Lecturas: Hechos 1,1-11 / Efesios 1,17-23 / Mateo 28,16-20
Botón homilético: Francisco Quijano
• Mateo narra un encuentro de Jesús resucitado en Jerusalén con las mujeres que acuden al sepulcro, no con los discípulos varones. En este encuentro, Jesús se presenta en majestad: ellas se postran y abrazan sus pies.
• Las mujeres reciben de un ángel y de Jesús el mismo mensaje: Que los discípulos vayan a Galilea donde lo verán a él. Ese encuentro es con un Cristo en majestad, que los envía a hacer discípulos de todos los pueblos. Les promete estar con ellos hasta el fin del mundo.
• Mateo no menciona la ascensión del Señor a los cielos, Juan tampoco. Lucas la describe visualmente en el Evangelio y en los Hechos. Marcos simplemente da cuenta de ello como un hecho ocurrido.
• ¿Qué significa la Ascensión del Señor a los cielos? ¿Cómo ocurrió esa transformación radical de un Jesús, piltrafa humana, en un Cristo Señor del universo?
• Lo importante no es cómo ocurre el hecho. Eso nunca lo sabremos, es un misterio: la divinización del cuerpo mortal de Jesús. Sí podemos decir que no es la proyección de Jesús al casi infinito espacio del universo. No, eso no. Es la absorción de lo mortal de Jesús en la inmortalidad de Dios.
• Lo que importa es su significado que es doble: en su crucifixión, Jesús muestra la vulnerabilidad del amor sin condiciones. En su gloria, Jesús muestra que el amor derrotado vence al pecado y a la muerte.
Lecturas: Hechos y Efesios
• San Lucas sitúa la ascensión de Jesús a los cielos cuarenta días después de su resurrección (1,3), y describe que una nube lo oculta al elevarse al espacio aéreo. Tiempo y espacio: esas son las coordenadas de las cosas y los cuerpos mortales en este universo.
• En Dios no existen coordenadas de ninguna especie. Dios lo es todo y está en todo; Dios está dentro y está fuera de universo; Dios es el Creador y todo lo demás es criatura. El cuerpo mortal de Cristo es criatura; el cuerpo de Cristo resucitado es cuerpo deificado. Ese cuerpo no existe ya en el tiempo ni en el espacio.
• San Pablo reza por los cristianos para que el Padre les dé espíritu de sabiduría e ilumine su corazón, a fin de que comprendan cuál es la esperanza a la que nos convoca, cuál la espléndida riqueza de la herencia que nos promete, cuál la grandeza extraordinaria de su poder.
• Celebrar la Ascensión del Señor es agradecer que Jesús toma nuestra humanidad mortal y pecadora para llevarnos hasta la vida divina, gloriosa e inmortal. Los cristianos decían antiguamente que nuestro destino es la «deificación», ser dioses en Dios. La garantía de esta promesa es Jesús glorioso en su humanidad deificada.
• La visión imaginativa de un Jesús que asciende al cielo es solo una imagen de lo que dice san Pablo: una elevación de nuestro espíritu para acoger la esperanza a la que somos convocados, cuya realidad, ahora velada en misterio, será trasparencia en claridad de gloria.
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Claves para la homilía: Julián Riquelme
• Contexto - Palestina, año 30: Los discípulos van a reunirse en Galilea solo porque las mujeres rumorean que el Maestro está vivo. - Antioquía (Siria), año 80: En su misma muerte Jesús ha sido exaltado y glorificado.
• Sentido El tema del Evangelio es el “Envío Universal”. En el texto se pueden distinguir tres partes:
• La visión (28,16-18). El Nazareno se reencuentra con sus seguidores en un monte de Galilea. El monte significa el ámbito de lo divino, donde está Dios y donde quiere situar también a Jesús. En un monte había proclamado su Carta Magna, las Bienaventuranzas, y en Galilea comenzó a anunciar la llegada del Reinado de Dios. Los discípulos experimentan la presencia del Resucitado: su fuerza, su poder, su amor, que todo lo invade y visita: "Yo he recibido todo poder en el cielo y en la tierra". Esta frase expresa que Cristo ha alcanzado la plenitud absoluta por haberse identificado con Dios en el don total de sí mismo. Lección: Aunque no es del lenguaje de Mateo, si hablamos de la Ascensión, ella ocurrió en la muerte de Jesús, porque en ese instante terminó su trayectoria humana y sus posibilidades de crecer como criatura. Ahí llegó a la meta, a la plenitud total en Dios, porque a mayor humillación, hay más exaltación y glorificación.
• El envío (28,19-20a). El predicar el “Reinado de Dios” es un mandato expreso de Jesús. Todo cristiano tiene, como primera obligación, llevar a las otras personas el mensaje de su Maestro. Además, Cristo llega antes que los misioneros, cuando se trata de evangelizar, porque las expresiones "Vayan, pues", significan, "por consiguiente", "por tanto", "en consecuencia". Es decir, Cristo ya habita en las personas, que van a recibir el Evangelio. En la práctica, lo primero que tiene que manifestarse en un cristiano, es el amor, para que brote de la otra persona la aceptación a Jesús. Moraleja: Estamos llamados a despertar la conciencia de los otros; a dar testimonio de esa presencia con nuestra vida y nuestra palabra.
• El "Emmanuel" (28,20bcd). Jesús es el "Dios con nosotros". Mateo lo afirma al comienzo del Evangelio (Mt 1,23); también ahora al final: "Yo estaré con ustedes todos los días hasta el fin del mundo". Mensaje: Cristo, junto con el Padre y el Espíritu Santo, “vendrá” a mi conciencia, cuando me dé cuenta de que está ahí en nuestro interior. Esta misma palabra de ánimo es alentadora para nosotros, quienes celebramos la Ascensión del Señor y el nuevo encargo de ser sus testigos en el mundo.
Pascua VII: Lunes (aquí)
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