SEMANA SANTA ● TRIDUO PASCUAL

Viernes Santo de la Pasión del Señor


Evangelio de San Juan, capítulos 18 y 19

• La segunda parte del Evangelio de San Juan, desde la Última Cena hasta los relatos de resurrección, comienza con una declaración solemne: «Antes de la fiesta de Pascua, sabiendo Jesús que llegaba la Hora de pasar de este mundo al Padre, después de haber amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo».

• Hora de Jesús. Hora del Padre. Hora del amor extremo. Esa es la Pasión de Jesús que culmina con otra declaración: «Jesús tomó el vinagre y dijo: ‒Todo se ha cumplido. Dobló la cabeza y entregó el espíritu». Ese espíritu es el Espíritu del Amor Extremo.

• El Jueves de la Cena del Señor celebramos su testamento de servicio y amor, con las acciones simbólicas de lavar los pies de los discípulos y entregarse él mismo en los signos del pan y el vino, seguidas por sus enseñanzas y diálogos con ellos acerca del amor.

• El Viernes de la Pasión, Jesús se somete al juicio de las autoridades judías y romanas que lo declararán reo de muerte. Al acusarlo, pedir su muerte y despojarlo de su humanidad, Jesús se muestra ante Pilato en su gloria: «Yo soy Rey, para esto he venido al mundo, para dar testimonio de la verdad».

• La Pasión de Jesús es la Pasión del Rey de la Verdad y del Amor, cuyo reino ha venido a extender en la humanidad: «Todo el que es de la Verdad escucha mi voz».

• Pilato pregunta escéptico: «¿Y qué es la verdad?» Luego, se contradice y manda escribir en hebreo, griego y latín para que todo el mundo lo sepa, el motivo de la ejecución del reo: «Jesús el Nazareno, Rey de los Judíos». En el Prefacio de la Misa de Cristo Rey se proclama:

«Padre Santo,
tú consagraste Sacerdote eterno
y Rey del universo
a tu Hijo Único, nuestro Señor Jesucristo,
ungiéndolo con óleo de alegría,
para que ofreciéndose a sí mismo
como víctima perfecta y pacificadora
en el altar de la cruz,
consumara el misterio de la redención humana,
y sometiendo a su poder la creación entera,
entregara a tu majestad infinita
un reino eterno y universal:
el reino de la verdad y de la vida,
el reino de la santidad y la gracia,
el reino de la justicia,
el amor y la paz».

 

Lectura: Cuarto Cántico del Siervo de Dios

• En este Cuarto Cántico, el drama del siervo de Dios alcanza el clímax y se revela el sentido de su vida y su pasión. Proyectado seis siglos después, este Cántico adquiere un significado asombroso en la pasión y muerte de Jesús.

• Una voz habla al principio y al final para presentar al siervo en su derrota y en su triunfo. Esta voz es la de Dios que lo sostiene en su despojo y lo reivindica en su triunfo.

En la parte central del cántico se presenta su destino: nacimiento y crecimiento; sufrimiento y pasión; condena y ejecución; sepultura, glorificación. Explicación completa (pdf aquí).

 

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Meditación de la Pasión según San Juan
           por Julián Riquelme

1. Jesús es traicionado por Judas (Jn 18,1-9).

Dolorosa es la traición cuando proviene de una persona a la cual se quiere. La Palabra de Cristo echa por tierra a las fuerzas policiales de este mundo, cuando son injustas. El Maestro prefiere exponer su vida, pero no quiere la muerte de sus seguidores.

2. Jesús es tomado preso y Pedro lo niega (Jn 18,10-18).

El Nazareno tiene consciencia de que el Padre Bueno quiere la felicidad, el amor y la misericordia de todos. La frase "Es preferible que un solo hombre muera por el pueblo" puede tomarse en un sentido político o en un sentido profético. Solo una persona con esperanza activa es capaz de caminar a la vez con un discípulo ideal y con un discípulo inmaduro.

3. Jesús ante Caifás y Pedro sigue negándolo (Jn 18,19-27).

Cuando las autoridades religiosas no unen fe y justicia se corrompen. En este contexto, la esperanza de un profeta no se deprime, porque siente que el Dios de la vida lo sostiene. El canto del gallo da la oportunidad a Pedro para recapacitar.

4. Jesús es entregado a Pilato (Jn 18,28-32).

El gobernador aparece como más sensato que las autoridades judías. La paradoja es grande: Israel tenía la misión de presentar al Mesías para que vivan las naciones; sin embargo, lo entregan a la autoridad civil para que lo mate. Las catequesis de los Evangelios sinópticos ofrecen tres anuncios de la Pasión para indicar que en el despojamiento del Nazareno está Dios ofreciéndonos su amor.

5. Jesús manifiesta que Él es rey (Jn 18,33-40).

Los jefes religiosos de entonces carecen de la esperanza mesiánica, la Ley los ha enceguecido; por eso, llevan al Maestro ante Pilato; lo acusan de presentarse ante el pueblo como (Mesías =) Rey, lo cual equivale a una sedición contra el César de Roma; desean que el gobernador lo enjuicie y lo condene a muerte. El Reinado de Jesús no es como los reinados de este mundo; es un Reinado encarnado, que busca la plenitud humana de la gente en todos los sentidos. Pilato está ante quien es la “Verdad”.

6. Los judíos piden la muerte de Jesús (Jn 19,1-8).

La flagelación consistía en propinarle al reo 39 azotes con tres correas, que tenían elementos punzantes en sus extremos; finalidad: desangrar a la persona para que muriera cuanto antes en la cruz. Los soldados agregan la coronación de espinas como una mofa, burla y tortura. Además, Pilato saca a Jesús disfrazado de rey judío ante la muchedumbre; los sumos sacerdotes y guardias se enfurecen; finalmente, amenazan al gobernador diciendo que según la Ley judía debe morir porque se hace Hijo de Dios. Para nosotros los seguidores de Jesús estas escenas se ubican en el centro de nuestra fe: porque a través de estas torturas y sufrimientos el Mesías está comunicándonos el Amor de Dios y nosotros lo veneramos como el autor de nuestra esperanza.

7. Jesús es condenado a muerte (Jn 19,9-16ª).

Las contradicciones son impactantes: Pilato quiere soltar al Nazareno y los judíos piden que lo crucifique. “Si lo sueltas, no eres amigo de César”. La frase más blasfema es: “No tenemos otro rey que el César”. Y el gobernador lo entrega para que lo crucifiquen.

8. Jesús es crucificado (Jn 19,16b-24).

El Maestro camina con la cruz a cuestas hacia el calvario; allí lo crucifican con otros dos reos; los levantan, poniéndolo a Él al medio, como símbolo de que es el peor. El letrero que indica la causa de su condena lo escriben en hebreo, latín y griego, políticamente para escarmiento de todos; pero, teológicamente, según el evangelista, para que todos los habitantes de la tierra sepan que este Jesús es un regalo de Dios: ha venido para que todos tengan vida y la tengan en abundancia, y no muerte anticipada (Jn 10,10). Los soldados parecieran reconocer algo especial en la persona de Jesús, por eso se reparten sus vestiduras y rifan la túnica hecha de una sola pieza por las mujeres de Judá (Salmo 21,18).

9. Jesús muere en la cruz (Jn 19,25-30).

Están junto a la cruz, por lo menos, dos mujeres y Juan; son personajes simbólicos; destaca la madre, que es figura de quienes del Antiguo Testamento siguieron a Jesús. El “discípulo ideal”, que no niega al Señor en la Pasión, está al pie de la cruz y es testigo de la resurrección, representa a los nuevos discípulos, es decir, a quienes adhieren al Nazareno a partir de su Pascua. Por su parte, la religiosidad popular ha identificado a la “madre” con la mamá de Jesús y la percibe como arquetipo de la nueva humanidad; y ha visto en el “discípulo ideal” al apóstol y evangelista Juan. La “Hora” es el momento, en que Jesús radicaliza su opción de mostrar hasta el extremo el amor, la amistad y la misericordia del Padre por cada uno y todos los seres humanos. El Crucificado tiene sed no solo porque está desangrado, sino también porque desea sentir al Padre y a todos como una fraternidad universal (Salmo 62,2). Recibamos el Espíritu de Jesús para que renazca su esperanza desde el fondo de nuestro corazón.

10. Jesús es sepultado (Jn 19,31-42).

Cuando se dice que el Nazareno murió por nosotros, ese “por” no significa “por culpa de”, sino “en favor de” nosotros: la vida cristiana es una entrega por amor. En Jesús se cumplen las esperanzas que los antepasados consignaron en las Escrituras: “No le quebrarán ninguno de sus huesos” (Salmo 33,21; Ex 12,46) y “Verán al que ellos mismos traspasaron” (Zac 12,10). Dos personajes bajan de la cruz al Inocente injustamente condenado, le dan sepultura al estilo judío y lo depositan en un huerto; la abundancia de mirra, áloe y perfumes da la impresión de que se celebra un Funeral de Estado. Probablemente los dos personajes quisieron rendirle los últimos honores al héroe amigo y admirado. Sin embargo, la mirada de los seguidores de Jesús es más honda: admiran en Él su actitud frente a la muerte, no la consideró una derrota, no tuvo miedo a la violencia del poder, fue siempre libre para dar testimonio del Dios de la vida haciendo el bien a todos. Cristo es fuente presente y permanente de fuerza, vida y esperanza. ¡El venció a la muerte! [Julián Riquelme]

Sábado Santo de la Sepultura del Señor (aquí)