Lecturas: I Reyes 19,9.11-13 / Romanos 9,1-5 / Mateo 14,22-36
Botón homilético: Francisco Quijano
• Jesús que camina sobre las aguas. Este episodio sigue a la multiplicación de los panes. Jesús despide a la gente y se retira a orar en la montaña. Los discípulos, lejos de la costa, bogan en una barca zarandeada por las olas. De madrugada, creen ver un fantasma que camina sobre las aguas. Se asustan, gritan.
• La multiplicación de los panes, evoca la Eucaristía. Esta evoca el acompañamiento del Señor, que camina con nosotros sobre las aguas turbulentas de la vida. Aunque no lo veamos, él vela y ora por nosotros.
• ¿Qué sentido tiene para nosotros hoy en día? La clave son los diálogos: «¡Es un fantasma!» «¡Ánimo, yo soy, no tengan miedo!» «¡Señor, si eres tú, mándame ir a ti!» «¡Ven!» «¡Señor, sálvame!» «Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?»
• «¡Ánimo! Yo soy, no teman». Esa voz es eco de una voz que los judíos no se atrevían a nombrar por su nombre: «Yo soy», porque sabían que era el nombre de Dios: «Yahveh».
• Esa voz resuena así en labios del profeta Isaías II: «Yo, yo soy Yahveh, fuera de mí no hay salvador. Yo lo predije y salvé, yo lo anuncié... Yo soy Dios, yo lo soy desde siempre» (43,11-13).
• ¿Quién no ve en este diálogo entre Jesús y sus discípulos un reflejo de sus vivencias? Nuestra fe es frágil y firme. Frágil cuando nos parece que nos hundimos en nuestras debilidades, dudas, crisis. Firme cuando gritamos, suplicamos, imploramos, pedimos, y el Señor nos sostiene.
• Esa es la condición de la fe: vivir apoyados, no en la propia experiencia, sino en la confianza en alguien que nos sostiene. Es una fe que se expresa en la confesión final de este episodio: «¡Verdaderamente, Tú eres Hijo de Dios!»
• En su forma literaria, el relato tiene resonancias poéticas que aluden a una manifestación serena de la grandeza de Dios que gobierna la creación con sus fenómenos naturales.
• En el Salmo 77, una persona angustiada, insomne, por no encontrar a Dios en su vida, de pronto recuerda la epopeya del éxodo y se serena: «Tú te abriste camino por las aguas, un vado por las aguas caudalosas y no quedaba rastro de tus huellas, mientras guiabas a tu pueblo como un rebaño» (vv. 20-21).
• El profeta Isaías II rememora igualmente al Dios Creador y Salvador: «No temas, que te he redimido, te he llamado por tu nombre, tú eres mío. Cuando cruces las aguas, yo estaré contigo, la corriente no te anegará» (43,1-2).
• En la Plaza de San Pedro, San Juan Pablo II inauguraba con estas palabras su ministerio pastoral: «¡No tengan miedo! ¡Abran, abran de par en par las puertas a Cristo!».
Lecturas: I Reyes y Romanos
• El profeta Elías, perseguido, atribulado en su espíritu, llega al monte Horeb donde tiene una experiencia de Dios que pacifica su corazón. Dios no está en el viento huracanado, no está en el terremoto, no está en el fuego, Dios estaba en el rumor de una brisa suave.
• San Pablo comienza con las palabras de la segunda lectura una larga disquisición, dolorosa para él y también esperanzadora, sobre la desgracia de su pueblo, los judíos, que no acogieron al Mesías como quien realmente era, el Hijo de Dios. Esperanza también para Pablo, porque la desgracia de los judíos se convierte en gracia para los paganos.
• • •
Claves para la homilía: Julián Riquelme
• Contexto - Palestina, año 30: Los discípulos están malhumorados, porque, después de la multiplicación de los panes, Jesús no aceptó la propuesta de la gente de hacerlo rey. - Antioquía, Siria, año 80: El Mesianismo de Jesús, que no es de poder, sino el de servicio universal: de compartir la vida con los demás, incluyendo a los paganos.
• Sentido “El caminar de Jesús y de Pedro sobre las aguas” retrata el comienzo de una crisis de los discípulos, pues ellos esperaban un Mesías triunfal; sin embargo, el Nazareno opta por el compartir con sencillez la vida personal, con todos. El relato está lleno de símbolos, que comunican un mensaje post pascual. En el texto se pueden distinguir las siguientes partes:
• Paganos (14,24-27). Cuando la comunidad se opone a compartir la vida con los paganos, no acepta a Jesús como Mesías, sino que lo confunde con un fantasma. La primera dificultad se refiere a la “imagen del Mesías”. La "barca" es símbolo de la comunidad, que se encuentra zarandeada, maltratada y azotada en las bases de su mentalidad. El "viento" son los temores y las dudas, que dificultan la travesía de los discípulos hacia el compartir el pan también en tierra extranjera. Los discípulos temen que Jesús no sea el Mesías, porque no acepta ser proclamado rey y porque los envía a un país pagano (cf. 8,28; 14,22). Cuando Jesús camina hacia ellos sobre el agua se asustan, pues lo confunden con un fantasma, es decir, quieren quitarle toda realidad a su presencia: está en las nubes, no pisa la tierra; no responde a sus intereses y es incompatible con sus pretensiones. El mismo Señor los anima. Y se presenta como el Nazareno. Lección: ¡Qué difícil es salir de los esquemas de vida de nuestro propio pueblo! Usamos estos esquemas de vida para defendernos, y no buscamos el bien de todos los seres humanos.
• Necesidad de auxilio (14,28-31). Para reconocer a Jesús como Mesías, se necesita el auxilio del mismo Cristo. La segunda dificultad de los discípulos, simbolizada en la figura de Pedro, es la “duda presuntuosa frente al Mesías”. Les sigue costando aceptar al Enviado de Dios, compartiendo también el sentido de la vida con los paganos. Pedro, jactancioso y autosuficiente, pide un gesto a Jesús para verificar su mesianismo; Cristo accede; el discípulo comienza a caminar sobre el agua en dirección a Jesús. Después, al notar la fuerza del viento, Pedro tiene miedo. Cuando mira hacia Jesús camina sobre el agua; cuando se preocupa por la violencia del viento, comienza a hundirse y grita: "Señor, sálvame" (cf. Sal 18,5-18; 144,5-7). Jesús lo toma de la mano y le reprocha su incredulidad: Con este gesto y su palabra, el Señor da a entender que el Amor, que Él manifiesta, es algo absolutamente gratuito; que no depende de las fuerzas humanas, sino que es necesario orar para aceptarlo desde nuestro propio interior. Moraleja: Si oramos y tratamos de compartir nuestra vida con el prójimo, Cristo vendrá en nuestra ayuda para que maduremos nuestra fe.
• Amanecer (14,32-33). Cuando la comunidad acepta el mesianismo de Jesús, amanece la libertad para todos los pueblos. Superadas estas dificultades, el Nazareno sube a la barca: llega la bonanza, la calma, la serenidad. Los discípulos se postran ante Él, y hacen una “confesión inicial” de fe en Jesús como "hijo de Dios". Mensaje: La ausencia de artículo equivale a que Él es “el Mesías, servidor universal”.
Semana XIX – Lunes (aquí)
en-RED-ados
Comentarios, opiniones, dudas acerca de este portal de espiritualidad y de otros temas…
NUESTRA BIBLIOTECA
Documentos en formato pdf para descargar: