Lecturas: Isaías 45,1-4-6 / Tesalonicenses 1,1-5 / Mateo 22,15-21
Botón homilético: Francisco Quijano
• La evolución de la religión del pueblo judío culmina en una profesión de fe diáfana: Dios Creador y Señor de la Historia, Único, en medio del politeísmo de otros pueblos de la antigüedad
• Esto sucedió hacia el año 550 aC durante el exilio judío en Babilonia, en boca del Segundo Isaías: «Yo soy el Señor, y no hay otro, no hay ningún dios fuera de mí». ¿Qué significa este Yo Creo tan fundamental?
• Después del exilio en Babilonia, en tiempos de Alejandro Magno (356-323 aC) y la dominación griega en el Medio Oriente, los emperadores eran divinizados.
• El año 42 aC el Senado romano declaró postmortem a Julio César: Divus Julius – Divino Julio. No fue galantería para un buenmozo sino homenaje a un dios: el dictador que canceló la República. Tras su muerte trágica, su hijo adoptivo Augusto fue el primer emperador, bajo cuyo dominio nació Jesús.
• Jesús, judío de nacimiento y religión, confiesa la fe que todo judío aprendía de niño: «Escucha, Israel, el Señor nuestro Dios es el Único Señor. Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas, y al prójimo como a ti mismo».
• El reconocimiento de la soberanía del Único Creador y Señor del Universo, va acompañada del reconocimiento de la dignidad única e inviolable de la criatura humana. De ahí el doble mandamiento, que en realidad es uno: «Amarás a Dios y a tu prójimo como a ti mismo».
• El sentido de la sentencia de Jesús es semejante al de su respuesta a una de las tentaciones de su vida pública: «Adorarás al Señor, tu Dios, y a él solo rendirás adoración».
• En consecuencia: al césar, a cualquier mandamás, a quien quiera ejercer un poder absoluto, le dirás: No. Los tendrás como una realidad tan humana como tú, no habrás de rendirle culto, honores, pleitesía, adulación, sumisión como a un poder sobre humano.
• A tu prójimo, a toda persona, quienquiera que sea en su desnuda condición humana, la tendrás como fin, no como medio (Immanuel Kant dixit). No reducirás a tu prójimo a la condición de trampolín para erigirte como dominador supremo.
• Hay en esta visión un anarquismo latente: no subversión sin más del orden establecido, sino afirmación de la inviolable dignidad de la criatura humana, imagen del Creador, que es la lugarteniente única en el orden político de la única soberanía a la cual debemos reconocimiento: la de Dios Creador y Padre de la humanidad.
• James Tissot (1836–1902): El tributo al César
Lecturas: Isaías y Tesalonicenses
• «Yo soy el Señor, y no hay otro, / no hay ningún Dios fuera de mí» Esta confesión de fe del Segundo Isaías debería estar grabada con letras de oro. Es un momento culminante del itinerario de fe del pueblo judío y, cabe decir, de la humanidad.
• Más aún, esta declaración forma parte de un oráculo a favor de Ciro, rey de Persia, que será el liberador de los judíos exilados en Babilonia. Este personaje es totalmente ajeno al pueblo judío y su fe en el Dios de la Alianza. Sin embargo, se dice de él: «Así habla el Señor a su ungido, / a Ciro, a quien tomé de la mano derecha».
• ¿Cómo? ¿Un extranjero, un pagano, un servidor de otros dioses es escogido por Dios para liberar a su pueblo? Este es otro rasgo de la fe del Segundo Isaías, que significa un salto gigante de una fe nacionalista a una fe universal. Yahveh, el dios judío, es en realidad el Dios Único, Creador y Señor de la Historia.
• Filipos y Tesalónica, ciudades de Macedonia en la costa norte del Mar Egeo, fueron las dos primeras ciudades europeas a las que llegó san Pablo en su segundo viaje misionero. Las dos cartas a los cristianos de Tesalónica son a su vez los dos primeros escritos del Nuevo Testamento.
• En ambas cartas se presenta una cuestión teológica de las primeras comunidades: ¿Es o no inminente la manifestación gloriosa de Jesús Resucitado? ¿Su regreso a la tierra en gloria? Dos décadas después fue publicado el Evangelio de Marcos para responder a la crisis: Jesús no regresaba, las comunidades eran perseguidas.
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Claves para la homilía - Julián Riquelme
• Sentido. El relato del ”Tributo al César” se puede dividir en tres partes:
• El llamado a la sinceridad (Mt 22,18-21ª). Jesús pone de manifiesto las intenciones de sus interlocutores: "Hipócritas, ¿por qué me tienden una trampa?" (Mt 22,18). Además, trata de hacerlos reflexionar, pidiéndoles que le presenten una moneda del impuesto, y los interroga: "¿De quién es esta figura y esta inscripción?". Le respondieron: "Del César" (Mt 22,19-21a). Los fariseos están en contra del César, pero llevan su dinero en el bolsillo. Moraleja: A veces se intenta convertir los asuntos de la fe o de la religión en una especulación de salón o de sacristía, sin ninguna influencia en la vida real, en el procesos de humanización.
• La respuesta sapiencial (Mt 22,21b). El Señor contesta a aquellos fariseos y herodianos de una manera insuperable. Distingue entre el nivel de la organización de las sociedades, y el nivel del sentido de la vida, enriquecido por la fe: "Den al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios" (Mt 22,21b). La traducción exacta es “Devuelvan (griego "apodídômi" = “devolver”; y no “dídomi” = “dar”) al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios". El nivel de la organización de las sociedades y el nivel del sentido de la vida (al interior del cual están la religión y la fe), han de servir a la búsqueda del bien integral de todos los seres humanos; entre ambos niveles no ha de haber mezcla ni confusión, sino convergencia. Mensaje: La finalidad de esta convergencia es para que no exista ningún empobrecido ni marginado dentro de las sociedades (cf. Dt 15,4).
• Bernardo Strozzi (1581–1644): El tributo al César
Semana XXIX: Lunes (aquí)
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