

• ¿Quién eres tú con quien comparto la aventura de vivir? ¿Quiénes son las personas que conforman mi círculo familiar en quienes confío? ¿Quiénes son mis amistades? ¿Quiénes esos hombres y esas mujeres que me han enseñado y siguen enseñándome a vivir? ¿Quiénes son esas personas solas, olvidadas, maltratadas? ¿Quién soy yo?

• La gente de Nazaret creía conocer bien a Jesús: el carpintero, hijo de María, hermano de Santiago, José, Judas y Simón. Los historiadores conjeturan que de joven trabajó en la reconstrucción de Séforis a 6 kms de Nazaret, asolada por los romanos cuando él era niño.

• Jesús no era de familia sacerdotal, no pertenecía al grupo de estudiosos de las escrituras, no era del círculo de familias prósperas de tiempos del rey Herodes Antipas. Sus compatriotas habían convivido con él desde niño hasta que salió del pueblo.

• Cuando regresa, al oírlo enseñar, se asombran: «¿De dónde saca este todo eso? ¿Qué sabiduría es esa que se le ha dado? ¿De dónde tamaños milagros que salen de sus manos?»

• Nada de lo que su gente veía y escuchaba encajaba con la convivencia que habían tenido con él, no cuadraba con su madre, sus hermanos y hermanas. Su gente estaba desconcertada.

• El trato con otras personas nos deparara sorpresas. Pretender que conocemos bien a los demás es ilusorio. Por ser personas abiertas a una aventura, la de la vida, por ser dueñas de nuestra libertad y nuestros actos, con un destino que no está predeterminado, somos un misterio.

• Lo somos para nosotros mismos, lo somos por ser reflejo, imagen, semejanza de otro misterio, el de nuestro Creador: «Dios creó al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creo, varón y mujer los creó». En el amor mutuo de varón y mujer, este misterio se vive en una aventura compartida.

• Si así sucede con nosotros, criaturas humanas, cuanto más con Jesús. Su misterio nos sobrepasa, requiere de nosotros una disposición a acogerlo tal como se nos va presentando. Esa es la aventura de la fe, bajo la guía misteriosa del Espíritu que guiaba a Jesús en el anuncio del reinado de Dios.

• ¿Quién es Jesús? Después de su muerte en cruz, sus discípulos proclamaron que él vivía, que ellos y unas mujeres habían tenido un encuentro con él. Anunciaron después que había sido constituido Hijo de Dios y Señor.

• ¿Quién es Jesús? Sus contemporáneos se lo preguntaron con asombro, después de su resurrección los cristianos responden: «Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios... que se encarnó de María, la virgen, y se hizo hombre...» La pregunta sigue abierta para que la respondas tú: ¿Quién es Jesús?

 

Lecturas: Ezequiel y II Corintios

• El relato de la vocación de Ezequiel, igual que el relato de otros personajes – Abraham, Isaías, Jeremías, los discípulos de Jesús, el propio Jesús en su bautismo – todos encierran el misterio de sus vidas.

• ¿Y tú, que buscas realizarte en la vida? ¿Y Tú, que tienes tu novia o tu novio? ¿Y tú, mamá o papá, que te empeñas por sacar adelante a tu familia? ¿Y tú, que algo buscas en la vida? ¿Qué quieres tú en la vida? Sí, tú también tienes una vocación que es un misterio.

• San Pablo entiende y dice a veces cosas que nosotros entendemos y decimos al revés. Por ejemplo, esto que escuchó en su interior: «Te basta mi gracia; la fuerza se realiza en la debilidad» ¿Cómo es eso: la fuerza se realiza en la debilidad?

• En un pasaje anterior, que se leyó el domingo pasado, dice: Ustedes conocen la generosidad de nuestro Señor Jesucristo, que, siendo rico, se hizo pobre por nosotros para enriquecernos con su pobreza. ¿Cómo es eso: enriquecernos con su pobreza?

• Ahí quedan estos dichos enigmáticos, paradójicos, raros, sorprendentes… para que les des vueltas a ver qué encuentras en ellos.

• De la colección Cristos de Julián Pablo OP

 

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Claves para la homilía – Julián Riquelme

• Contexto - Palestina, año 30: Nazareth es un lugar pequeño e insignificante (Cf. Jn 1,46). Probablemente los nazarenos no valoran su propia vida, sino que son dependientes de lo que viene de fuera: de la capital Jerusalén, y de la enseñanza de los escribas de la sinagoga y del Templo. - Roma, año 70: Los cristianos de la capital del imperio tienden a deprimirse y a sentirse con baja autoestima, debido a la persecución.

• Sentido Algunos llaman a este trozo bíblico “La Visita de Jesús a Nazaret”; otros lo denominan “Cristo es rechazado en su patria chica”. En el texto se pueden señalar, entre otros, estos aspectos:

• Los discípulos siguen al Maestro (6,1-2ª). Jesús aprovecha la oportunidad para predicar en la sinagoga durante el culto del sábado. Lección: Los discípulos son testigos de la actitud de los parientes, los paisanos, y “los de fuera” ante los milagros y la palabra de Jesucristo.

• Jesús es motivo de escándalo para los nazarenos (6,2b-3). Cristo no se presenta en medio de los suyos como un "superhombre", sino como una persona sencilla, y en solidaridad con los otros. Sus paisanos no saben quién le ha podido enseñar un mensaje sobre “cosas nuevas” tan lleno de sabiduría. Tampoco se explican de dónde proviene la fuerza sanadora de sus manos. Lo único que saben es que Jesús es un trabajador nacido en una familia de su aldea. «Jesús era para ellos un motivo de escándalo». Moraleja: Hay que advertir a las comunidades cristianas que Jesús puede ser rechazado precisamente por quienes se imaginan conocerlo mejor.

• El asombro del Señor ante la incredulidad de la gente (6,4-6). Jesús se siente «despreciado»: los suyos no le aceptan como portador del mensaje y de la salvación de Dios. Se han hecho una idea de su vecino Jesús, y se resisten a abrirse al misterio que se encierra en su persona. Jesús les recuerda un refrán que, probablemente, conocen todos: «Un profeta es despreciado solamente en su pueblo, en su familia y en su casa». Al mismo tiempo, Jesús «se extrañaba de su falta de fe». Es la primera vez que experimenta un rechazo colectivo, no de los dirigentes religiosos, sino de todo su pueblo. No se esperaba esto de los suyos. Su incredulidad llega incluso a bloquear su capacidad de sanar: «no pudo hacer allí ningún milagro, fuera de sanar a unos pocos enfermos». Para realizar "milagros" o cambios en las personas, Jesús necesita que ellas tengan fe. Mensaje: Así como el aceptar el servicio de Jesús es nuestra salvación, así también nuestra incredulidad es su impotencia.

• Artesonado de la iglesia de San Martín, Zillis, Suiza: Jesús enseña en la sinagoga de Nazaret

Semana XIV – Lunes (aquí)