EVANGELIO DOMINICAL

Domingo 5º de Pascua


Lecturas: Hechos 9,26-31 / I Juan 3,18-24 / Juan 15,1-8

Botón homilético – Francisco Quijano

• Hay un paralelismo entre el lenguaje alegórico y el lenguaje aforístico en esta joya de los discursos de la Última Cena: esa es su gracia literaria y su verdad real.

• «Yo soy la vid, ustedes los sarmientos» «El sarmiento no puede dar fruto si no permanece en la vid». Estas sentencias metafóricas están en paralelo con estas aforísticas: «Permanezcan en mí como yo permanezco en ustedes» «Quién permanece en mí y yo en él dará mucho fruto».

• «Yo soy el Camino» (14,6) «Yo soy la Vid» (15,1) «Dolores y Gozos del Parto» (16,21) son tres metáforas que adornan la serie de sentencias y aforismos que componen los discursos de la Última Cena.

• El género literario de estos pasajes es inusitado. Tiene la virtud de invitar a imaginar y meditar una colección de símbolos y metáforas, aforismos y sentencias que guardan siempre una riqueza inagotable.

• Estos discursos de la Última Cena son fruto de una narración que pasó de boca en boca oral de lo que ocurrió en esa cena de amigos, y lo son también de lo que las primeras comunidades que celebraron la eucaristía descubrieron en ellas.

• Juan, en su primera carta que se lee en estos domingos, indica tres modos como se realiza la comunión en el amor: creer en Jesucristo, amarse mutuamente, acoger el testimonio del Espíritu.

• La metáfora de la vida y los sarmientos, que simboliza la unión de Jesús y sus discípulos, termina con esta sentencia directa, no metafórica: «La gloria de mi Padre consiste en que den mucho fruto».

 

Lecturas: Hechos y Carta de Juan

• San Lucas relata las dificultades muy serias que tuvieron las primeras comunidades de seguidores de Jesús, que provenían del judaísmo, para aceptar a seguidores de Jesús que provenían de otras religiones.

• En este pasaje se presenta el caso de las sospechas y rechazo inicial contra san Pablo, que anunciaba el Evangelio a judíos de habla griega, por parte de judíos de habla aramea.

• San Juan, en su primera carta que se lee en estos domingos, indica tres modos como se realiza la comunión en el amor: creer en Jesucristo, amarse mutuamente, acoger el testimonio del Espíritu.

• Creer en Jesucristo es creer que él vino de Dios y es Dios en carne mortal, que es luz y camino que nos guía para caminar en la luz.

• Vivir en comunión de amor es saber que Dios nos muestra su amor en carne mortal, que nadie puede amar a Dios a quien no ve si no ama al prójimo a quien ve.

• Aceptar el testimonio del Espíritu es saber que el amor no consiste en que nosotros amamos a Dios sino en que él nos amó primero, que el amor es don. El amor es un don que recibimos y un don que compartimos.

 

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Claves para la homilía - Julián Riquelme

• Contexto. - Palestina, año 30: Jesús participó con sus discípulos en una cena un día de la semana, en que murió. Por su carácter de despedida, ellos la convirtieron en una cena entrañable. - Jerusalén, año 100: Los cristianos de finales del siglo I pueden dispersarse o convertirse en un grupo cerrado, debido a las persecuciones.

• Sentido. En la alegoría de la “verdadera vid”, que representa a Cristo, el Padre es el viñador y los discípulos equivalen a los sarmientos. El texto manifiesta, entre otros, estos aspectos:

Invitación (15,1-6). Jesús insiste en que Él es la fuente de la “verdadera” vida, una vida que sólo puede venir de Dios Padre. Así, Cristo invita a permanecer unidos a Él, como los sarmientos a la vid, para vivir y dar fruto abundante, en el servicio fraternal a todos. El Señor agrega que, de lo contrario, los discípulos se convierten en personas inútiles, que no propician el crecimiento de los demás: en gente similar a los sarmientos estériles.

• Fruto (15,7-8). El fruto de la fidelidad. El estar unidos a Jesús implica vivir de acuerdo con su revelación (“palabras”), y en obediencia a su consigna del amor al prójimo. Las peticiones de quienes se han amoldado así a Cristo, serán siempre concedidas por el Padre: De esta manera los cristianos toman parte activa en el proyecto de Dios. La glorificación del Padre se realiza con la propia vida de los discípulos, pues éstos participan de la misma misión de Jesús.

• Actualización. La Eucaristía es el momento cumbre, en el que la savia del Resucitado, el Espíritu Santo, alimenta a los bautizados y bautizadas, para que manifiesten en la tierra la Pascua del Hijo del Hombre, y la fuerza amorosa del Padre.


Pascua V: Lunes (aquí)