EVANGELIO DOMINICAL

Domingo 1º de Adviento


Lecturas: Isaías 63,16-17.19b; 64,2-7 / 1 Corintios 1,3-9 / Marcos 13, 33-37

Botón homilético – Francisco Quijano

• «Estén prevenidos, oren incesantemente», decía ayer el Evangelio. «Tengan cuidado, estén prevenidos», dice hoy el Evangelio. El fin del Año Litúrgico empata con el comienzo del siguiente año. ¿Por qué?

• Los Evangelios de la última semana del año litúrgico se toman del capítulo 21 del Evangelio de San Lucas, que reporta el discurso de Jesús sobre los tiempos últimos o, mejor dicho, sobre el sentido último de la historia. Y el Capítulo 13 del Evangelio de San Marcos trata también del mismo discurso final de Jesús.

• El Año Litúrgico comienza con el Adviento, palabra que deriva del verbo «advenir», que significa «llegar, suceder». Este tiempo se despliega en tres dimensiones: en la espera de la Navidad, en la esperanza de la manifestción de Cristo en gloria, en la alerta ante el Señor que llega siempre a nuestra vida.

• La espera de la Navidad está bien delimitada en el tiempo: cuatro semanas hasta el 25 de diciembre. Esta espera es de un suceso pasado que se actualiza simbólicamente en la liturgia cada año. Es el Nacimiento de Dios, Hermosura siempre joven, que decía san Agustín.

• Ese Dios siempre joven nos espera, a su vez, al Fin de los Tiempos, para comunicarnos su juventud inmarcesible. Fin personal de mi tiempo y fin de toda la historia humana. De nuestro fin, sabemos que algún día llegará. Del fin de la historia, no sabemos cuándo será.

• Vivir en la esperanza a la luz de dos Advenimientos –del Hijo de Dios, Palabra, que se hizo carne, y del Hijo de Dios en gloria, Palabra eterna en el seno del Padre–. Ese es todo el sentido de nuestra vida y de la historia. Ese sentido se hace presente en el Señor que llega en cada momento a nuestra vida. 

• Las religiones judía y cristiana tienen su origen en la experiencia de un hombre –Abraham– de quien san Pablo dijo: «Esperó contra toda esperanza». Esta clase de esperanza no viene de mis expectativas sino de otra parte. ¿Qué espera esta esperanza? Algo que siempre será una sorpresa y un regalo.

• La esperanza que se nos invita a vivir es un don gratuito de Dios, que nos impulsa más allá de nuestras expectativas. Es Dios mismo que nos llama a vivir en amistad con él. Por eso el evangelio de hoy termina diciendo: «¡Estén alerta!»

 

Lecturas: Isaías y I Corintios

• Esta súplica de Isaías corresponde a una época posterior al retorno del exilio en Babilonia. La súplica oscila entre la confianza en Dios, a quien se invoca como Padre y Libertador; y el reconocimiento de la culpa y la confesión. Hay en ella también una alusión a las teofanías del Éxodo. Se lee al comienzo del Adviento por que alude a una manifestación de Dios que habrá de llegar.

• La otra lectura es el saludo de Pablo a la comunidad de Corinto, que alude a una manifestación del Señor que se esperaba llegaría pronto. Cuando se publica el Evangelio de Marcos, hacia el año 70, esta espera de una manifestación inmediata había ya decaído.

• Adviento es tiempo de esperanza, referida esta vez al memorial del Nacimiento de Jesús, a la expectativa final de la Parusía y a su advenimiento presente en nuestras vidas.

 

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Claves para la homilía – Julián Riquelme

• Contexto - Palestina, año 30: Después de la “purificación del templo”, los sacerdotes protestan en forma airada… - Roma, año 80: Los discípulos están perseguidos, tienen conciencia de que el Reinado de Dios está ya presidido por el Rey Mesías, Jesús Resucitado, y necesitan que la presencia de Él crezca en sus vidas y que otros lo descubran.

• Sentido El Evangelio de hoy es una “Exhortación a la Vigilancia”, pues afirma: "Tengan cuidado y estén prevenidos, porque no saben cuándo llegará el momento" (Mc 13,33). El “momento” no es cronológico, exterior y astral, sino humano, interior y psicológico. Vigilar es tener una actitud interna, serena y activa, incluso en las situaciones de tensión o de conflicto. Para la vigilancia se sugieren dos caminos:

• Vivir con responsabilidad la propia vocación u oficio (Mc 13,34-36). El texto une los fragmentos de dos parábolas: Una, la del hombre, que viaja al extranjero, y da autoridad a sus servidores, porque tiene intención de permanecer lejos por largo tiempo (cf. Mt 25,14); y otra, la del hombre, que se ausenta de su casa, y confía al portero la tarea de velar para que le abra la puerta cuando retorne (cf. Lc 12,38). La clave de interpretación está en la actitud de los servidores. ⦁ Lección: ¿Estamos adormecidos por el consumismo y soñando con éxitos superficiales? Se invita a vivir el “ahora” con lucidez, coherencia y responsabilidad.

• Recibir la fuerza de Dios en la oración. La frase "¡Estén prevenidos!" (Mc 13,37) se relaciona con el relato de la oración de Jesús en Getsemaní: "Permanezcan despiertos y oren para no caer en la tentación" (Mc 14,38). Después de crucificarlo, la tentación es presentada al Nazareno por los jefes judíos, que lo invitan a bajar de la cruz, para que muestre así la imagen no de un Dios de amor, sino la del dios del poder, el que se impone a los seres humanos, y los domina (Mc 15,30). ⦁ Lección: En cada uno de nosotros hay dos fuerzas luchando a brazo partido: Una es “mi verdadero ser”, que es amor, sentido de la vida, armonía, entrega y don total; y la otra fuerza es “mi falso yo”, que es gloria y vanidad por encima de los demás, temor, egocentrismo, odio y venganza. ¿Cuál de las dos vencerá? Muy sencillo y lógico. Vencerá aquella que yo alimente más.

• Actualización El Tiempo de Adviento comprende las cuatro semanas anteriores al 25 de diciembre: Celebración del Nacimiento de Jesús. Es un tiempo para trabajar nuestra interioridad, porque todo lo que espero de fuera, lo tengo ya dentro. La vigilancia ayuda a hacer más presente al Dios-con-nosotros.

⦁ Nalini Jayasuriya (Sri Lanka, +2014): Silencio Adoración

Semana I de Adviento: Lunes (aquí)