Lecturas: Malaquías 1,14-2.2.8-10 / I Tesalonicenses 1,5; 2,7-9 / Mateo 23,1-12
Botón homilético: Francisco Quijano
• En el horizonte último del destino humano, es más, de toda la creación, se presenta la U-topía, el No-lugar No-tiempo. Dice san Pablo: Cuando el universo le quede sometido, también el Hijo se someterá al que le sometió todo, y así Dios será todo en todos.
• El vidente del Apocalipsis proyecta en ese horizonte último la Ciudad U-tópica: No vi en ella templo alguno, porque el Señor Dios Todopoderoso y el Cordero son su templo. La ciudad no necesita que la ilumine el sol ni la luna, porque la ilumina la gloria de Dios, y su lámpara es el Cordero.
• Episodio de controversia de Jesús contra los escribas y fariseos hay que verlo a la luz de la U-topía proyectada en el horizonte final. El conflicto de Jesús con ellos no es solo de carácter personal: unas personas bien identificadas que se opusieron a él y su enseñanza; o unas gentes perversas o malvadas que él denuncia. Es un conflicto que tiene otros alcances.
• Este conflicto atraviesa toda la historia, es un conflicto social, cultural, religioso de carácter estructural. Rebasaba a las personas involucradas. De hecho, los escribas se dedicaban al estudio de las Escrituras; los fariseos eran piadosos, de mentalidad estricta en el cumplimiento de las leyes judías.
• El conflicto es de carácter estructural porque proviene de una distorsión de la esencia misma de la religión judía con efectos nocivos en la sociedad, la mentalidad, la conducta y la práctica. El conocimiento de las Escrituras y la observancia de la ley se usan como arma contra los demás.
• Este conflicto afecta a otras religiones, la nuestra, y a otras instituciones, aun de carácter no religioso. Es más, hasta podría ser intrínseco a toda institución. Las religiones y las instituciones son necesarias en esta vida temporal. Hemos de esforzarnos para no pervertirlas, pero siempre están expuesta a la perversión.
• Uno de los conflictos de más difícil solución es la corrupción estructural de las sociedades, las mentalidades, las religiones, las instituciones civiles y religiosas. En tiempos de Jesús y en todos los tiempos y lugares. Es una lacra de nuestra humanidad de la cual hemos de liberarnos.
• En los días que corren hay una señalada distorsión y corrupción de una institución clave de la vida civil: la democracia representativa. Desprestigiada por partidos y políticos corruptos, socavada de raíz por movimientos y líderes populistas antisistema de todos los colores.
• ¿Podremos liberarnos de estas taras? Jesús llama la atención sobre el horizonte último de la U-topía y la forma como se proyectos en nuestro mundo, sus lugares y sus tiempos: «No se hagan llamar maestro... A nadie llamen padre... No se dejen llamar guía».
• Son palabras antijerárquicas y, apurándolas, hasta suenan anárquicas; alcanzan nuevas resonancias en estos tiempos de inclusión y aspiraciones igualitarias.
• En la Iglesia tienen alcances de denuncia contra actitudes y acciones de la jerarquía, que incluye a obispos y sacerdotes, y de paso a quienes se amparan bajo su alero: abusos de docencia y de conciencia, paternalismo y recetas de moralina, crímenes contra menores y ninguneo de las mujeres.
• En las mismas palabras de denuncia de esta mentalidad y sus abusos se halla el remedio: «Todos ustedes son hermanos... uno solo es su Padre... solo tienen un guía, que es el Mesías».
• Acaba de terminar en Roma el Sínodo que trató de la sinodalidad, es decir, del camino que hemos de hacer juntos laicos, mujeres y hombres, religiosos y religiosas, obispos porque dice Jesús: «Todos ustedes son hermanos... uno solo es su Padre... solo tienen un guía, que es el Mesías».
• Ser hermanos y hermanas, con un solo Padre común, que lo es de toda la humanidad, esa es nuestra realidad más profunda. En el santuario de nuestra conciencia, donde solo Dios puede entrar, habita «el Espíritu de hijos e hijas adoptivos que nos permite llamar a Dios Abba, Padre» (Rom 8,15).
• Hay de verdad en las palabras de Jesús unos aires de anarquía, resonancias de una fraternidad universal, cuando ya no existan estratos ni jerarquías, porque «Dios será todo en todos» (I Cor 15,28)
Lecturas: Malaquías y I Tesalonicenses
• Después de una invectiva contra fieles y sacerdotes que pervierten la religión judía, Malaquías hace tres preguntas: «¿No tenemos todos un solo Padre? ¿No nos ha creado un solo Dios? ¿Por qué nos traicionamos unos a otros, profanando así la alianza de nuestros padres?»
• Las dos primeras apuntan al fundamento y la razón de la fraternidad humana: Dios, Padre y Creador. La tercera refiere a la traición de nuestra condición de hijos e hijas del Padre común, y de criaturas del Dios único y creador. Con nuestra conducta anti-fraterna y anti-humana nos traicionamos y traicionamos a nuestro Padre y Creador.
• Los fieles de Tesalónica fueron evangelizados por Pablo cuando paso a esa ciudad después de haber estado en Filipos donde fue encarcelado. Dos notas marcan su relación con ellos: los trató con el cariño de una madre y reconoce que ellos aceptaron su palabra, no como palabra humana, sino como palabra de Dios.
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Claves para la homilía: Julián Riquelme
• Contexto - Palestina, año 30: Los escribas y los fariseos no defienden a Jesús cuando sube a Jerusalén… - Antioquía (Siria), año 80: Se convoca a la comunidad cristiana a no caer en los mismos errores de los jefes del judaísmo, pues así no se podrá anunciar el Reinado de Dios a todas las naciones (Mt 8,11).
• Sentido El tema del Evangelio es una “Invitación a ser auténticos discípulos de Jesús”. Esta se describe a través de un díptico:
• 1. Los jefes judíos son:
a. Egocéntricos (23,2-3). Son incoherentes, pues no son fieles a la enseñanza que ellos mismos imparten. Además, su engaño mayor consiste en exigir, en nombre de Dios, a sus súbditos unas prácticas, que son solo preceptos humanos.
b. Antisolidarios (23,4). La orientación de su vida está marcada por un autoritarismo hipócrita, que somete a esclavitud la conciencia de la gente. Con los 613 preceptos, la vida de las personas queda sumida en una frustración alienante.
c. Exhibicionistas (23,5-7). Cuando se pone la perfección en el cumplimiento de normas externas, se cae en la soberbia (“soy más que los otros”) o en la simulación (“lo que los demás piensen de mí es más importante que lo que yo realmente soy”). La vanidad religiosa muestra una falsa imagen de Dios y acompleja a los sencillos.
• 2. Los discípulos están llamados a ser:
a. Fraternos (23,8-10). Este es el camino que Cristo ofrece a sus discípulos para superar todo autoritarismo hipócrita y toda jactancia religiosa. No está en contra de las autoridades ni que existan maestros en la fe, sino contra la usurpación del honor debido a Dios y a Cristo. El Señor quiere en sus comunidades unas relaciones fundadas en la unión, que Él mantiene con Dios su Padre.
b. Serviciales (23,11). Hay que entrar en una dinámica de servicio incondicional a los demás. Jesús comenta: “Lo mismo que el Hijo de hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos” (Mt 20,28), y “Mi yugo es llevadero y mi carga ligera” (Mt 11,30). Fuera de Dios Padre y de Jesucristo, nuestro jefe y cabeza, no tenemos a nadie a quien dar culto, pues hemos destruido los ídolos que esclavizan a los seres humanos.
c. Igualitarios (23,12). Ser fiel a Dios es ser fiel a sí mismo, a tu auténtico ser. Lo que Dios quiere de ti, te lo está diciendo Él desde dentro de ti mismo. Una persona vale más que la institución. Todas las agrupaciones humanas deben ser medios para que los seres humanos alcancen la igualdad, que brota de su dignidad. Es necesario abandonar todo intento de superioridad e inequidad.
Semana XXXI: Lunes (aquí)
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