EVANGELIO DOMINICAL

Domingo 26º durante el año


Lecturas: Ezequiel 18,24-28 / Filipenses 2,1-11 / Mateo 21,28-32

Botón homilético: Francisco Quijano

• Buen número de parábolas de Jesús fueron contadas para los sumos sacerdotes, los ancianos del pueblo, los fariseos y los letrados. Resultaban explosivas para ellos. ¿Qué nos dicen ahora?

• Desde hace varios domingos venimos escuchando estas parábolas acerca del núcleo del misterio de Dios y de nuestra relación con él: Dios es bueno de una bondad fuera de toda expectativa humana, Dios es amor incondicional e inclusivo.

• La parábola de los dos hijos libera su energía nuclear en palabras del propio Jesús: «Les aseguro que los recaudadores de impuestos y las prostitutas entrarán antes que ustedes en el reino de Dios».

• Ellas y aquellos son como el hijo de la parábola al que su padre le pide ir a trabajar a la viña, y responde: «No quiero». Pero después recapacita y va. Las autoridades judías dicen obedecer, pero siguen en lo suyo.

• Tergiversan por completo lo que Dios quiere para nuestra humanidad, quién es Él, cuáles son sus propósitos de misericordia y perdón. Distorsionan la religión judía.

• Esta aberración de tintes religiosos, porque reclama hablar y actuar en nombre de Dios, no se presentó solo en tiempos de Jesús: es una perversión de la experiencia religiosa con múltiples facetas en la historia.

• Una religión auténtica, cualquiera que sea su credo, no puede justificar jamás la deshumanización, la violencia, la imposición forzada de sus creencias. Por desgracia, el cristianismo también ha padecido esta desviación.

• Si nos apartamos del ámbito religioso, hay también ideologías, proyectos de gobierno, acciones de gobernantes, cuyo propósito inocultable es imponer una forma de pensar y decisiones arbitrarias.

• El anuncio del Evangelio y de otras creencias religiosas se dirige a personas libres, que pueden aceptarlo o rechazarlo. Igualmente, la forma de gobernar a personas libres es el régimen democrático, pese a sus deficiencias. ¿Cómo poner remedio a la imposición?

 

Lecturas Ezequiel y Filipenses

• En un momento clave de la historia de la humanidad, «tiempo axial» diría el filósofo Karl Jaspers, Ezequiel ejerce su misión profética. Lo hace en el exilio de Babilonia.

• Un mensaje central suyo es sobre la responsabilidad, que está anclada en el libre arbitrio del ser humano. No existen responsabilidades colectivas o tradicionales o institucionales. La responsabilidad es personal.

• Lo colectivo, lo tradicional, lo institucional pueden ser, de hecho lo son, condicionantes del ejercicio de la libertad, pero no lo son de suerte que la anulen. Dice el profeta:

«Quien obra mal ha abierto los ojos y se ha convertido de todas las ofensas que había cometido». De eso hemos de hacernos cargo: ¡Abrir los ojos!

• El Himno de Filipenses es una obra maestra, por su profundidad espiritual y teológica, y por su confección literaria, probablemente en arameo. Al contemplar el misterio de Cristo Jesús, proclama:

• Él, siendo de condición divina, se despojó de ella hasta asumir lo más bajo de nuestra condición humana: morir ajusticiado en la cruz.

• Ello con un propósito: recrear a nuestra humanidad, desde el despojo de ella por una muerte injusta, de modo que toda lengua proclame el señorío de Cristo Jesús por su resurrección y el señorío de nuestra humanidad recreada. (aquí)

• Por eso, recaudadores y prostitutas, leprosos y adúlteras, enfermos y endemoniadas, cualquier otro desecho de humanidad, tienen precedencia en el camino del Reino y en la amistad con Dios.

 

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Claves para la homilía - Julián Riquelme
 

• Contexto. – Palestina, año 30: Después de la “purificación del templo”, los jefes del pueblo preguntan a Jesús con qué autoridad actúa así. Él les responde con otra pregunta: ¿El bautismo de Juan era cosa de Dios o cosa humana? No se atreven a contestar, y Jesús les narra esta parábola. –  Antioquía (Siria), año 80: El Reino de Dios es para todos. Por eso, lo importante no es creerse perfectos por cumplir externamente leyes, sino saber rectificar lo que se ha hecho mal, con obras en pro del crecimiento de la Vida.  • 

•  Sentido. El tema del Evangelio es “La parábola de los dos hijos”. En ella se pueden distinguir tres partes:

• Relato parabólico (21,28-30). El primer hijo representa a los publicanos y a los pecadores, que no conocían la ley y buscaban hacerse más humanos, porque se sabían necesitados. El segundo hijo es figura de los sumos sacerdotes y los ancianos, que consideraban que no tenían nada de qué arrepentirse, se creían perfectos, porque decían “sí” externamente a todos los mandamientos de la ley; sin embargo, rechazaban el cambio que Jesús les ofrece. Lo único que Dios quiere es el bien de todos los seres humanos. Lección: Cumplir externamente los mandamientos de Dios y esclavizar a hombres y mujeres, es lo más contrario al mensaje de Jesús.

• Primera aplicación dirigida a los interlocutores (21,31). El Nazareno ofrece a los jefes de su pueblo la primera posibilidad de interpretar la parábola. En el fondo les dice: Dios comprende nuestra limitación y da la posibilidad de rectificación, después de “recapacitar”. Los errores cometidos pueden ayudarnos a encontrar el camino verdadero, que es tratar de imitar la actitud de Amor de Dios Padre hacia todos sus hijos e hijas. Tenemos que aceptar nuestras limitaciones, porque son parte de nuestra naturaleza. Moraleja: No podemos pretender, ni para nosotros ni para los demás, la perfección en el más alto grado.

• Segunda aplicación haciendo mención del Bautista (21,32). Jesús llama de manera más explícita a la “conversión” a sus interlocutores, los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo. Cuando queremos que un ser humano sea pluscuamperfecto, estamos exigiéndole que deje de ser humano. Todo lo que somos lo hemos conseguido a base de corregir errores. Los seres humanos estamos siempre en construcción. La experiencia dice qué es lo que me deteriora como persona y qué es lo que me permite crecer. Ser hijo de Dios significa imitarle, como se dijo, en la búsqueda del bien de todos. Lo importante es tomar conciencia de que hay que trabajar por los demás, porque de lo contrario no daremos un paso hacia la plenitud de la Vida. Dios, que es Amor, demuestra conocernos muy bien cuando perdona. Mensaje: Aprender a perdonarse y seguir a delante, es de sabios.

Semana XXVI: Lunes (aquí)