EVANGELIO DOMINICAL

Domingo 2º durante el año


Lecturas: Isaías 49, 3-6 / I Corintios 1, 1-3 / Juan 1, 29-34

Botón homilético: Francisco Quijano

• Dos símbolos dominan esta escena evangélica: el cordero y la paloma. Jesús es el Cordero de Dios. La paloma es símbolo del Espíritu Santo. ¿Qué misterio encierran estos símbolos?

• Para los israelitas, el cordero pascual era la ofrenda que presentaban a Yahvé en memoria de su liberación de la esclavitud y de su constitución como pueblo de Dios.

• El cordero no era consumido por el fuego sino compartido como alimento por la familia. La Pascua era fiesta de liberación y comunión. Jesús instituye la Pascua Nueva en la Última Cena.

• Para los cristianos, la Pascua es celebración de libertad: Jesús es el Cordero de Dios, que carga sobre sí el pecado del mundo para liberarnos del él. Es fiesta de comunión: antes de recibir la hostia consagrada, el sacerdote hace esta invitación: «Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Felices quienes participan en la Cena del Señor».

• En el Apocalipsis encontramos este cántico triunfal en honor del Cordero:

«Digno es el Cordero degollado
de recibir el poder, la riqueza,
la sabiduría, la fuerza, el honor,
la gloría y la alabanza» (Ap 5,12).

• El Espíritu Santo, simbolizado por la paloma, envuelve con su amor y su gracia a Jesús y su misión. El Espíritu Santo es Gozo, Alegría, Amor de Dios que se desborda en Jesús y lo acompaña hasta la cruz.

• Al morir, Jesús entrega a Dios su espíritu, que es su vida por nuestra liberación, y a nosotros nos entrega su Espíritu de Amor, que es fuente de vida nueva. En la cruz, Jesús es el Cordero de Dios inmolado para comunicarnos la vida de Dios, que recibimos al ser bautizados.

• Así termina Juan Bautista su anuncio de Jesús: «El que me envió a bautizar con agua me dijo: Aquel sobre quien veas que baja y se posa el Espíritu Santo, ese es el que ha de bautizar con Espíritu Santo».

 

Lecturas: Isaías y II Corintios

• La lectura de Isaías es una parte del Segundo Cántico del Siervo de Dios (incomprensiblemente, los vv. 1-2 fueron suprimidos). Leído entero (42,1-7), el cántico tiene estas partes:

• Autopresentación del profeta (1-4): reconoce que desde las entrañas maternas Dios lo escogió para una misión universal, y lo habilitó para ello con una palabra eficaz e incisiva. El profeta se lamenta por lo duro de su misión, pero confía en el Señor.

• Segunda parte (5-6): el profeta reconsidera la misión recibida y la asume de corazón; esta misión no solo mira a su propio pueblo, tiene un alcance universal. La voz divina le dice: «Te hago luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra».

• La expresión «luz de las naciones» reaparecerá en el Cántico de Simeón a propósito del Niño Jesús presentado en el templo. Y de este último, se tomó para designar la Constitución sobre la Iglesia del Concilio Vaticano II: «Lumen gentium».

• La otra lectura es el Saludo de Pablo a los fieles de Corinto (a esta le suprimieron también los vv. 3-4), que tiene unas palabras de consuelo muy sentidas y significativas: Dios Padre, compasivo y consolador, consuela a Pablo en sus tribulaciones, y Pablo consuela a los corintios en la suyas con el consuelo que recibe de Dios. El saludo completo (aquí).

• Esteban de Rueda (1585-1626): Retablo del Bautismo de Jesús

 

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Claves para la homilía: Julián Riquelme

• Contexto - Palestina, año 30: Jesús opta por el bautismo de Juan y se hace inicialmente discípulo del Bautista. - Jerusalén, año 100: Los cristianos ya han tomado conciencia de que Jesús, además de hombre, es Dios (Jn 1,30; 20,28), y desean la unión entre los seguidores del Bautista y los de Jesús.

• Sentido El Evangelio se refiere a la "Presentación de Jesús por el Bautista". Al Bautista lo acaba de investigar una comisión enviada desde Jerusalén; le preguntan acaso él es el Mesías; el Precursor lo niega. Además, Juan da una noticia inquietante a los dirigentes de entonces: El Mesías ya está presente y va a iniciar la época nueva, respondiendo a los anhelos fundamentales de la gente. La estructura del texto contiene tres aspectos:

• Proclamación del Mesías por el Precursor (1,29-31). Jesús llega y Juan lo ve llegar. Lo señala como el Cordero de Dios, que entrega la vida como signo del Amor del Dios Liberador de toda esclavitud (Ex 12,1-8.11-14); realiza la misión del Siervo de Yahvé, de la que habla el profeta Isaías (Is 53,7); y lo confiesa como preexistente, es decir, como Dios (Jn 1,30). Por otra parte, Juan define su propia misión, a la luz de la de Jesús. Lección: La tarea de los cristianos en el mundo es presentar a Jesús como el Liberador, pero de manera humilde, sin triunfalismos, desde el Amor que se entrega, que se da gratuitamente.

• Bases de la proclamación del Bautista (1,32-33). El Precursor reconoce también en Jesús a Aquél que tiene el Espíritu Santo, y que puede entregarlo. Se ve que Juan se dispone interiormente a descubrir al Mesías cultivando en sí la presencia del Espíritu, para ser después su testigo entre la gente. Moraleja: El Mesías sigue presente en nuestra vida, en nuestra historia, pero necesita de personas, que ayuden a descubrirlo a partir de sí mismo.

• Resumen de la proclamación (1,34). El Bautista presenta al Nazareno como el Hijo de Dios, que hace presente el Amor del Padre entre los seres humanos. Cuando el Precursor descubre la divinidad de Jesús, su vida cobra un sentido pleno. Mensaje: Juan, el testigo, se vuelve hoy a cada uno de nosotros y pregunta: “Para ti, ¿quién es Jesús?”

• Andrea del Verrocchio /1435-1488) /Leonardo da Vinci (1452-1519): Bautismo de Jesús  

Semana II: Lunes (aquí)