Lecturas: Isaías 25,6-10 / Filipenses 4,12-14.19-20 / Mateo 22,1-14
Botón homilético – Francisco Quijano
• «El reino de los cielos es como un rey que celebraba la boda de su hijo». Hay que dar vuelo a la imaginación para descubrir el alcance de estos dos símbolos: reino, boda.
• Jesús usa el símbolo del reino para anunciar que Dios está presente en medio de nuestra humanidad. Ese reinado es invitación a la amistad con Él y entre nosotros. Comienza con dificultades en este mundo, aceptación y rechazo, y culmina en la comunión plena, Dios todo en todos, más allá de este mundo.
• Jesús usa también el símbolo de una boda, que es explosión de regocijo como en ningún otro festejo, para insinuar el gozo inconmensurable de la amistad con Dios, que incluye a todo el mundo.
• Jesús no solo anuncia el reinado de Dios y lo compara con una boda, él mismo se presenta como novio, ofrece su amistad a todos, participa en una boda, come con recaudadores y pecadoras.
• En la parábola del banquete hay otros rasgos trágicos, violentos: unos invitados asesinan a los servidores del rey, este monta en cólera y arrasa con los asesinos y su ciudad; el propio rey echa de la boda a un invitado mal vestido… ¿Qué sentido tienen estos hechos violentos?
• Podemos leerlos en dos sentidos. Uno es este, relacionado con una implicación de la historia parabólica. Es una forma de dramatizar, aun de manera violenta y arbitraria, lo que tu libertad pone en juego: participar en una gran fiesta con su gozo o la tristeza, aun desgracia, de perdértela.
• Así ocurre con una amistad que es valiosa, enriquecedora. No se puede forzar a nadie a aceptarla, nadie te la impone, perdértela es un dilema de tu libertad.
• Si eliges excluirte, eres tú quien se condena a vivir en soledad empobrecedora. Si no quieres ir a la boda, eres tú quien se pierde el regocijo desbordante de ese gran festejo.
• Otra lectura es colateral a la historia parabólica. Se vio el domingo pasado. Hay parábolas con escenas violentas y arbitrarias. Es un efecto dramático del relato. Pero, en la vida real, la violencia está presente. ¿Qué actitud tomamos frente a ella? Esta cuestión exige también una respuesta crucial.
Lecturas: Isaías y Filipenses
• El gran banquete final al cual son convocados todos los pueblos forma parte de los capítulos 24 a 27 de Isaías, que corresponden a la época del judaísmo postexílico, son un antecedente de la literatura apocalíptica de los siglos II aC a II dC.
• Este banque de los últimos tiempos es una forma simbólica y poética de anunciar que Dios convoca a participar de su felicidad y su gozo a toda la humanidad. Este pasaje, por cierto, es una de las lecturas de las misas de difuntos.
• San Pablo confiesa a los filipenses cuál es la razón y motivo de su fortaleza en lo próspero y en lo adverso: «Yo todo lo puedo –les dice– en Aquel me conforta».
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Claves para la homilía - Julián Riquelme
• Sentido. En la “alegoría del banquete de bodas” se pueden distinguir, por lo menos, cuatro aspectos:
• La imagen central del relato. El símbolo de la boda y las figuras del esposo y la esposa describen la relación de justicia y amor, que Dios ha querido establecer desde siempre con todos los seres humanos. El rey de la parábola es Dios Padre, quien desde siempre ha preparado la fiesta. Ahora el mismo Jesús es quien anuncia de modo definitivo las condiciones de participación en el banquete de bodas o Reinado de Dios. Lección: Nuestra obligación es hacer de la vida, aquí y ahora, una fiesta para todos.
• Apertura universal e invitación rechazada (Mt 22,2-10). Para ayudar a las personas de todos los pueblos a descubrir su vocación a la fiesta del Reino, Dios busca la colaboración de la gente de Israel, quienes responden con la negativa y la despreocupación: son negligentes, indiferentes y hasta agresivos. A través de Cristo y sus misioneros, se abre el llamamiento divino, de siempre, a todos, incluso a quienes, a ojo humano, son considerados malos. El centro del mensaje está en que los servidores invitan a todos: malos y buenos. Moraleja: La invitación viene de lo hondo de nuestro ser y convoca a una plenitud, más allá de lo sensible.
• El traje de boda (Mt 22,11-13). La indumentaria de fiesta no es la sola fe, ni sólo las obras meritorias, sino revestirse del espíritu de las bienaventuranzas, esto es, dar frutos de justicia, de misericordia, de lealtad y de solidaridad (Mt cc 5-7). En otras palabras: No basta con pertenecer nominalmente a la comunidad, sino que es necesario revestirse interiormente de Cristo, como afirma el apóstol Pablo (Ga 3,27). Mensaje: La gracia, que es Amor de Dios, obliga.
• La conclusión (Mt 22,14). La palabra "muchos" significa "todos"; la expresión "pocos" no indica un pequeño número, sino quienes responden a la gracia. No por el solo hecho de pertenecer al Israel de entonces o a la Iglesia hoy, se está participando en el Reinado de Dios. La participación en este Reinado coincide siempre con la respuesta libre al Dios de la vida, manifestado en Jesucristo. La última frase del Evangelio podría traducirse también así: "Porque hay más llamados que elegidos". Enseñanza: La salvación personal, que no incorpora la salvación del otro, no es cristiana y tampoco tiene nada de humana.
⦁ Tintoretto (1518-1594): Las bodas de Caná, 1561
Semana XXVIII: Lunes (aquí)
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