EVANGELIO DOMINICAL

Domingo de Pentecostés


Lecturas: Hechos 2,1-13 / I Cor 12,3-7 / 12-13 / Juan 20, 19-23

Botón homilético: Francisco Quijano

• ¿Qué significa Pentecostés? Quincuagésimo día. Es una cronología simbólica de origen judío. Cincuenta días después de la Pascua, se celebra el don de la Ley a Moisés en el monte Sinaí; es también reminiscencia de la acción de gracias por la primera cosecha (en el hemisferio norte).

• Para los cristianos, Pentecostés es el día quincuagésimo después de la Pascua del Señor Jesús, la celebración del don del Espíritu. El don de la Ley está escrito en lápidas; el don del Espíritu es el Espíritu mismo infundido en los corazones de los fieles. Tomás de Aquino dice: «La ley nueva es la propia gracia del Espíritu Santo, que se da a los fieles de Cristo».

• ¿Qué gracia es esta? Es Amor, Dios es Amor. Es la realidad que está en el centro de todos los seres, de la cual depende toda la creación, hacia la cual tiende el universo. Es Espíritu de Amor, Dios Amor, Espíritu Santo.

• «Sopló sobre ellos y les dijo: ―Reciban el Espíritu Santo». Don inabarcable, Amor de Dios, que desborda todo deseo y pensamiento, sobrepasa estrecheces de espacio y tiempo. Es Felicidad de Dios, Gozo, Delicia, Comunión. Es Vida de Jesús Resucitado.

• Este Espíritu de Amor habita en los corazones humanos. Dice san Pablo: «El amor de Dios ha sido derramado en nuestro corazón por el Espíritu Santo que se nos ha dado» (Rom 5,5). El Espíritu Creador recrea toda nuestra persona y toda nuestra vida.

• ¿Qué sentido final tiene el don del Espíritu? Esa es la revelación fulgurante en Pentecostés del porqué de la muerte de Jesús. Al comentar el motivo por el cual Caifás decide ejecutarlo ―«Conviene que uno muera por el pueblo y que no perezca la nación»― san Juan ve una profecía inopinada: «Jesús iba a morir no solo por la nación, sino para reunir a los hijos de Dios dispersos».

• Reunir a la humanidad dispersa es la razón última de la muerte de Jesús. La efusión del Espíritu en María, en los apóstoles, en gente de varias lenguas, orígenes y lugares es la primicia de una cosecha universal, no de frutos de la tierra, sino de criaturas humanas que son imagen y semejanza de Dios, la cosecha de una humanidad nueva.

• El Concilio Vaticano II proclamó: «La Iglesia es en Cristo como un sacramento ―es decir, signo e instrumento― de la unión íntima con Dios y de la unidad de todo el género humano». Pese a todas sus miserias, la Iglesia que nace en Pentecostés entre gente pecadora es «sacramento universal de salvación». Si alguien lo duda, vuelva a los orígenes: ¿Quién era Pedro, antes de la Pascua? ¿quiénes sus compañeros? ¿Quiénes fueron ellos después? ¿quiénes somos nosotros?

 

Lecturas: Hechos y I Corintios

• Ante la irrupción portentosa del Espíritu que arrebata a los discípulos y les desata la lengua, la gente, pasmada, perpleja, pregunta qué significa ese suceso; otros se burlan diciendo: «¡Están ahítos de vino!».

• ¿De qué o por qué están ebrios? Pedro replicará de inmediato: ¡Estos hombres no está ebrios! Y con palabras del profeta Joel proclama: «En los últimos tiempos - dice Dios – derramaré mi Espíritu sobre todos: sus hijos e hijas profetizarán, sus jóvenes verán visiones y sus ancianos soñarán sueños».

• San Lucas concentra y describe en el acontecimiento de Pentecostés lo que de hecho estaba ocurriendo en las comunidades de seguidores del Camino de Jesús, gente de distintos orígenes y lenguas, no solo judíos, cuyas vidas habían sido recreadas por la fe en Jesús Resucitado y por obra del Espíritu Santo.

• El acontecimiento relatado por san Lucas es paradigmático: gentes comunes del ámbito geográfico de la época eran mujeres y hombres en novedad de vida por obra del Espíritu Santo. Ese es, por decirlo así, el modelo original, dinámico, de la Iglesia, su núcleo vital, sin aditamentos institucionales.

• San Pablo, a su vez, describe este acontecimiento que es presencia del Espíritu en las comunidades, con estas palabras: «Nadie puede decir: ¡Señor Jesús! si no es movido por el Espíritu Santo».

• Por este mismo Espíritu, por su moción y su inspiración, hay diversos dones, surgen diversos ministerios, existen diversas actividades entre los creyentes. Esa era la vida de las primeras comunidades, como la de Corinto a la cual escribe Pablo.

 

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Claves para la homilía: Julián Riquelme

• Contexto - Palestina, año 30: Después de la muerte de Jesús, los discípulos tuvieron miedo a los judíos (Jn 20,19). - Jerusalén, año 100: Los cristianos descubrieron que el único objetivo de la predicación de Jesús fue que también nosotros, lleguemos a vivir, como Él, esa misma experiencia de Dios como Espíritu.

• Sentido El Evangelio de hoy invita a descubrir y vivir una realidad, que está tan presente ahora como hace dos mil años. Se refiere a “La donación del Espíritu Santo” (Jn 20,22-23). El texto ofrece tres elementos:

• El soplo (20,22ª). La acción de insuflar evoca el aliento creador de Dios en los inicios (Gn 2,7). El Espíritu Santo es el poder de Dios, que recrea y transforma el universo. Es un Espíritu de amor, de alianza definitiva. Lección: Por su fuerza y su don, llega a este mundo la vida humana, el Evangelio, la fe, la Iglesia, los sacramentos.

• El envío del Espíritu (20,22b). Todos tenemos como fundamento de nuestro ser a Dios-Espíritu, aunque no seamos conscientes de ello. Si se habla de “envío”, de “donación”, de “venida”, es solo para indicar que la experiencia de Dios como Espíritu, es un regalo absolutamente gratuito, desinteresado, de plena generosidad de parte del mismo Dios. Todo el mensaje de Jesús se reduce a manifestar su experiencia de Dios como Espíritu. Moraleja: En nuestro peregrinar conviene no solo “mirar para fuera”, sino también “contemplar nuestra interioridad”: Porque mi relación con Dios no es la relación de un “yo” con un “Tú”, sino más bien una relación de mi “yo” con “el YO”, que es la quintaesencia de mi propio ser. Si, en nuestro grupo, vivimos cada uno esta experiencia, seremos una Comunidad Enviada.

• El perdón de los pecados (20,23). El Espíritu tiene como misión conducirnos a ser nosotros mismos, a lograr nuestra plenitud personal, a alcanzar nuestro crecimiento pleno. “Pecado” en la Biblia es no acertar un objetivo, una meta, no achuntarle y no cambiar la dirección incorrecta. Mensaje: Solo con la fuerza del Espíritu Santo podemos redireccionar positivamente nuestra vida personal y social.

Semana VIII: Lunes (aquí)