EVANGELIO DOMINICAL

Domingo 15º durante el año


Lecturas: Isaías 55,10-11 / Salmo 64,10-14 / Romanos 8,18-23 / Mateo 13,1-23

Botón homilético – Francisco Quijano

• San Mateo pone en un discurso (c. 13) varias parábolas que Jesús contó en distintas y repetidas ocasiones. La primera es la del sembrador que esparce semilla en abundancia, por lo cual cae en distintos terrenos y tiene resultados nulos o produce buenas cosechas.

• Hay una explicación sobre la parábola: la semilla es la palabra del Reino. Unos la reciben en su corazón pero el maligno se la arrebata, en otros no tiene raigambre, otros la sofocan con intereses ajenos y en otros produce cosecha abundante.

• Esta parábola, como las demás, es una figura narrativa cuya finalidad es provocar a reflexión. Algún estudioso ha comparado las parábolas con una ventana que se abre hacia el interior de cada quien para que vea lo que hay dentro de su corazón.

• Entre la parábola de hoy y su explicación, hay unos dichos de Jesús a pregunta de sus discípulos que se desconciertan: «¿Por qué les hablas con parábolas?». «Les hablo con parábolas porque miran y no ven, oyen y no escuchan ni entienden».

• Jesús cita unas palabras de Isaías en el mismo sentido: «Por más que oigan, no comprenderán; por más que vean, no conocerán». ¿Cómo entender esto? ¿Dios invita a la conversión y a la vez endurece el corazón?

• Esta cuestión atraviesa la historia de la humanidad a propósito del sentido de la vida y de las decisiones que cada quien toma sobre su destino.

• Uno puede abrir ojos y oídos para buscar o puede forzar voluntariamente su ceguera y su sordera. «No hay peor ciego que quien no quiere ver».

• Todo el mundo tiene una responsabilidad insoslayable: conducir su vida por senderos escogidos por ella o por él. Cada quien hace con su vida lo que quiere hacer con ella.

• Dios, por su parte, ofrece toda suerte de signos, indicios, orientaciones, principios de sabiduría, que pueden parecer y se toman a veces como acciones suyas que interfieren en la vida de las personas. Un Dios intruso que atenta contra nuestra autonomía.

• Sin embargo, cualquier cosa que Dios hace en relación con nosotros y con toda la creación, no es la acción de un intruso, que se mete donde no le corresponde.

• Él es quien sustenta toda la creación, él es quien se encuentra a la raíz de nuestra libertad, él es quien impulsa nuestras decisiones.

• Todo lo hace con total discreción, vaciándose de su poder –ese es uno de los significados de la cruz–, para que luzcan tu autonomía, tu libertad y tus decisiones libres de interferencias suyas y de cualquier otro agente.

• Este es igualmente el propósito de las parábolas: moverte a reflexión para que seas tú, no él ni ningún otro agente intruso, quien decida lo que quieres hacer con tu vida; por eso, rematan: «¡El que tenga oídos, que oiga!».

• «Tener ojos para ver, tener oídos para oír». Esta debería ser una cautela para poner los pies en la tierra y situarse en la realidad de las cosas, y no enredarse y quedar envuelto en falsedades y embustes que se hacen pasar por hechos reales.

 

Lecturas: Isaías y Romanos

• El brevísimo oráculo de Isaías expresa con una imagen diáfana la energía vital de la Palabra de Dios: como la lluvia hace germinar la semilla, su palabra hace brotar la vida.

• Esta imagen converge con la de la parábola, según la cual la Palabra de Dios es como una semilla que contiene energía vital.

• Lluvia y semilla. En el mundo campesino se sabe por experiencia que de estos dos elementos depende el bienestar de la familia y de la comunidad.

• Pablo recurre a otra imagen vital: los dolores de parto de una madre que da a luz a su criatura. Somos una criatura nueva, lo es toda la creación, que se halla se está formando por obra del Espíritu Santo. Mientras no alcancemos la luz final, estamos en gestación y dolores de parto.

• Pieter Brueghel el Joven (1564 – 1638): Los segadores

 

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Nuestra Señora del Carmen
    
    Madre de Chile

Claves para la homilía – Julián Riquelme

• Contexto - Año 30 en Galilea: Jesús habría participado en una fiesta de matrimonio. - Año 100 en Jerusalén: El relato no es biográfico, sino programático; no es fáctico, sino simbólico; no es crónica, sino teología. Entre otras, por estas razones: 1ª) “Unas bodas”: son símbolo de la Alianza, donde Dios aparece como el Esposo del pueblo (Os 2,16-25; Is 1,21-23; 49,14-26; 54; 62; Jr 2; Ez 16).- 2ª) “La madre de Jesús” (2,1b): en el Evangelio de Juan aparece sólo dos veces: aquí en Caná como la primera discípula de Cristo; y en la cruz como figura y prototipo de la Iglesia (19,25).- 3ª) “Jesús y los discípulos invitados” (2,2): la presencia del Mesías, que al final de la escena se constituye en el Esposo de las Bodas, y los discípulos, que van a ser llamados a creer en Él.

• Sentido El tema del Evangelio son las “Bodas de Caná” (Jn 2,1-11). En él se pueden distinguir estos aspectos:

• Cuando falta lo necesario en una familia, no hay fiesta (2,3-4). Una experiencia humillante para los novios es la falta de vino en su fiesta de matrimonio (2,3ª). El “vino” es una bebida para la alegría de los participantes; además es símbolo del amor entre la esposa y el esposo (Ct 1,2; 7,10; 8,2). La madre de Jesús es la primera que analiza y descubre la triste situación y lo explica a su Hijo (2,3b). Por su parte, Cristo responde con un análisis más profundo: Se está iniciando una Nueva Alianza (2,4ª) y su momento definitivo será en el porvenir: “su hora” (= cruz; 7,30; 8,20; 12,23.27; 17,1), cuando Él realice el gesto profético, que muestre cómo Dios Padre ama a todos los seres humanos. La solución no está lejana.

• Para la fiesta se necesita la colaboración y la solidaridad (2,5-7). La madre invita a ponerse a la total disposición de lo que indique el Mesías (2,5). Los “sirvientes” representan a los discípulos. Las “tinajas vacías” (2,6) simbolizan a la Ley de Moisés, tal como se vive en la época de Jesús: Hay “seis”, signo de imperfección; son de “piedra”, como las Tablas de la Ley; están destinadas a los “ritos de purificación”, es decir, solo sirven para abluciones externas y no del corazón; su capacidad “cien litros”, indica un peso casi inamovible. “Llenen de agua estas tinajas” (2,7): Jesús convoca a relativizar la Ley (o cualquier elemento del universo), porque, cuando se la absolutiza, se convierte en un obstáculo para el crecimiento del ser humano: se interpone entre la persona humana y Dios, propicia una conciencia de indignidad, deforma la imagen de Dios e impide la experiencia de su amor.

• El arte ayuda a descubrir el sentido de la fiesta (2,8-11). “Saquen ahora y lleven al encargado del banquete” (2,8). El “encargado del banquete” representa a la clase dirigente, a “los judíos” (2,6); A ellos se les ofrece primero la espiritualidad de Jesús y de su Evangelio. Ellos no la aceptan, pues “ignoran su origen (mesiánico)” (2,9ª); es más: ellos reprochan, tratan de marginar a Cristo, porque consideran que sus instituciones no necesitan mejora (2,9b-10). Sin embargo, los discípulos creen en Él, adhieren a su persona (2,11b). Solo cuando saboreamos el vino-amor, quedamos totalmente limpios y purificados: solo cuando descubrimos a Dios dentro de nosotros e identificado con nuestro ser, entonces somos capaces de vivir la inmensa alegría, que nace de la unión con Jesús y con los hermanos. El mejor vino está sin servir ni beber, está escondido en el centro de ti. El arte ayuda a sacar lo bello que hay dentro de cada persona o grupo.

• Las bodas de Caná, de la Colección Jesús Mafa, Camerún.

Semana XV: Lunes (aquí)